Mi vida era un poco más difícil, pues me volví vulnerable al estar lejos de mi familia. Y en eso, mi pareja comenzó a golpearme. Me sentía atrapada, me sentía sin salida.
El miedo se apoderó de mí, el miedo a su ira, el miedo a su violencia. Me sentía como si estuviera caminando sobre una delgada línea entre la vida y la muerte.
Cada golpe era como un rayo que me partía el alma, cada palabra era como un cuchillo que me cortaba el corazón. Me sentía como si estuviera perdiendo mi identidad, como si estuviera perdiendo mi ser.
Pero aún así, seguía hablando con Josué, seguía soñando con nuestro futuro juntos. Él era mi luz en la oscuridad, él era mi esperanza en el desespero.
Y empecé a planear mi escape, mi liberación. Porque sabía que solo así podría encontrar la felicidad, solo así podría encontrar el amor verdadero. Y sabía que Josué estaría allí para mí, sabía que él me amaría y me protegería.