Sebastián había llegado temprano a casa de los Calero, para invitarles a una cena familiar esa noche, donde se encontrarían reunidos los Fortunato.
Además de aquella invitación, Sebastián solicita poder charlar un momento con Emelina, para entregarle un regalo.
— ¿Crees que con un presente se soluciona todo? — Dice Emelina al mirar aquel regalo con desagrado, sin abrirlo.
— Sé que esto no soluciona nada. Pero deseo que me perdones por como he sido contigo — responde Sebastián.
— Ya una vez te perdoné Sebastián y me prometiste que no volverías a estar distraído. Pero aquí estas nuevamente, pidiéndome perdón
— Lo sé y es por eso que he organizado la cena de esta noche y es justo que seas la primera en enterarte de esto.
Emelina pasa de la rabia al susto y mira en dirección en donde se encontraba su madre bordando, quien les vigilaba, pero que no podía escuchar lo que hablaban.
— ¿De qué debo enterarme?
— Romperé nuestro compromiso — Sebastián da un suspiro — Yo no puedo darte lo que necesitas. Mientras estés conmigo, siempre estaré distante y distraído, porqué... las cosas han cambiado
Emelina toma asiento calmadamente sobre un sofá cercano y su mirada vuelve a ser tranquila, con un ligero tono de amargura.
— Las cosas han cambiado ¿porque ahora tu atención está fija en aquella sirvienta pelirroja?
Sebastián se sorprende ante eso, pero asiente con la cabeza, preocupado por la reacción de Emelina, hincándose al lado del sofá, esperando una respuesta de ella.
— Ya lo suponía, desde que llegaste distraído la primera vez, ya sabía que era porque te habías fijado en otra mujer.
— Emelina, realmente te aprecio. Tu mereces todo mi respeto y deseo de todo corazón que seas feliz.
— Aunque diga que ya lo sabía y esperaba que este compromiso se rompiera, no deja de hacerme sentir culpable y que esto me duela en mi orgullo.
— No, al contrario, yo soy el culpable de todo y asumo la responsabilidad
— Y ahora ¿Qué sigue?
— Daré el aviso esta noche a las familias. Ante la sociedad, diremos que tu familia ha roto el compromiso por descubrí errores en mi contra, lo que me hacían indigno de ti.
Emelina abre el regalo que tenía entre las manos. Adentro había un pequeño collar muy sobrio con tres perlas.
— Este regalo no es para pedirte perdón, es para que sigas siendo mi amiga — decía Sebastián, sentándose al lado de Emelina — Estas tres perlas, son Sergio, tú y yo, como un recuerdo de nuestra juventud. Aunque creo que he cometido muchos errores, y jamás seremos como antes.
— Claro que no Sebastián. Comprendo que romper un compromiso es difícil, pero te agradezco que tomes esta determinación, puesto que habría sido desastroso si estamos en un matrimonio que nos haga odiarnos.
— Tienes todo el derecho a odiarme, me he comportado como un canalla.
Emelina negaba con la cabeza.
— Siempre seremos amigos, porque nos queremos tanto.
Ambos sonríen, puesto que siempre ellos han tenido ese cariño fraterno, que por un momento confundieron con amor.
...
Por la noche se celebró aquella cena familiar en casa de Agustín Fortunato. Ya Sebastián le había informado a sus padres sobre su intención de romper el compromiso con los Calero, a lo que ello aceptaron y apoyaron, puesto que comprendían que las distracciones de su hijo, eran producto de estar envuelto en un compromiso del que estaba arrepentido.
Al estar reunidos y llegar los Calero a la mansión Fortunato, Emelina estaba sorprendida de que también se encontrarán en aquel lugar Sergio y sus padres, puesto que esperaba que la ruptura de su compromiso fuera algo discreto, para que este hecho fuera menos vergonzoso.
Cada tanto Sergio le daba miradas molestas a Sebastián, puesto que estaba en el servicio de esa noche "Pequitas", sintiendo que esta era una burla de parte de él hacia Emelina, sin conocer el verdadero motivo de esa velada.
Ya después de cenar, durante la charla que se estaba dando, antes de que lleguen los postres, Sebastián decide superar su timidez para hablar con los Calero, mirando a Loreta, puesto que ella le daba valor a su acción.
— Don Manuel, Doña Leona. Les agradezco que estén aquí esta noche acompañándonos — comienza diciendo Sebastián, levantándose de la mesa de manera solemne — Pero lamentablemente, esta cena es para dar un anuncio, que entiendo, pondrá a nuestras familias en enemistad, pero... debo disolver este compromiso.
Los Calero miran perplejos a Sebastián, sin poder creer lo que estaba diciendo.
— ¿Pero que está diciendo muchacho? — pregunta sorprendido Manuel
— Debo romper este compromiso, ya que de seguir, esto lastimará a Emelina y a mí.
— Que estupideces dices — responde molesto Manuel y se dirige a Agustín — ponga orden a su hijo Fortunato ¿Cómo puede permitir que diga algo como esto?
— Manuel, si mi hijo ha tomado esta determinación es por algo. Usted ya sabe, que nosotros les dejamos libertad a nuestros hijos con respecto a lo que es el matrimonio.
— Si, eso ya me lo dijo... pero no cuando ya se realizó un compromiso público — respondía Manuel agitando su mano y apuntando de manera rabiosa a Sebastián — acaso va a arruinar la reputación de mi hija, siendo despreciada en este compromiso ¿Sabe que esto afecta de sobremanera a la familia de la mujer?
— Señor Calero, yo tomaré la responsabilidad de esto — decía apresuradamente Sebastián
Manuel se levanta de su silla de manera furiosa, con la cara roja y el labio inferior le temblaba.
— Claro que tomará responsabilidad. A usted nadie lo obligó para que se comprometiera, pero así lo hizo, de manera libre y voluntariamente. Es que acaso ¿no tiene honor?
— Pero señor Calero...
— Nada de formalidades ahora, chiquillo malcriado... nadie viene a reírse de mi familia de esta manera — decía casi a los gritos Manuel.