Y como si fuera poco, la familia de mi pareja me trataba mal. Su madre y su hermana hacían de mí la vida imposible. Me trataban como una escoria, como si no fuera digna de estar con su hijo. Me hacían sentir inferior, me hacían sentir que no era lo suficientemente buena para ellos.
Pero lo que ellas no sabían era que yo no quería estar con su hijo. Mi corazón pertenecía a Josué, mi amor pertenecía a él. Me sentía atrapada en una relación que no me hacía feliz, me sentía atrapada en una familia que me hacía daño.
Me preguntaba cómo podían ser tan crueles, cómo podían tratarme con tanta indiferencia. No entendían que yo era una persona, que yo tenía sentimientos, que yo tenía un corazón que latía por Josué.
Pero seguía soportando, seguía aguantando. Por mis hijas, por mi amor por Josué. Seguía adelante, aunque cada día era una batalla, aunque cada día era un dolor.