Cada vez que despertaba de aquel sueño tan hermoso, secaba mis lágrimas y corría a mi teléfono para contarle a Josué cada aventura que habíamos vivido en nuestro sueño. Él se reía y se imaginaba lo mismo que yo, y creo que era un momento emotivo para ambos.
"Pensé que te besé en la playa", le decía.
"Y yo pensé que te abracé bajo la lluvia", respondía él.
Nuestros sueños se entrelazaban, creando un tapiz de amor y esperanza. Sabíamos que algún día podríamos estar juntos, y eso nos daba fuerza para seguir adelante.
En esos momentos, la distancia parecía menos importante. Nuestros corazones latían al unísono, y nuestros sueños compartidos nos unían de manera invisible.
"¿Crees que algún día podremos vivir esto en realidad?", le preguntaba.
"Estoy seguro de que sí", respondía él. "Nuestro amor es demasiado fuerte para que la distancia nos separe".
Y con esas palabras, mi corazón se llenaba de esperanza, y yo sabía que todo sería posible.