Un amor que florece

18. No te vayas.

— ¿En verdad tenemos que despedirnos de esta manera?—, preguntaba Thomas con cierto aire de inquietud en su mirada, le miré por pocos segundos, incapaz de sostenerle la mirada, estoy avergonzado.

—lamento que tenga que ser de esta forma chicos—, me encojo de hombros, restándole importancia al asunto, al ver la tristeza reflejada en sus ojos, que al verme pude leer pena, no los culpo yo también sentiría lástima por mi.

Y es que estos últimos días con todo el alboroto en la escuela, todos sabían la situación, solo la “verdad” que Lety había expuesto; al final mi familia se enteró de todo el murmullo que tanto deseaba ocultar, mi madre se decepcionó de mi y se niega a dirigirme la palabra, Mariano no asistió en los siguientes días y no tuve oportunidad de verlo, pero yo me vi obligado a ir a la escuela solo porque mamá no me quería tener en casa y quería que afrontara las consecuencias de mis actos, estamos a unos días de celebrar nochebuena y Navidad, pero me habré ido de la ciudad para entonces.

Al ver atrás me doy cuenta de que el único apoyo con el que contaba era Mariano, cuando solo eramos amigos, ahora ya no queda ni una pizca de lo que éramos antes, aún no quiero ver el rostro de mi padre y hermano cuando los vea, dónde ni siquiera mi madre, quien es que debe mostrarme tan siquiera una pizca de comprensión se digna a verme a los ojos.

Es increíble cómo la vida puede dar un giro de 380 grados, pero es momento de empezar desde cero, eso quiero creer. Necesito rehacer mi vida, y empezaré desde hoy… el último día de escuela e inicio de las vacaciones de fin de año, me iré con estos últimos recuerdos que… se que algún día superaré, de un amor que se marchitó, o qué tal vez nunca floreció.

— al menos quería organizar una última salida entre todos —, comentó con desánimo Argelis.

— ¡no sé desanimen chicos! ¿Por qué miran esto cómo un último adiós? Yo lo veo como un hasta luego, no es la última vez que nos volveremos a ver ¿Cierto, Lukas?—, dijo Antonio aliviando la tensión en el ambiente y mirándome con cierta pizca de esperanza, entonces le sonreí e hice un asentimiento a lo antes dicho.

—¡Claro que nos volveremos a ver chicos!— , dicho esto me dirijo a casa una última vez, luego de haberme despedido, extrañamente Johan no asistió hoy, de seguro negándose a verme una última vez, porque al igual que yo… odia las despedidas.

Al llegar a casa, mamá no estaba ahí, solté un largo suspiro y contuve mis deseos de llorar, esperaba por lo menos poder verla hoy. Mis maletas ya estaban hechas y papá vendría por mí a las 5:00pm, ya faltaban 15 minutos para entonces, así que recorrí la casa una última vez y ví aquellas fotos familiares que siempre adornaban las paredes del pasillo, por alguna razón todo luce gris y ambiguo a mis ojos. Vi a través de la ventana de mi habitación una vez más, tal vez esperando ver a Mariano levantar las cortinas de su habitación, y hablar, ¿cuánto tiempo ha pasado sin hacer eso?

Mi celular vibró en mi bolsillo sacándome de mi trance, y lo revisé, pensando en que tal vez es un mensaje de papá avisando que ya estaba en camino.

Pero, la realidad era otra

“Homosexual de mierda !!! ¿Por qué no te mueres?”

“puto homoxeual, que bueno dejas la escuela, no valla a ser contagioso”

La misma situación desde aquel día, el acoso es cada vez peor, y la situación más abrumadora, guardé nuevamente a Júpiter y solo me recuesto en mi cama mirando al techo.

“No te vayas”

Quería tanto escuchar esas palabras hoy… pero de tus labios.

“Empecemos de nuevo”

Eso quisiera, pero no es posible, no hay vuelta atrás; esas fueron las palabras que dije aquel día.

“¿Mamá es tanto la decepción para no despedirte siquiera de tu hijo?”

Escuché que tocaron la puerta, y salgo del trance de mis pensamientos, tomo mis maletas y me dirijo hacia la puerta para abrir, pensando que me encontraría con papá.

— Mariano—, cualquier palabra que mi mente quería formular se atascó en mi garganta impidiendo decir algo más además de su nombre.

— ¡Por favor, no te vayas!—, dijo ahogado entre sollozos, abrazándome al instante que me vió, sentí su rostro hundirse en mi cuello y siento querer abrazarlo de vuelta y mis lágrimas retenidas por todos estos días estallan.

No sé cuántos minutos duramos así, pero el sonido de la bocina de un auto, nos hizo separarnos; era papá.

— suelta a mi hijo—, demandó en cuanto salió del auto, señalando inquisitivo a Mariano, papá me jaló del brazo y se interpuso entre ambos.

— si, lo siento señor Mateo— respondió cabizbajo, retrocediendo dos pasos, ocultando su rostro entre su cabello, está bastante largo comparado con la última vez que le vi, ahora llega hasta su nariz.

— Ya avisé a tú madre, vámonos Lukas—, dijo mi padre, tomando mis maletas y subiéndolas al auto, asentí lentamente, ignorando el hecho de que mi madre no vino a despedirse, porque en este momento mis ojos no pueden dejar de verte.

— adiós, Mar—, a ti si te dedico un adiós, porque no planeo volver a verte, a no ser cosa del destino.

— Hasta pronto, Luk—, Tus ojos rojos e hinchados se niegan a dejarme ir, están reacios que este sea un final, lo sé por tu determinación, por esas lagrimas. Con esa última mirada, de aquellos ojos suplicantes, aquella triste vista que me rogaba, y casi me hace salir del auto de papá y bajarme e ir y aferrarme a él, sin importar nada, el mundo, los prejuicios, las críticas… nada de eso importa; al menos eso quería creer. Yo merezco más, no necesito más recuerdos dolorosos y él es la principal causa de todo lo que me pasó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.