Al poco tiempo de estar en ese país desconocido para mí, volví a hablar con Josué. Resulta que él también había tomado la decisión de salir de nuestro país, buscando un futuro mejor. Y se encontraba en nuestro país vecino.
Me sentí como si el destino nos hubiera vuelto a unir. Me sentí como si el universo nos hubiera dado una segunda oportunidad.
Hablamos durante horas, recordamos nuestros momentos juntos, nuestros sueños, nuestros planes. Y me di cuenta de que mi amor por él no había cambiado, que seguía siendo el mismo.
Josué me contó sobre su vida en el país vecino, sobre las dificultades que había enfrentado, pero también sobre las oportunidades que había encontrado. Me contó sobre su deseo de construir un futuro mejor, no solo para él, sino para nosotros.
Y yo le conté sobre mi vida en ese país desconocido, sobre la separación de mis hijas, sobre mi búsqueda incansable de un futuro mejor. Le conté sobre mi amor por él, sobre mi deseo de estar con él.
Y así, después de tanto tiempo, después de tanto dolor, nos dimos cuenta de que nuestro amor seguía vivo. Y que nada nos detendría para estar juntos de nuevo.