Los chicos cada vez eran más amigos de todos sus compañeros de clase, pero era Daniel el que tenía una amistad más fuerte con ciertas chicas del grupo.
Sebastian había dejado su timidez a un lado; no del todo pero ahora se sentía más cómodo cuando quería comenzar una conversación con algún chico de su salón, solo que el perder la timidez con Aimé, aún estaba en proceso.
Sebastian creía que Aimé cada día se miraba más hermosa de lo que realmente ya era por naturaleza.
El chico cada día se confirmaba más el sentimiento que tenía hacia Aimé. Ella le gustaba en secreto porque, realmente eso era, un secreto, ni siquiera su amigo más cercano lo sabía.
Joel era el chico en el que más confiaba, pero aun así no se había atrevido a decir nada. Sebastian sentía miedo de expresarle a alguien en voz alta sus sentimientos hacia Aimé. El chico creía que no valía la pena decirle a Joel, ya que tal vez su amigo no comprendería su sentir.
Por otro lado Gabriela, una de las amigas de Aimé cada vez estaba más cerca de los tres amigos.
Siempre que miraban a Gabriela acercarse a ellos, Daniel comenzaba a molestar a Sebastian en forma de broma. Daniel pensaba que Gabriela y Sebastian podrían ser una bonita pareja.
Sin embargo Sebastian no tenia otra opción más que reír antes las bromas de Daniel y ser amable con Gabriela, ya que parecía que las bromas de Daniel, no eran solo bromas, había algo más en aquellas palabras que hacían que Sebastian pensara que las bromas de su amigo, eran palabras llenas de verdad.
-Mira quien viene hacia acá. -Daniel rió y Sebastian solo soltó un suspiro.
-No empieces. -Dijo Sebastian cansado de las bromas de sus amigos.
Ambos chicos observaron a Gabriela mientras avanzaba hacia ellos, sosteniendo una sonrisa en su rostro.
-¿Qué? Solo mira esa sonrisa. -Ríe en forma de burla. -De verdad le gustas.
Sebastian rodó los ojos.
-Cállate, por supuesto que no le gusto.
Sebastian le dio un leve golpe en el hombro a su amigo.
-¡Hola chicos! -Saludó Gabriela efusivamente una vez que se encontraba frente a Daniel y Sebastian. -¿Qué tal?
Gabriela comenzó a mover su cabello mientras tomaba un mechón entre sus dedos.
-¿Qué? -Preguntó Sebastian al no comprender la pregunta de la chica.
-¿No es obvio? -Dice la chica sonriendo.
-¿Qué se supone que debería ser obvio? -Vuelve a cuestionar Sebastian intentando no sonar grosero.
Gabriela dejó de sonreír, y soltó una risa amarga. Soltó su cabello y dejó caer ambos brazos a sus costados.
-Mi cabello. -Dice ofendida con los chicos. -Lo corté ayer.
-Ah, ¿Nunca fue así de corto? -Preguntó Daniel.
-No. -Gabriela frunce el ceño. -Era mas largo, pero lo corté igual que Aimé.
Sebastian sintió su corazón acelerarse cuando escuchó el nombre de la chica que lo hacia ponerse nervioso. Muy nervioso.
-¿Por qué? -Preguntó Daniel riendo levemente.
Gabriela miró unos segundos al suelo, y después observó a Sebastian.
-Quería verme más bonita para... alguien.
Sebastian frunció el ceño al escuchar las palabras de Gabriela.
Definitivamente Sebastian estaba en lo correcto. Las bromas de Daniel, no eran solo bromas. Si Daniel le decía todas aquellas cosas eran porque el sabía algo. Daniel estaba intentando juntar a Gabriela con Sebastian.
Sebastian intentó distraer la tensión que solo el creía sentir.
-Tu cabello era más lindo antes del nuevo corte.
Sebastian no quería parecer un chico grosero, pero quería salir de aquella incomodo conversación de cualquier manera posible.
El chico se puso de pie después de decirle aquellas palabras a Gabriela y caminó hacia su salón de clases.
Era una forma muy cobarde de huir, pero no estaba muy acostumbrado a que una chica fuera directa de una forma indirecta con el.
Cuando entró al salón quiso salir corriendo de nuevo, al ver a Aimé sentada en su lugar. Todo su cuerpo comenzó a temblar cuando se imaginó a el hablando con la chica.
¿Sobre que cosas podría hablar con ella? Aimé era una chica muy inteligente, pero ese no era el problema; a Sebastian no le intimidaba la inteligencia de Aimé, no le asustaba quedar como un tonto frente a ella, porque sabía que Aimé no era de esas chicas que se creen superior que otros por su nivel de inteligencia, sabía que ella no se burlaría de el.
El problema era cuando el estuviera frente a ella, se quedaría congelado, no sabría que decir porque se quedaría sin palabras por los nervios de tener a la chica más perfecta del mundo frente a él.
Ese, era el gran problema, y ahí si le preocupaba quedar como un completo tonto.
Cuando por fin lo pensó, decidió regresar al patio con Daniel. No quería pasar los últimos minutos del descanso en el mismo salón de clases solo con la chica que le gustaba, sin poder decirle algo, sólo por miedo de no poder decir nada si ella le hablaba primero.
Giró sobre sus talones para salir del salón, cuando escuchó un fino estornudo femenino en el interior del aula.
Sebastian no pudo resistir dejar salir su buena educación que le dieron en casa.
-Salud. -Dijo el chico en voz baja esperando respuesta de la chica castaña.
La chica levantó el rostro después de que su estornudo la hiciera agachar la cabeza.
Observó a Sebastian de pie en el marco de la puerta del salón. La castaña sonrió a verlo ahí de pie.
-Gracias. -Respondió aun sonriendo hacia el chico.
Sebastian sólo dio un asentimiento de cabeza mostrando una linea en sus labios como si fuera una sonrisa apenas formada.
Sebastian nuevamente estaba decidido en salir, cuando la voz suave de la chica lo detuvo.
-¿Por qué no estás con tus amigos? -Cuestionó la chica con curiosidad.
Sebastian se dio la vuelta hacia la chica y dio unos cuantos pasos para acercarse más al interior del aula.