-Sería bueno que nos acompañaras. -Dijo Joel del otro lado de la línea telefónica.
-Iría si no tuviera el compromiso familiar con mis padres. -Respondió Sebastian recostado en la cama de su habitación.
-Entiendo. -Joel soltó un suspiro. -Entonces les diré a los chicos que estarás ocupado esta noche.
-Gracias.
-Gabriela estará muy decepcionada al no verte. -Bromeó Joel riendo.
-Si bueno, tengo que colgar. -Sebastian se puso de pie. -Espero que disfruten la película, no comas muchas palomitas ni bebas mucho refresco.
-¡Eso es justo lo que haré!
Después de eso, Sebastian colgó la llamada y salió de su habitación para llegar a la sala. Encontró a toda su familia en pijamas, sentados en los sillones con mantas. Sus padres, tenían un bol de palomitas.
Sebastian tomó asiento en la alfombra recargando su espalda en el sillón que tenia detrás de él, con sus padres sentados en aquel sillón.
-Creí que irías con tus amigos al cine. -La voz de la madre de Sebastian, hizo que el chico dejara de ver el televisor para ponerle atención.
-Cancelaron. -Dijo volviendo la mirada a la película.
La madre de Sebastian sólo le dio una mirada a su esposo para después seguir mirando la televisión.
Ese día prefirió quedarse en casa para no ver como Daniel intentaba llamar la atención de Aimé. Lo que mas le dolía de no ir con sus amigos al cine, es que no vería a la chica que le gustaba, y lo segundo es que se perdería de ver la película que tanto había esperado ver, por culpa de su cobardía.
Ya después tendría tiempo de ir a verla con sus padres, aunque a ninguno de los dos le gustara esa clase de películas y se durmieran durante la función.
-Es la peor película del mundo. -Exclamó Daniel al siguiente día en la escuela.
Sebastian se encontraba con sus dos amigos en el patio de la escuela, junto con Gabriela y Aimé.
-Ni siquiera tiene acción y no da miedo. -Volvió a expresar Daniel.
-Eso no es verdad. -Contradijo Aimé. -Es una muy buena película.
A Sebastian le sorprendió que a Aimé le gustaran esa clase de películas. Deseó haber ido solo para poder verla.
-Si, es buena, pero...
-No intentes arreglarlo. -Lo interrumpió Sebastian riendo. Daniel lo observó confundido.
A Daniel no le había gustado que Sebastian lo interrumpiera y sobre todo que lo dejara en mal frente a Aimé.
-Ya dijiste que es mala, está bien, es tu opinión. -Dijo Aimé sonriendo en dirección a Sebastian.
¿Por qué siempre Aimé le sonreía de una forma linda a Sebastian? Esa era una pregunta que Daniel se hacia constantemente. ¿Acaso Aimé estaba interesada en Sebastian? Se cuestionaba Daniel en su mente.
Tal vez por esa razón muchas veces ella pasaba de él. Tal vez ella estaba interesada en otra persona, pero ¿A Sebastian también le interesaba Aimé? Su amigo no podría ser capaz de algo así.
Sebastian no podría sentir atracción por Aimé. Daniel creía que Sebastian no tenia derecho de gustar de Aimé. Creía que no era justo, ya que Daniel había confesado primero lo realmente interesado que estaba de Aimé.
-Esta bien, no me gustó. -Habló por fin Daniel saliendo de sus pensamientos. -Pero la pasé increíble ayer con ustedes.
Daniel pasó uno de sus brazos por los hombros de Aimé para acercarla a él e intentar darle un abrazo amistoso.
Sebastian fue testigo de la sonrisa que se dibujó en el rostro de Aimé cuando Daniel la abrazó. Sebastian alejó la mirada. Eso era lo único que necesitaba para rendirse y dejar de sentirse atraído por Aimé.
Cuando Sebastian alejó la mirada Aimé hizo una mueca al darse cuenta de que Sebastian se miraba cabizbajo.
La chica se preguntó si estaba así por el abrazo que le dio Daniel. Aimé solo había sonreído porque Daniel la estaba observando, pero la castaña realmente no quería aquel abrazo.