Los Fortunato o también conocidos como los reyes del carbón, son una de las familias más poderosas, influyentes y extremadamente rica de su nación, gracias a la explotación de sus minas de Carbón, comercializando este combustible en un mundo industrializado a mitad del siglo XIX, que se mueven y prospera con las máquinas a vapor.
Los que están a la cabeza de esta empresa son, Agustín y Víctor Fortunato; padre e hijo, que a su vez, son los líderes del mayor Club social burgues, en donde se mueven grandes influencias, "el club de inversionistas". Esto les daba renombre en círculos sociales, siendo respetados por sus pares en el mundo de los negocios. Pero esto, no siempre fue así. Hubo un tiempo en que ellos fueron el hazmerreír de una sociedad que le gustan los chismes en las tardes de té burgués o de las burlas de la clase obrera, puesto que tanto el padre como el hijo, rompieron un tabú social, y eso fue, el cruzar la línea de clases. Víctor Fortunato se casó a escondidas con su dama de compañía, Amelia. En cuanto a Agustín, después de enviudar de su primera esposa, contaré nupcias con Celenia, su Ama de llaves.
A pesar del castigo social que recibieron en aquel tiempo, y que por poco los deja en la bancarrota, ellos lograron salir adelante, consiguiendo nuevos inversionistas provenientes desde el medio oriente.
En aquellos momentos turbulentos de sus vidas, la familia Fortunato conocieron a grandes amigos que les apoyaron, como a Perla, una prostituta que cuidó y escondió en el burdel junto con sus compañeras a Víctor y Amelia, cuando escaparon de aquel mundo de apariencias, para formar su vida aquellos primeros años y que ahora, los Fortunato le devolvían la mano cuidando de ella.
También esta Jamal, un atractivo árabe e inversionista que posee una flota de barcos para el transporte de pasajeros, y quien ayudó a Víctor a conseguir a los inversionistas del medio oriente que necesitaba su empresa, para impedir su inminente ruina financiera. Si bien, Jamal es un gran amigo de Víctor Fortunato, lamentablemente, no tiene una buena relación con su padre, Don Agustín, puesto que éste, encontraba ofensivo su forma de ser tan galante con las mujeres, y además de tener un harén en casa, lo que estaba en contra de sus principios. Pero su mayor pecado, fue el haberle coqueteando a su esposa Celenia, creando para siempre enemistad entre ellos.
Como si fuera un juego de la vida, tanto Celenia como Amelia, suegra y nuera, quedan en cinta prácticamente al mismo tiempo, esperando a sus hijos con meses de diferencias. Es así que nace Sebastián, haciendo padre nuevamente a Don Agustín a sus 37 años de edad, y 5 meses después, se incorpora a esta peculiar familia Sergio, quien es hijo de Amelia y Víctor.
Por la cercanía de edad, Sebastián y Sergio se crían como hermanos, sin comprender al completo lo engorroso de su parentesco, hasta cuando ya tenían edad suficiente para entenderlo.
Por todo lo vivido, los Fortunato habían decidido que dejarían libre a sus hijos para que desposen a quienes ellos elijan, sin importar su condición o clase social, para que jamás conozcan el dolor de tener un amor reprimido como ellos lo tuvieron. Es por esto que, ellos no era la típica familia que seguía los códigos sociales de la burguesía de aquella época.