Observaba el techo con desgana, y más de un suspiro se escapó de mis labios en toda la mañana, papá y Derek hacían las compras para esta noche, según tengo entendido la novia de papá nos acompañará en esta noche buena.
Estaba aburrido y no encontraba nada que hacer, mi celular lo tenía apagado, rara vez lo enciendo y la verdad me aterra encenderlo, supongo que es normal luego de tanto acoso, pero siento que solo huyo de mis problemas.
Escuché el auto estacionarse frente a casa y me asomé a la ventana de mi habitación viendo a mi hermano bajarse con unas bolsas del supermercado, y papá siguiéndole el paso. Cuando entraron a la casa bajé rápidamente las escaleras.
Ambos me regalaron un abrazo, me ofrecí a ayudarles a preparar la cena de hoy, pero ambos negaron y me mandaron a sentar, al final miré la hora y decidí de nueva cuenta volver a ese parque, habían pasado tres días.
Me di un baño, al pararme frente al espejo me di cuenta que parecía un zombi con las tremendas ojeras que cargaba.
«no, pues con razón me llamó mapache »
Tomé mi celular, ya que mi hermano dice que lo tenga cuando salga, y aviso que saldré a dar un paseo y ambos asienten luego de que les especifiqué que iría al parque cercano.
Al llegar, visualicé a los lejos al mismo chico que me llamó enano, sentado solo en los columpios y me acerqué algo temeroso, y me detuve frente a él, está vez se invirtieron los papeles ya que tuvo que alzar su vista para verme. Le sonreí altanero.
—sigues siendo enano—, pareció percatarse de mis intenciones, lo fulminé con la mirada.
— y tú un gorila malhumorado —, le contraataco, mi comentario pareció divertirlo.
—No me tientes, pequeño mapache, además no te di permiso de hacerme compañía — dijo serio, y me miró fijamente, su mirada profunda aún me inquieta.
—de la misma manera que yo no te di permiso el otro día, gorila — me defiendo
—Lo dice quien invade territorio ajeno
—Me permito recordar que este es un lugar público.
—¿Quién te preguntó? enano con cara de mapache
—A ti que te importa, Gorila con cara de Gorila— me maldigo por mi mal juego de palabras.
—¿Es lo mejor que se te ocurrió?
—Ni lo digas, me estoy castigando internamente por esto—, ambos reímos de forma estruendosa, para después quedarnos en un largo silencio.
Ambos, por un momento, nos embarcamos en nuestros propios pensamientos, recuerdo cuando le vi a lo lejos, parecía perdido en ellos, a simple vista veía un chico solitario. En cambio yo, no sé qué pensar, es la primera vez que pasaré nochebuena sin mamá, y el hecho de que cada vez que enciendo el celular no hay ni un solo mensaje de ella, me deja saber lo poco que significo para la mujer que me trajo al mundo y me crío con "cariño".
Un corto suspiro se escapa de mis labios, y no sé en qué momento el chico Gorila se levantó de su lugar para tomar la cadena de mi columpio, jalar hacia atrás y empujarme, tomándome desprevenido.
Me aferro como puedo a las cadenas, y meso mis pies atrás y adelante ganando mi propio impulso, el viento chocando contra mi rostro se siente genial en este momento.
Luego el volvió a su lugar y empezó a mecerse de igual forma, compitiendo en quien llegaría más alto, obviamente el gorila a mi lado. Me reí frenéticamente de la situación y luego ambos parecíamos niños pequeños cuando nos fuimos al sube y baja , después a la jungla donde nos sentamos a ver el atardecer.
—Nunca te había visto por aquí —, comentó con sus ojos fijados en el cielo anaranjado.
—Me mudé apenas estos días —, comenté
—Ya veo ¿Y qué tal?
—no está nada mal—, sonrió de lado al escuchar mi vaga respuesta.
—No pareces muy convencido de tu respuesta — expresó con su entrecejo fruncido, cómo si estuviera intentando sonar serio, pero una sonrisa escapó de sus labios.
—Todo es nuevo, y aún no me acostumbro al ambiente, supongo— niego con los hombros
—¿Alguien ya te dio la bienvenida?
—realmente no, supongo no importa, no conozco a nadie aquí.
—¿Yo soy nadie?— inquirió ofendido
—Ni siquiera se tu nombre — me justifico
—En este caso mi nombre no cuenta— colocó su mano en su barbilla —, digamos que soy tu compañero del patio de juegos — aplaudió para luego señalarme con su dedo índice cómo si hubiera tenido la mejor idea del mundo —Pues entonces, panda rojo, bienvenido a este vecindario de mierda —, la forma en que lo dijo, me hizo mucha gracia.
Río fuertemente agarrándome el estómago en el proceso, las ocurrencias de este chico no van acorde con su imagen de Bad boy
—Entonces Albert Einstein ¿Pasé de ser un mapache a un panda rojo?—, le cuestiono enarcando una ceja, luego de que mi risa cesara.
Su rostro pareció enrojecer un poco, esquivando su mirada hacia el lado contrario.
—desde el otro día estaba tratando de recordarlo, y mapache fue lo primero que se me vino a la mente — pareció pensar un momento —, ¿pero, sabes? Tengo buena intuición al comparar — se pavoneo a la vez que obtuvo una postura erguida, con orgullo