Recuerdo ese día como si fuera ayer. Mi hermana y yo nos paseábamos por la calle principal de nuestro pueblo, disfrutando del sol y el aire fresco. Las casas familiares y los jardines bien cuidados me resultaban tan familiares, pero ese día todo parecía diferente.
De repente, vi a un grupo de niños jugando en la acera de enfrente. Uno de ellos llamó mi atención. Tenía el cabello oscuro y ojos brillantes que me miraban con curiosidad. Se rió con sus primos y hermanos, y su sonrisa me robó el corazón.
Me detuve a mirarlo, sin poder apartar mis ojos. Mi hermana me preguntó qué pasaba, pero no pude responder. Estaba hipnotizada por ese niño desconocido. Me sentí como si hubiera encontrado algo especial, algo que no sabía que estaba buscando.
Mi hermana me tomó la mano y me llevó a seguir nuestro camino, pero no pude dejar de pensar en ese niño. Me pregunté quién sería, qué edad tendría, qué le gustaría hacer. Me sentí como si hubiera encontrado un tesoro escondido.
No sabía que ese niño se convertiría en el amor de mi vida, pero en ese momento, supe que quería saber más sobre él. Y así comenzó todo...