Jamal leía informes sobre sus barcos esa mañana y se frotaba la frente, puesto que varias de ellas habían sufridos robos y otras tantas algunos daños por la piratería del lugar. Sale de su concentración, cuando un sirviente toca a su puerta, informando que Sergio había llegado, apareciendo tras del criado sin esperar respuesta, feliz e ingresando en el salón.
— ME HE COMPROMETIDO... CON EMELINA, ESTOY COMPROMETIDO CON EMELINA — anunciaba con felicidad Sergio, acercándose a Jamal
— ¿Qué? ¿Eso es verdad? — Preguntaba el árabe sin creer.
— Si tío... estamos comprometidos. Oh Dios, soy tan feliz, nuestra boda será en verano... ella me ama — seguía diciendo Sergio, puesto que su emoción por contar aquello, le apresuraba y no le permitía ordenar sus ideas.
Jamal se levanta de su asiento con una amplia sonrisa y abre grande los brazos, para estrechar a su consentido, a lo que Sergio corre para abrazarlo, riendo de tanta felicidad.
— Esto debemos celebrarlo — Jamal llama a una criada para que traigan algunos aperitivos y un vino que tenía guardado para los momentos espaciales — Ahora cálmate, y cuéntame todo con el más mínimo detalle.
Durante esa mañana, charlaron animadamente y Sergio exponía sus ilusiones y todos los proyectos que deseaba hacer después de su matrimonio, pensando ya en el bienestar de su nueva familia.
En los días siguientes, Jamal organiza un almuerzo familiar con los Calero, para festejar por los novios y también presentarse ante los padres de la prometida del que consideraba su hijo.
Don Manuel Calero, estaba completamente complacido durante ese almuerzo en casa del árabe, ya que se enteró ahí, que su futuro yerno, no solo era el heredero de las minas de carbón Fortunato, sino que además, el único heredero de esa gran empresa de barcos. Para Manuel esta era una maravillosa sorpresa, ya que, con el inicio del ferrocarril y su hija casada con el menor de los Fortunato, tendrían una gran compañía de trasporte que le ayudaba a sus intereses a un nivel que jamás habría soñado.
En los días posteriores, Manuel invitaba a Sergio a su mansión para poder charlar con él. No ocultaba que le simpatizaba el muchacho, por ser muy agradable, esforzado y además de ver a su hija feliz por aquel compromiso.
— Sé que debes de estar muy ocupado, puesto que estás aprendiendo sobre la administración de las minas de carbón y además la de los barcos. Pero me gustaría, que más adelante, veas también la administración del ferrocarril — hablaba sonriente Manuel a su futuro yerno, sirviéndole brandy en una copa.
— Por supuesto que si Don Manuel, para mí sería un honor trabajar con usted — respondía de manera agradable Sergio, recibiendo aquella copa.
Manuel invita al muchacho a sentarse en uno de los sofás de aquella sala para tener esa platica en privado, puesto que deseaba conocer más en detalle al nuevo prometido de su hija.
— Será muy pesado para ti, administrar tres grandes empresas. Es demasiado para cualquier persona.
— Don Manuel, pero lo tendré a usted a mi lado para guiarme. Créame que estoy entusiasmado de aprender lo que pueda enseñarme — decía con entusiasmo Sergio.
— Ah muchacho — sonríe complacido Manuel — no sabes que alegría me da que seas tú el prometido de mi hija, puesto que siempre me has simpatizado. Desde que eras un niño y venias a jugar a esta casa.
— Y yo estoy agradecido de que será mi suegro. Espero que me considere como un hijo, puesto que yo desde ahora le consideraré como un padre...
— Ah muchacho, pero que cosas dices — sonreía Manuel con una gran emoción, puesto que aquellas palabras le tocaban una fibra sensible — puedes venir cuando desees a esta casa, las puertas estarán siempre abiertas para ti.
— Estoy muy agradecido. Además de visitar a la señorita Emelina, le visitaré a usted para poder charlar más. ¿Le parece ir a un espectáculo el siguiente jueves?
— Me encantaría, pero deberá ser en una siguiente oportunidad, ya que debo viajar para atender asuntos del ferrocarril. Confío en que visites a Emelina y sigan preparando los detalles de la boda. Cuando regrese, hablaré con tus padres para ver temas de la dote.
Ambos siguieron charlando, y Sergio estaba complacido de tener la aprobación de Manuel. Sentía que ahora su vida sería perfecta con Emelina y se esforzaría para que fuera así.
Al regresar a casa esa tarde, un criado le informa a Sergio que la Baronesa de Biada había venido a visitarle y se encontraba esperándolo en el salón de invitados.
Esta situación le ponía incómodo a Sergio, puesto que después de la ruptura con Petra, ella le seguía enviando cartas románticas, a las que él amablemente respondía, solicitando que ya no envíe más, pero aun con eso, seguían llegando cada tanto.
— Petra, no esperaba tu visita — saludaba Sergio al ver a la Baronesa, bebiendo un té sentada en un sofá.
— Solo he venido para saber si los rumores son ciertos ¿te has comprometido? — Petra dejaba su taza a un costado y le miraba preocupada.
— Así es, me he comprometido con Emelina Calero — Sergio toma asiento en una de las sillas.
— ¿Estas feliz con eso?
— Estoy muy feliz — Sergio usa un tono serio para hablar — Es por eso que te pido... no envíes más cartas a esta casa. Eso me pondrá en una situación incómoda con mi prometida.
— Entiendo... solo para ti soy una molestia ahora, porque ya no te sirvo ¿Verdad?
— No digas eso. Comprendo que estas dolida porque te he rechazado, pero teníamos un acuerdo y lo acepté, pensando que cumplirías tu palabra.
Petra comenzó a derramar lágrimas, ya que tenía el corazón partido.
— Nunca te has tomado el tiempo de conocerme y no sabes lo que puedo llegar a ofrecerte. No me diste la oportunidad — lloraba Petra.
Sergio se mantenía inmutable en su silla. Ya no se acercaría a ella para consolarla, puesto que esas acciones de amabilidad, podrían traer problemas en su preciado noviazgo.