Mi abuelo me recibe con un abrazo efusivo, dejo las maletas a un lado y reparo toda la casa. Sigue igual, una casa colonial, algo vieja y polvorienta por el poco mantenimiento, pero siguen igual el montón de cuadros coloridos, las vajillas llenas de flores, los manteles de colores, las flores en cada esquina donde posas la mirada, a través de la ventana puedes ver el pasto seco y largo y el establo que está a punto de desmoronarse.
—Hija deberías recorrer el pueblo, tantos años fuera, dudo que alguien vaya a reconocerte...
Subo rápido a cambiarme de ropa antes de que mi abuelo decida reprocharme por los siete años que pase fuera del país. El calor de la costa me vuelve loca, me recogeré el cabello en una cola de caballo, porque aparte de ser rizado es abundante y eso de traerlo suelto con estas calores no me simpatiza. Saco un short viejo de mezclilla y las botas polvorientas, en la parte de arriba me coloco una camisa marrón de tirantes y el sombrero que está más sucio que mi alma y la de todos.
Salgo para ir al establo a buscar a un caballo, no miento el establo esta que pasa una brisa y se lo lleva, tendré que hacerle unos arreglos, todo está tan descuidado en este lugar. Hay siete caballos y les sorprenderán sus nombres,lunes, martes miércoles y etc. No sé quién me dejo nombrar a esos pobres animales. Tomo a lunes porque es mi favorito, tiene un pelaje blanco que brilla como dorado bajo el sol, es un caballo verdaderamente hermoso, lo preparo mientras dejo que me reconozca, tantos años fuera y aún no me olvida.
Lunes corre rápido, o te sujetas bien o te manda a conocer a Diosito. Recorremos el pueblo saludando a un montón de gente que se asombra por verme por aquí, agradezco haber traído el sombrero el sol está supercaliente, saludo en la iglesia, en las tiendas, y llego a reconocer a varios amigos a lo lejos, casados, con hijos, trabajando, comprando, todos hicieron su vida, no se quedaron solo existiendo y yo bueno, termine una carrera y tengo un trabajo estable, con casi treinta y bueno sola ,pero con plata, eh.
Llego a la escuela y me mantengo a una distancia prudente, dos niños de ojos verdes y cabello rizado que reconozco muy bien, imposible que no logre reconocer esos ojos, los niños se alegran al ver el caballo y cruzan la calle para tocarlo, lunes es amigable así que no me interpongo.
—¿Niños donde está su papá?
Ellos señalan a julio que va saliendo de la escuela con una mujer, cabello lacio, ojos negros, piel pálida. Nuestras miradas se cruzan y puedo ver la sorpresa reflejada en sus ojos. Lo único que atraviesa por mi cabeza en estos momentos es que esa mujer es la madre de los hijos de Julio, se puede notar por esa piel pálida que tienen y por la manera en que ella primera los mira a ellos y luego a mí. Julio se casó y formo una familia, todo eso mientras yo estaba fuera. Estos niños tendrán apenas unos cinco años, cuanto fue el tiempo en que se demoró en olvidarme, no y que era el amor de su vida, alguien que lo marco, puras mentiras, dos años y si no es menos y formo una familia, no sé que esperaba si ya lo sabía, solo quería confirmarlo con mis propios ojos.
—Elena.
Aparte a los niños y tome las riendas, Lunes corrió como nunca sacándome de esa situación ,el corazón me latía a mil y las lágrimas corrían con fuerza.
Formo una familia y yo no pertenezco a ella.
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Editado: 30.10.2025