Un amor prohibido

· 16. Equipo de investigación II ·

—¿Te quedaste sin palabras, Callahan? —se burla de mí el pelinegro mientras toma a Blue entre sus brazos—. Sabes, no me tienes que responder. Mejor terminemos con esto de una buena vez.

Por primera vez desde que Demián pisó el suelo de mi habitación, estoy de acuerdo en algo con él. Tarde, pero se logró.

Me siento, giro a mi computadora y la enciendo mientras el Engendro saca su laptop de su mochila luego de haber dejado a Blue a su lado en la cama. Abro un documento en Word y escribo la idea para el tema que he dado yo anteriormente: Las mayúsculas.

—Bien, lo haremos así —empiezo a hablar una vez que he terminado de crear la presentación para la presentación—. Ambos escribiremos lo que nos venga a la cabeza sobre lo que dije e investigaremos un poco para profundizar el tema...que no hay mucho que profundizar —admito—. Una vez terminemos, fusionaremos todo lo escrito y así ninguno de los dos trabaja más que otro.

—Ajá —dice este, sin prestarme mucha atención.

—¿Entendiste todo?

—Mmm, sí, seguro.

—¿Y qué dije?

—No lo sé. Mandas mucho —murmura el pelinegro, arrugando la nariz para evitar reírse.

Después de dos segundos imaginándome lo feliz que sería ahora de haber estudiado en Tailandia, vuelvo a lo mío. Escribo, corrijo y perfecciono todo mi trabajo en tiempo récord. Casi media hora para ser exactos. Luego de ello, Demián y yo trabajamos una hora más para terminar de editar la fusión de nuestros documentos, organizar las ideas y cada uno decidir qué parte expondrá. Decidimos intercalar nuestra participación para hacer la presentación más dinámica. Un punto él y otro yo. En total serian seis puntos, así que sería el mismo trabajo.

Apago mi computadora después de haber pasado todo a una memoria que le tengo que entregar a Demián, ya que él "embellecerá" nuestro trabajo. No confío mucho en él, pero no me queda de otra.

Estoy a punto de echar a Demián de la manera menos amable posible, cuando mi teléfono vibra, notificándome que ha llegado un nuevo mensaje o una notificación. Miro en la pantalla las letras pequeñas de la notificación y sonrío ampliamente. ¡Han actualizado mi libro preferido!

Quiero gritar de emoción, pero ya bastante mal concepto tiene Demián de mi como para que ahora empiece a gritar sola. Guardo mi teléfono en mi bolsillo trasero, y cuando levanto la mirada me encuentro con que Demián lleva rato viéndome.

—Eres rara.

—Y tú estúpido, pero nadie te dice nada.

Él se encoge de hombros.
—Solo me parece curioso que le sonrías tanto a un teléfono, teniendo en cuenta que no tienes novio, ¿o sí?

Paso por alto lo que pregunta, sabiendo que hace un par de horas él también le sonreía como tonto a su teléfono.

—Ya que terminamos puedes irte —digo cortante. Según mi teléfono terminamos bastante temprano. Apenas son las tres y doce.

—¿Estas echándome? Me dueles, Enya.

—No nos caemos bien —le recuerdo con sorna.

Demián frunce el ceño mientras guarda su portátil en su mochila.
—Después no quiero oírte quejando de que soy creído y un antipático.

—Cuando lo dejes de ser, dejaré de quejarme de ello. Ahora sal —digo mientras lo empujo hacia la puerta de mi habitación.

Ambos salimos al pasillo, y de una manera no muy delicada llevo a Demián del brazo en dirección a las escaleras, cuando se detiene frente a una vitrina de cristal perteneciente a mi madre que hay en el pasillo.

—Es una excelente pieza de Dario Gvietti*. ¿A quién le pertenece?

Frunzo el ceño. —¿También te gustan esas estatuillas?

Demián me mira desde su altura con cierta molestia, pareciendo indignado.

—No son simples estatuillas. Es un Gvietti.

—No lo capto.

—Es arte e historia pura, Enya. Hay detalles minúsculos que cuentan historias en la base de cada obra de Gvietti, eso sin contar las innumerables guerras y momentos históricos para la historia de Bulduriana que han visto esos trece centímetros de granito.

No puedo evitar reír entre dientes. A Nessa le daría un ataque al corazón de enterarse que a Demián también le gusta el arte. Ignorando lo anterior, le pellizco cerca de las cotillas para que continúe caminando, pero cuando vamos a mitad de pasillo, el rugido del auto de mi padre me hace frenar.

No, ¿qué hacen aquí tan temprano? Deberían volver a las seis.

—¿Qué pasa? —escucho preguntar a Demián mientras se aproxima a las escaleras. Antes de que pueda bajar el primer escalón, lo tomo del brazo.

—No, no, por la puerta no. Por la ventana.

Demián se gira hacia mí y me mira como si estuviera loca.

—¿Por la ventana? ¿Estás mal de la cabeza? Qué estoy diciendo. Claro que sé que estás mal de la cabeza, pero ¿tan mal de la cabeza?

—Demián, por favor —le suplico mientras lo dirijo nuevamente a mi habitación.

El pelinegro no parece muy convencido de saltar por mi ventana así por así, pero estoy segura de que, si me arrodillo y le suplico un buen rato, si lo hará. Bueno...no creo que lo haga, pero tampoco hay por qué ser tan pesimistas.

—Demián, salta —digo con miedo. Puedo escuchar a Nessa pelear desde el aparcamiento. Algo no salió como lo esperado.

—Bueno, pero con una condición.

—¿Una condición? Demián, esto es cuestión de vida o muerte —digo con apuro.

—Es porque tus padres no saben que estoy aquí, ¿Cierto? —evito mirarlo a toda costa.

—Mi madre, para ser más específicos.

Demián se ajusta la mochila al hombro y se acerca a la ventana para verificar la altura.

—Es muy alto —murmura.

—¿Y? Salta —lo apuro. Demián niega—. ¿No? ¿Cómo qué no?

—Es muy alto, Enya. ¡Caeré como guanábana!

—¿Puedes...puedes hacerme ese favor, Demián? —le suplico ya con las lágrimas saltándome los ojos.

Mi madre es muchas cosas, y entre sus cualidades esta abusivamente estricta y dramática. Si se entera de que Demián está aquí me hará trizas. La conozco a la perfección. Los ojos de Demián se suavizan en cuanto nota que mi voz se quiebra.



#2812 en Novela romántica
#1113 en Otros
#334 en Humor

En el texto hay: amorprohibido, amorodio, pasadodoloroso

Editado: 06.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.