—Mariano— llamé al nombre de mi novio, desde el momento en que le ví, estaba frente a la puerta de mi casa, esperándome como cada día, para ir a la escuela, caminando juntos.
Mi corazón se agitó al estar frente a él y por fin poder encararlo.
—Hoy no viniste a desayunar con nosotros— le menciono en el momento en que me posicioné a su lado, cuestionando con la mirada, desde que hemos Sido mamá y yo, Mariano casi siempre viene a desayunar con nosotros.
—Buenos días rojo, esta vez desayuné junto a mamá y papá—, explicó con la mirada fija en el cielo, aún sin dirigirme tan siquiera una sola mirada.
—ah— expresé sintiéndome dolido por su indiferencia—, Bueno, entiendo ¿Que tal fué?— mi pregunta pareció sacarlo de su trance, porque al fin me dirigió la mirada, una que me decía "diste en el clavo"
—La verdad no tengo mucho que decir— pareció pensar en sus palabras, aún con la vista fija en el cielo—,sabes que mis padres siempre están ocupados en el trabajo, apenas si estaban apurados por no llegar tarde— dió un largo suspiro—, Creo que no me notaron siquiera— soltó esto último con una dejadez de costumbre y a la vez tristeza, se lo importante que es para Mariano pasar un poco de tiempo al lado de sus padres, luego de lo que pasó con Mario.
—Ellos se pierden en su propio mundo, pero siempre debes de saber que lo hacen para poder darte lo necesario y más—, trato de consolarlo con palabras qué; sé claramente son vanas para él. Más que palabras de consuelo, sonaron a palabras de resignación y conformismo.
—Solo me hubiera gustado un poco más de su atención... Solo eso— concluye avanzando el paso, y se que tiene razón, sé que las cosas materiales no se comparan con el amor que un padre y una madre pueden dar de manera incondicional hacia su hijo, que su atención vale más que cualquier otra cosa, pero ¿Qué queda entonces?
Se que está caminando a mi lado, pero no puedo evitar sentirlo distante, cómo si sus pensamientos vagaran en otro mundo, uno desconocido para mí, nunca imaginé lo difícil que es llevar una amistad a una relación.
Al cabo de unos eternos minutos, alcancé a vislumbrar el callejón que en muchas ocasiones nos ha servido de atajo, aquel estrecho espacio donde nos abrazamos aquella vez y dónde Mariano me besó apasionadamente.
Así que apresuré el paso al lado de él y tomé su mano, guiándolo a rastra.
—Lukas¿Que estás hacien...?—, no alcanzó a culminar su pregunta, por el hecho de que lo sorprendí con un abrazo, por un momento se quedó rígido, como si esta acción lo hubiese tomado desprevenido, para luego corresponder mi abrazo.
La desesperación que siento en este momento es difícil de explicar, ¿Por qué? Lo cierto es que ni yo mismo tengo la respuesta a esa pregunta, solo sé que lo siento alejarse, y ese sentimiento no me gusta.
no quiero que te encierres… No quiero que me alejes.
—Lukas...yo
—Sé que estás distante desde el día de la cita, pero— mis palabras parecen atorarse en mi garganta—, ¿Por qué no me dices la causa de tu aislamiento?... Yo sé que estás triste por lo de tus padres, y que todo esto te trae amargos recuerdos, pero ¿Por qué lo callas? Sabes que cuentas con mi apoyo incondicional— mis palabras pronunciadas parecen tener un efecto en él, pues lo siento tensarse bajo mi tacto, pero necesito sacar todo lo que pienso al respecto, se que no soy el más indicado, pero simplemente no puedo verle así, y quedarme sin hacer nada... Me duele.
—Luk, La verdad es que yo— pareció dudar de sus palabras un efímero momento, pero no le dejé continuar.
—Mar, yo sé lo importante que es para ti estar con tus padres, pero aún si ellos no te dedican el suficiente tiempo que mereces— me separo un poco del abrazo para poder mirarle a los ojos—, Yo te dedicaré todo mi tiempo de manera incondicional, estaré siempre a tu lado para hacerte compañía, para forjar buenos recuerdos, así que te lo imploro— le ruego cortando el contacto visual—, No te encierres—, al finalizar esto último, mi voz se quebró, escondo mi rostro en su pecho, para evitar que me viese llorar.
—¿Cómo es posible que lo sufras más que yo?—, su voz aparentemente calmada, resonó en mis oídos, al mismo tiempo que acariciaba mi cabeza, hundiendo sus dedos en mi cabello, y su otra mano sobaba mi espalda, en un intento de calmarme.
—Luk, Yo he—, sus palabras se detuvieron abruptamente, captando mi atención—, cierto, no mereces que me distancie, pero no me distancié porque estuviera enojado contigo, o por lo de mis padres, Es solo que— su voz empezó a divariar, cómo si no supiera cómo explicar sus ideas—, Yo estaba celoso— dirijo mi mirada hacia Mariano luego de escuchar aquello, con cierta intriga e incertidumbre sobre lo que acaba de decir.
—¿Celoso?—, no puedo evitar preguntar, con notable duda, exigiendo una explicación coherente, Mariano pareció entender, y rascaba su nuca con movimientos nerviosos, escogiendo sus palabras para lo que me diría.
—De Johan— dijo al fin, en un susurro casi imperceptible, pero que claramente mis oídos alcanzaron escuchar.
—No entiendo—, logré articular—, ¿Por qué?—, sigo sin entender, es cierto de que tengo o tenía ciertos sentimientos hacia Johan, pero al pasar de los días han sido reemplazados poco a poco por Mariano, quién es el verdadero dueño de mi corazón, y que claramente es ajeno a ello, pero que ha ido monopolizando cada parte de mi ser.