Un Amor Tan Travieso

Capítulo 16

Por lo general, los cortejos podían durar meses, en la que una joven decidía quien sería él elegido para que fuera su esposo, puesto que debía de conocer a sus pretendientes. En el caso de Emelina era distinto, debido a que ella ya conocía a los dos jóvenes que le pretendían, así que, para alivio de sus padres, ella hace el anuncio oficial a los dos días de iniciado el cortejo.

Una mañana, Víctor Fortunato caminaba por los pasillos con la ayuda de su bastón, produciendo un eco en aquellas paredes de su gran mansión que, por el momento aún se mantenía en silencio. Toca a la puerta de la habitación de su hijo y abre cuando escucha que le invitan a pasar.

Víctor al entrar, encuentra a su hijo ajustando los broches del pantalón, ya alistándose para bajar a desayunar.

— Buenos días papá, ¿Qué te trae por aquí? — sonreía Sergio como habitualmente lo hacía.

— Buenos días, quería hablar contigo antes de que bajemos a desayunar — respondía su padre con una sonrisa apesadumbrada y afirmando su bastón con fuerza, como lo hacía cuando estaba preocupado por algo

— Debe de ser algo importante como para que vengas a mi habitación a hablarme y no decírmelo cuando ya estemos desayunado — decía sorprendido y contagiándose del nerviosismo de su padre.

Víctor toma asiento en las sillas que estaban en el dormitorio al lado de una pequeña mesa y su hijo hace lo mismo.

— Es verdad, es algo importante y quería hablarte en privado — Víctor da un suspiro para dar la noticia — Los Caleros invitaron a tus abuelos y a Sebastián anoche a su mansión para celebrar una cena de compromiso.

La sonrisa de Sergio desaparece, pero no dice nada, solo baja la mirada para ocultarla de su padre.

Víctor continúa.

— Emelina, eligió a Sebastián como su prometido... lo lamento Sergio...

— Esta bien papá, ya lo sabía — daba una sonrisa triste a su padre — no es necesario que estés triste por mí.

— Tu madre y yo sabíamos que tenías intenciones con esa joven, pero en esta vida, siempre existen nuevas oportunidades, nuevas esperanzas e ilusiones

— Lo sé, gracias por darme esta noticia de esta manera

— Hay algo más — Víctor pasaba sus dedos por su bastón al hablar — Tus abuelos han organizado un almuerzo familiar para dar esta noticia y aclarar puntos de la boda. Les estoy escribiendo una nota para que nos disculpen por no asistir, pero quería informarte antes de enviar las disculpas.

— ¿Por qué no asistiríamos? Debemos de ir y dar nuestras felicitaciones

— Me preocupabas tú, que te sientas herido y no quieras ir

Sergio mira con determinación a su padre y le da una sonrisa.

— Papá, Sebastián ha estado conmigo desde que nací y siempre estaremos para el otro. Emelina es mi mejor amiga, es quien me entiende y con quien comparto todos mis gustos. A los dos les quiero y si ellos serán felices, debo alegrarme por ellos y desearles lo mejor.

— Entonces, avisaré que iremos — Víctor se levanta de la silla con una sonrisa complacida para salir, girándose para volver a ver a su hijo — Me siento tan orgulloso de ti, te has transformado en un hombre de buenos sentimientos, uno mejor de lo que yo he sido alguna vez...

— Eso no es verdad, pero gracias por decírmelo.

Víctor le volvía a darle una sonrisa a su hijo antes de salir y cerrar la puerta.

Cuando Sergio se queda nuevamente solo en el dormitorio, comienza a respira profundo, para tratar de calmar la pena que lo embargaba, pero que no podía contener. Sentía como si el pecho se le abría y un frío interno se apoderaba de él. Sin poder contenerlo comenzó a derramar lágrimas y se preguntaba "¿Por qué estás tan apenado? Ya lo sabías ¿no?". Pero el saberlo, no hacía que se sintiera mejor. Bebe un vaso de agua que estaba en aquella pequeña mesa al lado de la ventana, para calmar su tristeza, para luego hacerse la promesa de ya no volvería a llorar por aquello.

...

Víctor y Amelia, en compañía de Sergio, acudieron a la casa de Don Agustín Fortunato, para darle las felicitaciones a la pareja que se comprometía.

Todos se encontraban en los jardines, disfrutando de los últimos días cálidos que dejaba el rastro del verano que ya se estaba despidiendo, puesto que se estaba acomodando las mesas para servir el almuerzo en la terraza. Al verles llegar, los que estaban en el lugar se aproximan para saludarles y tanto Amelia como Víctor, felicitan a Emelina y Sebastián, deseándoles prosperidad.

— Estoy muy feliz por ustedes, espero que su vida sea colmada de bendiciones — decía Sergio a la pareja que estaban tomados del brazo.

— Muchas gracias Sergio, apreciamos tanto que estés aquí, acompañándonos en este momento que es tan especial para nosotros — sonreía Sebastián de manera alegre.

— Realmente nos alegra, porque nos preocupaba que pudieras sentirte ofendido de alguna manera. Pero yo sabía que vendrías, tú nunca nos dejarías de lado — decía Emelina sonriente.

— Es verdad, yo no les dejaré de lado — reía Sergio como era habitual en él — aunque en muchas ocasiones, ya mi compañía será incomoda, puesto que no desearan tenerme rondando cuando puedan estar a solas.

La pareja se mira y dan una sonrisa cómplice, luego miran a Sergio y le piden que les acompañe a dar un paseo por los jardines para poder conversar.

— Sergio, ya hablamos de esto antes — decía Sebastián caminado con Emelina — Ninguno de los dos quiere que te distancias de nosotros.

— Es verdad — continuaba hablando Emelina, mientras giraba su sombrilla que tenía apoyada en su hombro, mientras sostenía con su mano derecha el brazo de su prometido — Sebastián sabe que eres mi mejor amigo y él confía en ti. Ya hablamos de esto con nuestros padres, yo seguiré visitando a la señora Amelia y tía Perla... nada cambiará.

— No quiero que se preocupen por mí, realmente no quiero ser un estorbo entre ustedes




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