En el momento que tuve que enfrentar la realidad, me había arrepentido de mi decisión, era lunes, ya me había levantado y organizado mi habitación, estaba listo para ir a la escuela. Me paré frente al espejo y simplemente tuve lástima de mí mismo, mis ojos opacos y ojerosos, con esa mirada que incluso yo notaba apagada mis labios están resecos y hasta podría decir que bajé considerablemente de peso. No quiero salir, no quiero ir, no me siento bien, pero debo asistir si no quiero reprobar el año.
Mamá había preparado el desayuno, pero la verdad es que no tenía ganas de comer, estaba estresado y la ansiedad acaba conmigo lentamente, mis sentimientos me están matando vivo, las mariposas que antes sentía en el estomago, ahora se convirtieron en polillas, y me están carcomiendo lentamente por dentro, mientras me desangro.
simplemente no quiero verlo, ir a la escuela significa eso, tener que verlo, respirar su mismo aire y sentarme a su lado, yo no quiero eso, pues ahora más que nunca lo necesito lejos de mi.
—Hijo, amor— mi madre me saca de mi trance, y la miré por un momento, en su mirada había algo que me inquietaba, más allá de su preocupación—, por favor come tu desayuno, tengo que ir al consultorio, nos vemos más tarde, cualquier cosa no dudes en llamarme ¿está bien cariño?—, culminó de forma gentil, mientras tomaba mi rostro en sus manos y besaba de manera cariñosa mi frente y mis mejillas, y solo la abracé, en un intento de sentirme seguro en sus brazos, como cuando era niño, pero de alguna forma no logro sentir esa seguridad en los brazos de mi madre.
— Está bien mamá, te quiero—, le respondo, y trato de inútilmente regalarle una sonrisa, para calmarla y que se fuera con tranquilidad, pero ella inmediatamente notó que fue fingida, escudriñadóme tras aquellos ojos.
—Está bien cariño—, dijo sin forzar la situación, aún no le digo que me sucede, aunque quisiera no podría decirle, ¿Cómo decirle que su hijo es gay? ¿Qué salió con su mejor amigo de la infancia y rompieron su corazón?
Así que con ese pensamiento en mente, vi el desayuno frente a mí, traté de comer un bocado, pero solo sentí náuseas, así que lo guardé en el refrigerador. salí de casa más temprano que de costumbre, empecé a caminar, para ir a la escuela, pero se siente extraño que este camino que siempre solía recorrer al lado de Mariano, ahora lo tengo que recorrer yo solo, es solitario, el simple hecho de hacerme la idea y vivirlo, revive mis heridas latentes.
Me desvíe por el callejón, aun sabiendo que es un error dañino para mí, es una mentira decir que lo hice para acortar camino, pero ahora que estoy acá me detengo, y mi mente recrea aquellos momentos íntimos que vivimos justo aquí... mis lágrimas no tardan en avecinarse a mis ojos, niego en un vano intento de borrar los recuerdos, esos que apenas fueron los más felices preciados, pero ahora son los más dolorosos.
Mis pasos se vuelven lentos y desganados, al estar frente a la escuela sentí el impulso de devolverme a casa y refugiarme en mi habitación, pero ya no me puedo permitir seguir así, simplemente me obligué a entrar. al parecer el timbre ya había sonado, todos parecían estar en sus correspondientes aulas, o algunos estaban ingresando, me dirigí hacia mi aula, mis pies se sentían pesados, y me quedé de pie unos minutos en el pasillo, y mi corazón bombardeaba con fuerza.
Caminé hasta la puerta, y entonces lo vi, nuestras miradas se cruzaron un breve instante, y todo a mi alrededor desapareció, mi corazón estaba ansioso, era como si quería salir de mi pecho y correr a sus brazos, más traicionero no puedes ser; corazón mío. Pestañeo un par de veces saliendo de mi trance y veo a nuestros compañeros. quienes me saludan y preguntan por mi estado de salud.
—¿Lukas? ¿estás bien?—, dijo Antonio mirándome con preocupación, y simplemente asentí.
—si estoy bien, lo siento no escuché lo que decías, Thomas—, dije sintiendo mis mejillas arder, los chicos me observaron algo preocupados y se miraron entre sí, pero no insistieron más en sus preguntas, lo que agradecí internamente, y continué mi camino hacia mi correspondiente lugar, no sin antes sentir los ojos de cierta persona en mi, me detuve un momento, y le vi, parecía que tenía algo para decir, pues abrió su boca e inmediatamente la cerró, sus ojos me transmitían muchas cosas, pero al final solo me dedicó una sonrisa.
Al final llegué a respectivo lugar, y me detuve justo frente a él, nos quedamos mirando en un eterno silencio, al final Mariano apartó su mirada, como si tratara de ignorar mi mera existencia; me duele. Nuevamente los recuerdos me invadieron, apreté mis puños lleno de impotencia, tenerlo así de cerca no me ayuda en lo absoluto, y mis latidos erráticos son prueba de ello, al final me senté, no tuve la osadía de dirigirle la palabra, apenas si pude concentrarme en clases en todo el transcurso de la mañana, las horas, minutos, segundos parecían una dolorosa eternidad para mí, que simplemente en el momento que sonó el timbre, salí lo más rápido que pude.
Al fin siento que puedo respirar con facilidad, caminé hasta la cafetería, para ver qué podía buscar para comer, pero por más que veía, nada me apetecía, al darme la vuelta mariano y los chicos , quienes no dudaron hacerme señas para que me sentara junto a ellos a almorzar, le escribí a thomas diciendo que tenía algo que hacer, solo era una mera excusa, compré un jugo y me dirigí hacia la azotea, me senté a ver el cielo, y esta vez sí parecía ir acorde con mis pensamientos, pues estaba nublado, parecía que llovería en cualquier momento, ya que hacía mucho viento y el cielo se cerraba cada vez más, ocultando aquel azul encima de esas grises nubes.