La historia de Josué y yo no tiene fin. A pesar de la distancia, nuestro amor sigue creciendo, sigue latiendo en cada uno de nuestros corazones.
Aún no podemos encontrarnos, pero nuestro amor es real. Es un amor que trasciende la distancia, que trasciende el tiempo.
"El amor no necesita ser consumado para ser perfecto", me dijo Josué un día. "El amor es perfecto en sí mismo, porque es puro, porque es verdadero".
Y yo comprendí. Nuestro amor no necesita de la proximidad física para ser real. Nuestro amor es una llama que arde en nuestros corazones, una llama que ilumina nuestro camino.
Mientras nuestro amor sea real, será perfecto. No importa lo que el destino nos depare, no importa lo que la vida nos tenga reservado.
Nuestro amor es eterno, porque es un amor que vive en cada uno de nosotros. Es un amor que nos hace crecer, que nos hace mejores personas.
Y así, nuestra historia continuará, sin fin, sin límites. Un capítulo tras otro, nuestra amor seguirá creciendo, seguirá floreciendo.
A mis lectores, les dejo esta reflexión: el amor no necesita ser consumado para ser perfecto. El amor es perfecto en sí mismo, porque es puro, porque es verdadero.
Y a Josué, le digo: te amo, ahora y siempre.
Fin... o mejor dicho, continúa...