Un amor que florece

13. Ya no hay espacio para mi.

Sus labios cálidos, buscaban los míos con movimientos torpes y lentos, mientras sus manos acunaron gentilmente mi rostro, me sentí desorientado y algo confuso, por un momento quería perderme, dejarme llevar y olvidarme de todo... pero.

— no... por favor—, le dije separándome del beso, para luego quitar sus manos de mi rostro y mis mejillas ardían a fuego vivo.

—Yo lo entiendo... en verdad lo siento; no quería—, decía atropelladamente, antes, tal vez, me hubiera derretido por un beso de

— Está bien; descuida— le respondo sin poder mirarlo a los ojos, y él parece estar nervioso, y vuelve a rodearme en un abrazo y planta un corto beso en mi mejilla.

en eso escucho el timbre sonar, pero no siento ganas ni ánimos como para regresar a clases, así que decidí quedarme un poco más en la azotea.

— Deberías ir a clases—, le sugiero cuando le veo sentarse a mi lado, y sé que él es aplicado en sus estudios, no quisiera que se metiera en problemas por mi culpa.

— Está bien, por un día que falte a clases no reprobaré el año—, dijo de forma relajada mientras se quitaba los lentes, y pude ver de forma directa sus verdes ojos, que conectaron con los míos.

— bueno espero no te arrepientas luego, te lo advertí, así que puedo lavarme las manos—, bromeé en respuesta a su comentario.

— no te preocupes, no te culparía—, dijo en una risa nerviosa y sus mejillas se coloraron en el acto.

La tarde fue pasando volando, y nos saltamos todas las clases restante, por primera vez en semanas me sentí más tranquilo, incluso podía respirar en paz, pero aun así, cada vez que mi mente vagamente viaja a esos momentos tan dolorosos, siento que algo dentro de mi se comprime y oprime mi pecho y vuelvo a sentirme igual.

— oye, Lukas ¿alguna vez podrías darme una segunda oportunidad?—, entonces vino aquella pregunta, en ese momento los ojos de Johan nunca se apartaron de los míos, la mirada era tan intensa, que podría decir que me descubrió el alma, y a la vez pude ver una pizca de esperanza en ellos.

Lo observé con detenimiento, miré sus ojos, aquellos de lo que me había enamorado, observé sus largas pestañas curvadas hacia arriba, que hacía resaltar su color, observé sus labios, los mismos con los que alguna vez añoré besar, sus mejillas, su mandíbula, su cuello, incluso miré sus brazos, aquellos con los que alguna vez soñé me sostuvieran y abrazaran... pero he aquí el dilema, ya no tengo los mismo sentimientos, esos sentimientos que provocaban mariposas en mi estómago, que hacía mi corazón correr de forma desenfrenada, que cuando me dedicaba una mirada por más indiferente o fría que fuera, mis mejillas se coloreaban por la vergüenza.... lo siento.... ya no estaba enamorado de ti, Johan, esa era mi verdad.

— yo lo siento— pausé un momento, buscando escoger las palabras correctas—, pero la verdad no creo que—

—entiendo—, dijo desviando su mirada— pero al menos podemos ser amigos ¿no? — una sonrisa cohibida dio lugar a su triste expresión, se que a pesar de su sonrisa, sus ojos no sonríen igual.

—si... podemos ser amigos— le contesté ensanchando una enorme sonrisa

el timbre nuevamente sonó, marcando la hora de salida de la escuela, y Johan y yo esperamos unos minutos, antes de ir a buscar nuestras cosas al salón, entonces cuando llegamos al entrar ya todos se habían ido... todos excepto tú.

—Mariano—, digo tu nombre en el momento en que te veo, recostado en el mismo lugar y mi mochila al lado

— El maestro estaba preguntando por ti—, dijo entregándome una hoja— y por ti— dijo señalando a Johan y señalando también una hoja en su escritorio.

— entiendo gracias—, respondo tomando la hoja, y guardándola en mi mochila, Mariano se puso de pie y se quedó frente a mí, mis nervios se dispararon a flor de piel ante la cercanía que tengo con Mar. siento a Johan llamar mi nombre, pero su voz se escucha lejana cuando mi rostro queda frente a frente con Mariano.

— Cariño, ya estoy aquí— escuché llegar a Lety, y me separé inmediatamente— Hola Mariano, y Hola... tú— dijo, señalando a Johan, dando a entender que no sabía su nombre, y abrazó el brazo de Mariano, recostando su cabeza en su hombro. Me quedé embobado viendo su actitud, que no noté cuando Johan me tomó de la mano y me sacó de ese lugar.

— No te tortures a ti mismo— dijo en voz baja, pero pude alcanzar a escucharlo.

— Lo sé, supongo que soy masoquista

— Tú corazón no puede evitarlo— dijo finalmente, y seguimos caminando en un eterno silencio, llegamos a una heladería y compramos helado, compré del más grande de diferentes sabores para endulzar este amargado corazón.

Mariano

El receso había terminado, y Lukas aun no llegaba a clases, empecé a preocuparme, ya que él no es de los que se saltan las materias, y más fue mi preocupación al ver que Johan, tampoco había llegado a clases.

¿Y si están juntos? ¿Qué podrían estar haciendo?

siento mi estómago revolverse ante la simple idea de que ellos dos estén juntos, entonces la clase finalizó y empezó la próxima y aún no habían señales de ninguno de ellos dos.

y así finalizó el día, Lukas nunca volvió a clases, pero aun sus pertenencias estaban aquí, así que con la excusa de pasarle sus notas que había dejado el maestro, me quedé a esperarlo, ya no quedaba nadie en el aula, y los minutos iban pasando, hasta que le vi entrar por la puerta y ambos no miramos, caminó hacia mi dirección para tomar su mochila y más atrás venía Johan.




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