Un amor prohibido

· 34. Hasta pronto ·

Lo dejarán salir libre bajo fianza. Ya no es solo una pesadilla, sino que es real. Mi asesino está suelto.

Me niego a tener miedo como cuando era niña pequeña, pero se me hace imposible. El terror me recorre el cuerpo, haciéndome temblar incontrolablemente y las lágrimas empiezan a manchar mis mejillas mientras busco un lugar donde apoyarme, porque de lo contrario, siento que caeré.

Me siento el tocador y me miro al espejo, tocando mi cuello y reviviendo por unos segundos ese momento.

Él quería ahorcarme, pero a nadie parece importarle eso.

Respiro varias veces, intentando controlarme, pero nada parece funcionar. Siento que el aire se niega a entrar en mis pulmones. Mi vista se nubla, y cuando pienso que perderé el conocimiento, algo me toca la rodilla suavemente.

A mi lado se encuentra Blue, quien no deja de jadear y de intentar consolarme. Le abrazo y me permito romperme a su lado. No me habla, no puede hacerlo, pero ella me calma y después de desahogarme me da fuerzas con las que continuar.

—¿Por qué parece que nada puede ir bien? —le pregunto mientras me limpio las mejillas, aún temblorosa. La loba me aúlla por lo bajo, y baja la cabeza, triste.

Desde que Pastor no está, ella no es tan alegre como antes. Ya no corretea por ahí o intenta arrastrarme a jugar, solo... Solo está, cosa que me preocupa mucho.

Creo que la mandaré al veterinario con Caden o a un integrante de su equipo.

Antes de llamarlo a mi habitación, me ducho. Dejo caer abundante agua en mi cara y cuando siento que ya estoy más estable, salgo. Seco mi pelo y me visto y cuando ya estoy lista, toco la campanilla y espero.

Ya Nessa y mi padre se habrán enterado de lo que está pasando en los juzgados, así que no tardarán en llegar y decidir qué hacer. La puerta es tocada dos veces antes de abrirse.

—¿Me llamó? —pregunta Caden, con su habitual tono serio.

—Si. Es sobre Blue. Necesito que alguien la lleve al veterinario.

—No podemos —responde, seco.

—Pero...

—Nos vamos a mover de inmediato hasta que sepamos que está en un lugar seguro. Y solo en el caso que testifique y que gane el caso podrá volver a este vecindario.

—¿Y qué hay de mis padres?

—Vendrán con usted.

—¿Y qué pasa con las personas de los alrededores?

—Nada. Solo nos iremos.

Trago con fuerza y asiento. Por más que intente pelear con él, no lograré nada.

—Comprendo.

—Tome sus cosas y baje. Las menos posibles. Saldremos en cinco minutos —no dice más y cierra la puerta de golpe.

Me pongo de pie y camino hasta mi ventana. Intento abrirla de varias maneras, pero es inútil. Está cerrada y tintada. Él no puede verme.

Duro varios minutos intentando abrirla, pero no lo consigo. Es inútil, lo sé, pero no puedo irme sin hablar con Demián. Yo no me lo perdonaría. Doy vueltas por la habitación con lentitud, pues el yeso aún no ha sido retirado.

Estoy desesperada, cualquier forma de comunicarme con él me serviría, pero no encuentro ninguna.

—Me queda poco tiempo —murmuro para mi—. Necesito pensar rápido... —en ese momento mi vista se posa en el teléfono que me suministraron los oficiales de protección a testigos.

Corro hasta él y reviso rápidamente que tenga lo que busco.

Sonrío al verla. Tiene una memoria Micro SD.

Le pongo seguro a la puerta y me siento en mi escritorio. Pongo el teléfono delante de mí y le doy a grabar.

Por un par de segundos no digo nada, solo miro a la cámara, hasta que hablo.

Le digo todo lo que siento y me despido, claro, no sin antes decirle que esto no es un «Adiós», sino un «Hasta pronto».

· · ·

POV DEMIÁN KOZLOV.

Cierro el grifo de la ducha.

Mis pensamientos están hechos un lío y no sé qué hacer con todo lo que siento. Las emociones me están abrumando.

Me seco el cuerpo y me visto con rapidez. Adquirí esa costumbre cuando adopté a Pastor. Cuando llegó, a veces jugando podía lastimarme, así que vestirme rápido para que no me mordiera directamente en la piel se convirtió en una costumbre.

Me siento en mi cama y miro al frente. Las ventanas de Enya están tintadas, al igual que las mías. Tiro la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, cuando su rostro aparece en mi mente.

Te metiste hasta en lo más profundo de mi cabeza, Enya.

Unos aullidos muy familiares se escuchan en la primera planta, captando mi atención al instante. Me pongo de pie y bajo las escaleras lo más rápido que me permite mi cuerpo.

¿Qué posibilidad hay de que sea Enya? Ninguna, realmente.

Al llegar a la sala solo veo a mis padres y a Warrier alrededor de Blue, quien no deja de llorar y aullar en dirección a la puerta de mi casa.

—¿Qué le pasa? —les pregunto, acercándome a Blue.

—Vino un señor y nos dijo que Enya te pidió que la cuidaras por un tiempo, que volvería pronto.

Me agacho a la altura de Blue y toco su cabeza con suavidad. La loba de inmediato me reconoce y se refugia en mí. Beso su cabeza.

Tikhiy. YA zdes'.

«Tranquila. Estoy aquí»

La loba poco a poco se tranquiliza y cuando ya no llora, la guío hasta mi habitación y una vez allí, intenta salir a mi balcón. Está buscando a Enya.

Me siento en la cama a observarla, cuando noto que tiene el collar mal puesto. Eso debe de molestarle mucho. Camino hacia ella, pero cuando suelto su collar para arreglarlo, algo cae al suelo. Es una memoria Micro SD.

La tomo y camino por toda la habitación, buscando mi teléfono. Una vez lo encuentro, me siento en mi cama y dejo el collar allí. Coloco la memoria y miro que solo contiene un vídeo de un minuto con catorce segundos. Le doy a Play y empieza a correr el vídeo.

En cuanto lo hago, aparece la cara de Enya en mi pantalla, haciendo que se me acelere el corazón de inmediato. Tiene los ojos algo rojos e hinchados y parece tan desolada.



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En el texto hay: amorprohibido, amorodio, pasadodoloroso

Editado: 04.07.2025

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