El tiempo pasaba y el verano había llegado, entregando su agradable calor y días alegres de actividades y paseos al aire libre.
Tan solo quedaban 10 días para la boda de Emelina y Sergio. Esto habría sido un momento de máxima alegría para todos los Fortunato, pero debido a lo ocurrido con Loreta hace tres semanas atrás, opacada el ambiente festivo, ya que Sebastián volvió a ser retraído y tímido, nuevamente con una personalidad introvertida que se le dificultaba hablar con otros. Además de aquello, se podía ver en su mirada frialdad y falta de pasión en lo que hacía, reflejo de su profunda tristeza que, trataba de ocultar atrás de una falsa sonrisa.
Durante aquella mañana, Sergio había enviado una invitación a su prometida, para ver la construcción del Palacio que ya tenía los cimientos, para luego almorzar en la ciudad y dar una caminata por el parque, para poder hablar y afinar algunos detalles de la boda.
Antes de salir, su sirviente personal le detiene y le entrega una nota.
— Señorito, un criado de la Baronesa de Biada ha hecho llegar esta nota.
— ¿Ya regresó la Baronesa? — preguntaba Sergio, acomodando su chaqueta antes de salir.
— Así es, me dijo su criado que ayer por la noche
Sergio toma la nota y lee que Petra, deseaba hablar con él en su mansión aquella tarde de manera urgente.
Nuevamente Sergio arruga aquel papel y escribe una nota para responderle, en donde exponía que ellos ya no tenían asuntos que tratar y su relación ya quedó atrás. Le entrega el papel a su criado, para que se lo haga llegar a la Baronesa.
...
Los novios caminaban, rodeando la construcción del Palacio, acompañados por Eva, la dama de Emelina quien tenía la misión de vigilarles. Ambos soñaban, sobre cómo sería su vida en aquel lugar y proyectos para años futuros.
— En ese salón, lo decoraremos con alfombras y sofás con almohadones mullidos, con una gran chimenea, para que, durante las fiestas, los pequeños puedan escuchar las historias y cuentos que les narren sus abuelos — sonreía Sergio, al mirar aquel salón en construcción.
— Eso sería tan hermoso — sonreía Emelina de manera ilusionada, tomada del brazo de su prometido, acariciando discretamente su mano — me gustaría que tengamos un gran salón de juegos, con un pequeño escenario, para que puedan hacer teatro con títeres.
— También con disfraces y muchos juguetes, para que siempre recuerden con alegría su infancia.
— Pero también quiero un salón donde puedan tomar clases con un profesor, deben de aprender responsabilidad y buenos modales, para que siempre dejen en alto el apellido Fortunato.
— Claro que si — Sergio da un suspiro triste — me siento mal por toda esta alegría e ilusiones que sentimos, cuando Sebastián lo está pasando tan mal.
— Pero él dice que está bien...
— Eso dice, pero le conozco, está ocultando su dolor para evitar que nos preocupemos por él
— Tienes razón en ello — Emelina apoya su mejilla en el brazo de Sergio — Si yo te perdiera, creo que jamás podría superarlo.
— Eso no pasará. Antes de eso, te daré muchos hijos. No tendrás tiempo para extrañarme — reía Sergio mirando a Emelina.
— Extraño a Loreta, me agradaba su simpleza y el poder que tenia de asombrarse por todo — sonreía Emelina recordando — Me pregunto si Sebastián ¿Podrá recuperarse algún día de aquella traición?
— Lo hará, solo necesita tiempo para sanar y conocer a alguien que le haga volver a creer en el amor — Sergio toma de las manos de Emelina — Así como tú haces que cada uno de mis días sean felices y lleno de ilusiones.
— Amor mío, siempre haces que mi corazón se agite por tenerte a mi lado
— Creo que nunca podrás comprender cuanto te amo. Ahora me arrepiento por no habértelo dicho antes, fui muy cobarde, porque yo siempre te he pertenecido
— Y yo siempre te perteneceré, ahora y para siempre — Emelina le miraba con ojos soñadores.
Sin poder resistirse, Sergio la toma por la cintura, para aproximarla a su cuerpo y poder besarla, pero ambos se detienen, mirando a Eva que les vigilaba.
— Yo veo muy interesante esas flores que están por ahí, así que las miraré, solo por un minuto para verlas — Dice Eva sonriente y se gira, dándole la espalda a los novios.
Ambos rieron discretamente y aprovecharon aquel instante para poder besarse, ya que no habían tenido oportunidad de hacerlo, desde que tío Jamal había regresado de su viaje.
Sergio acompañó a Emelina y a su dama de compañía hasta la mansión Calero. Cuando regresa a casa, su sirviente le informa que, la Baronesa de Biada le estaba esperando en el salón de invitados hace más de dos horas y que no se marcharía hasta hablar con él.
Esta situación incomodaba de sobremanera a Sergio, sentía que aquella mujer le traería problemas, así que pensaba que sería una buena idea ser descortés, para que así ella pierdas sus esperanzas con él. Debía de ser sincero y contarle esta situación a Emelina, para no tener secretos con ella y que esto pueda mal interpretarse.
Al ingresar en aquel salón, Petra estaba sentada en un sofá, leyendo un libro y bebiendo un jugo que le habían servido los criados, además de dejarle distintos postres sobre una mesita. Al verle ingresar, ella se levanta rápidamente y sonríe. Estaba usando un amplio abrigo de tela delicada, que era muy ancho y ocultaba su vestido bajo de él.
— Petra, me dijeron que deseabas verme — Sergio toma la mano de la Baronesa y depositaba un beso en ella como saludo.
— Así es, puesto que no has querido verme, he tenido que venir hasta aquí para poder hablar contigo — responde ella sin dejar de mirarlo de manera tierna.
— Seré breve Petra. No tenemos ningún asunto que tratar, al menos que sean sobre los negocios de mi familia y tu compañía.
— Sergio, ¿tan poca estima sientes por mí? Después de todo lo que compartimos ¿ahora me desprecias?
— Sabes que estoy comprometido con Emelina Calero, me casaré en 10 días — Sergio da un suspiro cansado — lo nuestro fue diversión sin compromiso, así lo creímos y espero que cumplas tu palabra, puesto que no deseo tener problemas con mi futura esposa.