Un amor que florece

5. Primera cita... ¿Johan?

Mariano y yo salimos de mi casa para ir al lugar dónde iniciaría nuestra primera cita como pareja, tomamos el autobús que nos llevaría a ese lugar, que él escogió para que la pasáramos bien, aún no tenía idea de que tan lejos estaba, pero si se que estaba emocionado por esto, íbamos sentados uno al lado del otro, con nuestras manos entrelazadas en un cálido enredo de dedos.

Mariano siempre se ha caracterizado por su forma de ser, siempre tan atento y cariñoso, me cedió el asiento al lado de la ventana, porque sabe lo mucho que me gusta ver el camino, su mano nunca se separó del agarre durante el trayecto a aquel sitio que realmente solo él sabe dónde es.

El transcurso del tiempo pasó lento y cómodo a mi parecer, Mariano se durmió en el camino, con su cabeza recostada en mi hombro, dormía plácidamente y la verdad no sé cómo le hace para conciliar el sueño, yo necesito estar bien cansado como para quedarme dormido en un bus. Como si de magia se tratara Mariano se despierta ya llegando a nuestro destino, a veces me gustaría saber cuál es su truco, yo si me duermo me vengo a despertar tres paradas después de la mía.

— Lukas ya llegamos— me informó —, vamos debemos caminar unas cuadras más —, dijo después de soltar un largo bostezo.

Bajamos del autobús, con Mar llevándome casi a rastras con él, simplemente me sujetaba de la mano como si de un niño de cinco años se tratara.

— Mariano, ¡ya! que puedo caminar solo—, articulé escapando de su firme agarre.

— eres muy pequeño ¿Y si te pierdo? Mira que tus padres y hermano no me perdonarían—, explicó con sus ojos clavados en mí, la verdad es que me siento ofendido.

— exageras

— como sea— suspiró—, ya estamos llegando —, finalizó sus palabras aún caminando con total emoción por llegar, hasta que se detuvo frente a una cafetería.

Al fijar mis ojos frente al local, visualicé un lugar bastante elegante, la cafetería afuera tenía plantas decorativas, contrastado con un hermoso letrero que dice "Pétalos de café" dónde tenía hermosas flores pintadas en la parte posterior, y algunos pétalos que se podía entrever en la parte posterior de la puerta, también una hermosa taza de café rodeada de flores en la ventana, su puerta de cristal con bordes de madera color caoba, y sus paredes pintadas de un color rosa pálido. Era realmente hermoso.

— ¡Valla, que elegante!— exclamé lleno de sorpresa al entrar en su interior, el olor a café y postres inundó mis fosas nasales, todo era muy hermoso y estaba combinado perfectamente con las flores, el color caoba y el rosa pálido, sus mesas organizadas de forma sincronizada, daba una calidez hermosa que se percibía en la atmósfera.

—Me alegra que te guste —, dijo en un susurro guiándome hasta una mesa cerca de la ventana, y una chica con un hermoso uniforme que llevaba el logo del café se dispuso a atendernos.

—Muy buenos días, sean bienvenidos a pétalos de café, seré quien esté a su servicio esta cálida mañana ¿Que desean pedir?—, hizo su presentación con una cálida y agradable sonrisa, para entregarnos el menú de lo que se ofrecía en esta cafetería.

— ¿Que vas a querer Lukas?—, preguntó Mariano posando sus ojos en mí al junto de la chica, que con una libreta y lapicera en manos esperaba mi respuesta.

— pues yo no estoy seguro— no había nada en el menú que no llamase mi atención, simplemente todo parecía delicioso, y para elegir no hay nadie más indeciso que yo—, hay tantas variedades que a simple vista se ven deliciosas —, expresé aún sin poderme decidir.

— bueno a lo que él se decide, yo quiero pedir un Café latte descafeinado con poca azúcar —, Mariano quien parecía haberse decidido por algo, habló al fin, y se que lo hizo por no hacer esperar más a la camarera.

— okay entiendo señor—, finalizó para en acto seguido ir a atender otros clientes.

— yo voy a querer un cappuccino con mucha azúcar —, la mesera se detuvo y anotó mi pedido, le sonreí con cordialidad, quien en un acto de aparente coqueteo que no dejé pasar por alto, me devolvió una sonrisa picarona a la vez que se acomodaba su flequillo detrás de su oreja.

— parece que le agradas mucho— interfirió Mariano con una sonrisa forzada llena de incomodidad.

— creo que solo es muy amable — respondí notando inmediatamente sus celos hacia la chica.

— demasiado para mí gusto

— ¿Celoso Mariano?

— ¿Por qué no estarlo?— se apresuró a responder—, Si le coquetean descaradamente a mi novio frente mis narices— no me esperaba esa respuesta final, como siempre tan directo y sin filtros en la boca.

— no tienes porque estarlo, además la chica no sabe nada de lo nuestro, y es una completa desconocida, así que relájate —, contesté con notable obviedad y diversión en mi rostro.

— si ajá, todos detrás de mi novio —, susurró entre dientes, pero le alcancé a oír y una sonora risa escapó de mis labios.

Después de unos minutos, la chica volvió y colocó nuestros cafés en la mesa, se veían bastante apetitoso y su olor era bastante agradable a mi olfato, se veía tan bien elaborado, que me apresuré a dar un sorbo al café y el sabor fue bien recibido por mi impecable gusto.

Mis ojos se dirigieron hacia mi novio, que aún con su taza de café intacta frente a él, me miraba con total ternura y devoción, mi corazón dió un vuelco.




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