Desde aquel día de nuestra primera cita, todo resultó en un desastre total, a pesar de que fuimos a ver una película en un centro comercial cercano, todo era incómodo y callado, muy diferente a lo que hubiera imaginado, mis nervios a flote no me permitían actuar con raciocinio, en ocasiones le quería tomar la mano como cualquier pareja a nuestro alrededor, pero simplemente no podía.
Cuando al fin terminó la película y con ella mi penuria, lo siguiente en el plan era ir a un parque de diversiones, creí que tal vez las cosas tomarían un rumbo más romántico y menos incómodo desde que salimos de la cafetería, pero Mar quiso cancelar todo alegando estar cansado, no voy a mentir, algo dentro de mi se tensó. Ansiaba tanto esto, y no sabía que estaba pasando en su cabeza en ese momento, pero es que en realidad pasó todo el resto de la cita distante y cortante, su cuerpo estaba ahí, conmigo, caminando a mi lado, más su mente parecía vagar en otro lado.
En pocas palabras la cita se arruinó desde el momento en el que cruzamos la puerta de aquella cafetería, incluso en las fotos que nos tomamos para hacer recuerdos, las sonrisas de Mariano parecían ser forzadas y sus ojos tristes, no logro entender qué sucedió.
Pasé largo rato viendo las fotos una y otra vez, añorando ver su rostro con una sonrisa auténtica en el. Ahora ha pasado un día y dos noches desde entonces, y apenas si hemos entablado conversación por mensaje.
Estoy en mi habitación acostado en mi cama, en espera de que los brazos del Morfeo me transporten al quinto sueño, más mi vista se queda clavada en algún punto fijo del techo, aún vagando en ese momento, preguntándome ¿Qué hice mal? ¿En qué momento todo dió ese giro tan drástico?
«¿Qué estás pensando en este momento Mariano?»
Todo mi ser se encuentra ansioso por qué sea lunes para poder irnos juntos a la escuela y aclarar las cosas, porque en algún momento me perdí en esta relación; tal vez deba disculparme por mi constante indecisión, que le ha causado tantas inseguridades a Mariano, debo aclarar mis sentimientos para que así él no se sienta cohibido, definir todo esto, porque yo en verdad si siento algo mas que amistad, mi corazón se estremece al estar en sus brazos, al presenciar su cálida sonrisa, al sentir su tacto, como su aliento hace erizar cada vello de mi piel, simplemente nunca quise verlo ni admitirlo... desde aquella vez.
— por favor Luk, ya no llores más, te prometo que cuidare de ti—, decía un ansioso y desesperado niño de diez años, de cabello castaño y ojos avellanas, tratando de calmar al pelirrojo que lloraba con desespero.
— pe-pero me duele mucho mar— dijo tallando sus ojitos, mientras su rodilla era revisada por su amigo, por suerte era solo un raspón, por estar correteando de un lado para otro, sin fijarse hacia donde corría Lukas Tropezó con una piedra y cayó al piso en seco.
— vamos no llores por favor, te lo pido ¿Si? Te llevaré a casa, te lo prometo y no volveré a dejar que te lastimes... Pero no llores por favor, odio que llores— dijo Mariano con sus ojos cristalinos, mientras soplaba la rodilla del menor de nueve años, por tan solo tres meses de diferencia.
— Está bien Mar— respondió más calmado, con un moco colgando de su nariz y su cara roja de tanto llorar, se refugió en los brazos de su amigo de aventuras y travesuras, quien luego le cargó en su espalda y llevó a casa con mucho esfuerzo.
— llegamos Luk, ya tu mamá atenderá tu herida y verás que estarás bien y ya no dolerá—, Dijo ayudándole a entrar y buscar a la madre del mencionado.
— Luk, Mi vida, Mariano me dice que te raspaste la rodilla —, dijo gentilmente la señora mientras traía en manos el botiquín de primeros auxilios, sacando así lo necesario para desinfectar la herida y ponerle una curita.
Lukas Se limitó a asentir, soltando leves hipidos aún con las lágrimas recorriendo sus mejillas sonrojadas de tanto llorar, la herida le dolía y ardía mucho, fue hecha con la acera al caer, el golpe añadido con el raspón no era una excelente combinación que digamos.
— No te preocupes Mariano, Luk es muy ñoño y llora por cualquier cosa, él está bien — dijo la gentil mujer ahora dirigiendo su atención al menor que observaba con cuidado a su amigo, atento a que a este no le doliera más.
— si yo solo...
— vez luk, por eso digo siempre que tengas cuidado, mira como Mariano está preocupado ¿Te gusta verle así?— reprendió su madre de forma gentil, señalando a su compañero de travesuras.
— no mamá, me gusta verle feliz—, respondió Lukasestrujando sus ojitos, para limpiarse las lágrimas.
— pues ya no llores más, hazlo por tu amigo—, la mujer restregó su cabello para sacar la gasa para desinfectar la herida de su hijo
— Está bien, ya no lloraré ¿Vez mar? Estoy bien—, dijo formando una sonrisa gigante y sorber su nariz.
— que buenoooo rojo—, brincó de alegría, tomando asiento al lado del de roja cabellera. Acto seguido tomó su mano para darle fuerzas, porque sabía que el desinfectante le iba a arder.