Incluso ver Netflix puede resultar aburrido cuando te quedas solo en casa en Nochebuena, con tus pensamientos apoderándose de ti cada cinco minutos, haciéndote sentir menos, menospreciándote y envenenándote lentamente con ellos.
Cada vez que un golpe de realidad abruma mi mente, cada caída es más fuerte que la anterior, y una enorme frustración acompañado con unas ganas inmensas de llorar nubla todo mi juicio, mis latidos errantes y pocos rítmicos, ese sentimiento de sofocamiento, el hecho de que estoy solo, no tengo a nadie en que apoyarme.
Apagué el televisor, para ir a mi habitación y tratar de dormir, mi único método de escape a mis pensamientos pero no a mi realidad, mis pies se sienten pesados y de alguna forma el inquietante sentimiento de vacío no se va, tengo muchas ganas de gritar, de golpearme, de hacer que todo esto desaparezca para siempre, no me gusta sentirme así, lo odio tanto que siento que podría morir.
El sonido de la puerta siendo tocada me saca del trance en que yo mismo me había sumergido, al punto de que caí en cuenta de que he estado caminando sin parar de un lado a otro, y tengo las manos sudorosas y temblorosas, no me había percatado de que he estado mordisqueando mis uñas, pasé mis manos nerviosamente por mi cabello en un intento de calmarme, me pregunto quien estará fuera a esta hora, en plena navidad, se que papá y Derek no son, puesto que tienen su propia llave, y no llegarán ahora, o al menos no hoy. con la curiosidad desbordando mi mente me acerco hasta la puerta, que fue tocada una vez más, y me debato entre si abrir o no, al final puede ser algún conocido de papá o de mi hermano, así que opté por abrir.
Mis ojos tardaron en encontrar el rostro de la persona, hasta que tuve que alzar los ojos para verle el rostro, ahora viéndolo más de cerca y ambos en pie, me doy cuenta de que este chico es ridículamente alto o yo soy ridículamente pequeño.
—¿Gorila?
—¿Panda rojo?
preguntamos ambos al mismo tiempo, su mirada parecía examinarme de pies a cabeza, claro si no me pongo a procesar el hecho de que me había cambiado de ropa y puesto de mis pijamas usuales de superhéroes, o el hecho de que seguro estoy hecho un desastre andante, para alguien tan vacío como yo, es fácil llevarse una mala impresión.
—¿Qué haces aquí?—, inquirí cuidadosamente—, Además ¿Cómo sabes donde vivo?- volví a preguntar hallándole más sentido a esta última pregunta.
—Bueno, el vecindario es pequeño, ¿Sabes? Además no sabía que vivías aquí, solo que mamá quiso compartir unas empanadas que hizo, y me mandó a traerlos—, Explicó, entonces me fijé en la pequeña canasta en sus manos–-. Hace frío ¿Sabes? ¿Me dejarías pasar?
—Claro, disculpa estaba, un poco sorprendido—. contesté abriendo en totalidad la puerta, permitiéndole el paso, le guíe hasta la sala, donde anteriormente casi entro en pánico.
—¿Estás solo en casa?—, su pregunta me tomó desprevenido, y entonces le vi con una mirada inquietante.
—Papá y mi hermano salieron hace un rato- respondí a lo obvio
—si, pero me imagino que debe ser solitario quedarse solo en navidad, más que recientemente te acabas de mudar, por eso digo—, de alguna forma me molestó su comentario.
—Tu no sabes nada—, mi respuesta parece descolocarlo un poco, pero de alguna forma aun sigue examinándome con la mirada, hasta que luego de unos dos minutos se sienta en el sofá y deja salir de sus labios un largo suspiro.
—oye mapache, será mejor que pruebes estás deliciosas empanadas mientras estén calientes todavía—, su repentino cambio de conversación y como decidió no indagar más en el asunto me hizo sentir menos tenso, y me permitió relajarme un poco, entonces tomé asiento a su lado guardando distancia. Él tomó una empanada y empezó a comer.
—¡oye, se supone que tu mamá lo envió para nosotros!—, le exclamé arrebatándole la pequeña canasta, tomé una empanada y le di un mordisco.
—están deliciosas—. digo luego de haber comido una, están rellenas de carne molida, su mamá tiene buen sazón.
—lo sé, la sazón de mamá es la mejor—, sus ojos parecían brillar al hablar de su madre, entonces luego noté algo en lo que no me había fijado minutos atrás.
—¿Y tus piercings?—, me miró un momento e hizo un gesto desganado con los hombros, para después seguir comiendo.
—Mamá me pidió que aunque sea por hoy que no los use, a ella no les gusta, supongo que mi vieja no entiende la fucking vibra—, respondió resignado luego de ver que le iba a seguir insistiendo con la mirada, entonces me reí ante lo último.
—pareces tener una buena relación con tu madre al menos—. mi respuesta fue vaga, pero nostálgica, el hecho de recordar mi figura materna, y caer en cuenta de que ella poca veces fue el tipo de madre atenta, vivía más en su oficina que otra cosa, y desde niño pareció rechazar una parte de mi, a pesar de su sonrisa y sus abrazos, siempre la sentí distante, y ahora me doy cuenta de lo fácil que ha sido para ella deshacerse de mí luego de haber cometido un error, ella me odia o nunca me amó, no se cual de las dos variantes será, pero no puedo evitar que duela, porque yo a ella si la extraño.
extrañaré sus comidas, sus regaños, sus abrazos, todo de ella, y el hecho de que ni siquiera se haya despedido y me hizo ir antes de los estipulado recogiendo hasta mis cosas, me hace darme cuenta de que ella no quiere un hijo defectuoso como yo, de seguro enterarse de todo eso la decepcionó, tener un hijo gay, desviado del camino, si me pusiera en su lugar ¿yo también haría lo mismo?
—¿Lukas?—, El chico cuyo nombre desconozco, estaba frente a mí, con una mirada preocupada, había olvidado que estaba hablando con él, en cambio volví a dejarme envolver por mis pensamientos—. ¿estás bien? lo digo por que tienes cara de alguien que quiere empezar a llorar, y no es que lo diga por mal ni nada, solo estoy preocupado, ¿Sabes?
—Estoy bien, no es nada, gracias por preocuparte—, le respondí de la manera más sincera posible, y tomé otra empanada para comer, de alguna forma esto se siente cálido—. ¿Quieres ver una Peli?—, le pregunté