Un amor, sin fin

La prisión del pasado

Seguí con mi vida, porque me tocaba seguir adelante por mis hijas. Pero me sentía prisionera, prisionera de esa pareja que tenía en el momento, el padre de mis hijas. Me había mantenido prisionera por tanto tiempo, controlando mis movimientos, mis palabras, mis pensamientos.

Y en medio de esa prisión, había un amor en silencio, un amor que no podía expresar. Un amor por Josué, que se me mantenía prohibido hasta mencionar su nombre. Me sentía como si estuviera viviendo en una cárcel, sin libertad para amar, sin libertad para ser feliz.

Pero mis hijas eran mi luz, mi motivación para seguir adelante. Ellas me necesitaban, y yo las necesitaba a ellas. Así que seguí adelante, seguí luchando, seguí soñando con un futuro mejor.

Y aunque Josué estaba lejos, aunque no podía mencionar su nombre, él siempre estuvo en mi corazón, en mis pensamientos, en mis sueños. Era el amor que me mantenía viva, el amor que me daba fuerza para seguir adelante.

Pero la vida es cruel, y a veces nos pone pruebas que no sabemos si podemos superar. Y yo, en ese momento, me sentía como si estuviera en la peor prueba de mi vida. Pero no me rendí, no me di por vencida. Seguí adelante, seguí luchando, seguí amando en silencio.




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