Un Amor Tan Travieso

Capítulo 24

Sebastián acudía cada tanto al burdel para ver a Pequitas, quería saber si se encontraba bien o solo para compartir con ella. Sus encuentros no necesariamente eran de tipo sexual, por lo general Sebastián traía un libro de poesías para leerle, a lo que ella lo escuchaba atenta, mirándolo con sus grandes ojos y suspirando cuando él terminaba de leer, diciendo que esas eran palabras tan lindas que le hacían pensar en cosas bonitas, siempre pidiéndole que pueda leer más para ella, lo que complacía a Sebastián.

Un día de aquellos, mientras él estaba recostado sobre su regazo, sintiendo como ella le acariciaba el cabello, eleva la vista sin que ella notará que le veía. Pequitas, tenía la mirada perdida, con un semblante que no sabía cómo descifrar, si era tristeza o calma. Sus ojos debieron de ver muchas cosas en su vida y se preguntaba cuántas lágrimas habría derramado. Sebastián, acaricia de manera delicada sus caderas y se preguntaba nuevamente, cuantas otras manos habían acariciado su cuerpo, cuantos otros labios había besado y a cuantos otros le había regalado esa hermosa sonrisa.

Pequitas al captar su mirada, vuelve a sonreír de manera agradable y cariñosa. Nuevamente Sebastián se encontraba inquieto y volvía a preguntarse una y otra vez "¿Qué estás haciendo?", no lograba comprender porque no podía de dejar de ver aquellos hermosos ojos color almendra y porque sentir el olor de ella era como una droga del cual se había vuelto adicto.

— Has despertado ¿te sientes bien? — pregunta Pequitas

— Debo marcharme

Sebastián se levanta rápidamente y toma el libro de poesías que estaba sobre el escritorio para salir.

— Que tenga un agradable día Señorito — se despedía Pequitas.

...

Sergio había pasado la noche en casa de la Baronesa de Biada. Se estira al despertar y siente como ella lo abrazaba y besaba.

— ¿Qué hora es? — pregunta Sergio, bostezando y frotando sus ojos

— Temprano, son recién las siete — respondía Petra sin dejar de abrazarle y acurrucarse a su lado — anoche fue tan hermoso, me encanta cuando eres apasionado, siento tanto amor de tu parte cuando estás conmigo.

— A si... debo irme — Sergio se levanta sin prestar atención a lo que decía su amante.

— Podemos desayunar juntos

— Me esperan para ver las finanzas

— Querido, me gustaría que pudiéramos conocernos más, hablar de cosas, no necesariamente que nuestra relación se base en algo físico.

Sergio se gira para mirarla de manera sorprendido

— Pero se supone que nuestra relación solo es física y nada más, eso ha quedado claro desde la primera vez — decía Sergio acercándose y dándole una caricia en el rostro tomándole del mentón — A caso ¿Te has enamorado de mí?

Petra no sabía si confesar sus sentimientos o negarse, pero estaba en terreno peligroso y prefiere mentir.

— Pff.. ¿Qué? ¡No!... es solo que me agrada tu compañía.

— Me alegro de escuchar eso — Sergio le da un corto beso en los labios y se levanta nuevamente para acomodar su camisa — Porqué si decías que me amabas, esta sería nuestra última vez juntos.

Sergio después de eso se despide y sale de la habitación. Al estar sola, Petra derramaba lágrimas al no saber cómo llegar al corazón de aquel hombre, puesto que por fuera era amable y gentil, como si fuera fácil de conquistar. Pero por dentro, era frío y prácticamente sin sentimientos y que se negaba al amor.

Sergio, al llegar a la mansión de su padre, se dirige a su salón secreto. Para su sorpresa, estaba Emelina en el lugar, revisando su insectario y buscando información en un libro.

— Que sorpresa verte aquí tan temprano — sonreía Sergio, pero su amiga no sonreía, solo da un suspiro triste — Bonita ¿Qué a pasado?

Sergio se acerca para acariciar el rostro de su amiga, sentándose en la silla que estaba a su lado.

— No lo sé, es solo que... — vuelve a dar un suspiro triste

— Dime que paso. Ya sabes que puedes contarme lo que sea

— Es Sebastián, estoy preocupada por él

— ¿Qué le pasa?

— Es distante, prácticamente no me habla y nos hemos visto poco... esta distraído cuando está conmigo y siempre debe marcharse temprano... creo que le he ofendido de alguna manera...

— Claro que no — Sergio toma la mano de su amiga y se la acaricia con el pulgar, hablándole con voz suave — es solo que han pasado algunas cosas últimamente con la empresa, y ya sabes que él es muy obsesivo en el trabajo.

Ya Sergio sabía que ir al burdel, dejaría algo atontado a Sebastián, pensando mucho sobre sexo. Esto era algo que no se lo comentaría a Emelina para no preocuparla.

— Es que me siento culpable por... — Emelina se detiene al mirar a su amigo, no podía decirle que fue por aquel beso, ya que ambos actuaban como si nada hubiera pasado — ... por no darle suficiente atención.

— Hablaré con él, veré que es lo que está pasando

— Lo que sea, quiero saberlo — decía preocupada Emelina

— Te lo diré, no te preocupes. Todo se aclarará, ten calma

Sergio le daba un beso en la mano de su amiga, levantándose nuevamente para salir de aquella habitación.

Al estar afuera, nuevamente tendría que mediar entre Emelina y Sebastián, tratando de que su relación se mantenga feliz, aunque hacerlo siempre le dolía en lo más profundo.




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