A primera hora de la mañana, llega Agustín en compañía de su familia a la mansión de su hijo Víctor, después de recibir un llamado urgente de parte de él.
Cuando entran al salón donde les estaban esperando, comprenden que algo muy malo estaba pasando, puesto que Sergio tenía una apariencia lastimera. Sus ojos estaban hinchados y rojos, su cabello despeinado y su ropa estaba desordenada, todo acompañado de una expresión de angustia y un semblante pálido que demostraba que, no había podido dormir aquella noche.
De manera calmada, Víctor explica lo sucedido con la Baronesa de Biada, lo que dejó sin palabras a los que recibieron esta noticia.
— Los Calero, ¿se han enterado de esto? — pregunta Celenia preocupada
— Aun no y es por eso que les hemos llamado, ya que nos preocupa la situación en la que quedará Emelina — responde Amelia
Víctor mira a su hermano y le habla con una voz calmada.
— Sebastián, hemos estado charlando anoche sobre esta situación y la única opción que hemos encontrado... es que tú desposes a Emelina
— ¿Qué?... ¡No!... — responde sorprendido Sebastián, mirando preocupado a Sergio.
— Entendemos que esto que te estamos pidiendo, es completamente egoísta, ya que tú eres libre de escoger con quieres contraer matrimonio.
— No es por eso, ya no tengo intenciones de casarme con nadie... pero es por Sergio, no me puedo casar con la mujer de quien está enamorado — responde Sebastián nervioso.
— Esta bien Sebastián, yo cometí un error. Así que no te preocupes por mí — dice Sergio dándole una sonrisa triste a Sebastián.
— Claro que no, se debe buscar otra solución... debemos de ayudarlo como familia. Ya todos sabemos las ilusiones que él tenía con Emelina y cuanto esperaba esta boda. No podemos dejar que esto termine así — Sebastián le habla a su familia, pero todos bajan la mirada.
Sergio da una pequeña tos para aclarar su garganta y que su voz se escuche no tan congestionada, dirigiéndose a sus padres y abuelos.
— Discúlpeme, pero necesito hablar un momento a solas con Sebastián.
— Claro Sergio, hablen calmadamente — responde Agustín.
Sergio invita a Sebastián para salir de aquel salón y dirigirse a una habitación vacía. Al estar en la intimidad de aquel lugar, Sergio rompe en llanto nuevamente, tomando de los brazos de Sebastián.
— Te lo suplicó... desposa a Emelina
Sebastián abraza a Sergio que se había puesto a temblar y se ahogaba con su propio llanto.
— Tranquilo, podemos buscar una manera de solucionar esto...
Sergio negaba con la cabeza sin poder controlar su pena.
— No, no, no... ya pensé en muchas cosas. Si tendré un hijo, no le puedo abandonar... ya no tengo futuro con Emelina... Al menos que no puedas hacerlo, porque quieras intentar nuevamente una relación con una dama y lo entenderé...
— No es por eso Sergio, ya sabes que no confío en el amor, eso no es para mí.
— Entonces ayúdanos... cuando Emelina pierda un compromiso por segunda vez, se considera que la mujer es la culpable... su reputación será manchada y nadie querrá comprometerse con ella... estoy seguro que Don Manuel para evitar la humillación social, la enviará lejos, probablemente a un convento... te lo suplico, se el esposo de Emelina...
Sergio cae de rodilla a los pies de Sebastián, juntando sus manos para rogarle, sin detenerse las lágrimas que se derramaban por sus mejillas.
— No hagas eso, no tienes por qué suplicarme, levántate — dice Sebastián tomando del brazo de Sergio, pero este se resistía a hacerlo.
— Si no deseas casarte con nadie... entonces te lo ruego... cásate con Emelina, ella no tiene la culpa de nada... por favor — el llanto de Sergio se volvió ahogado, lo que le cortaba el aire y respiraba con dificultad, señal de su desesperación.
— Si esta es la única salida que existe, entonces lo haré. Me casaré con Emelina, y ustedes se podrán seguir viendo...
Sergio negaba con la cabeza rápidamente.
— Si te casas con Emelina, te aseguro que olvidaré mis intenciones románticas con ella, le respetaré... me iré con Petra, para que solo sea un recuerdo... yo no me interpondré en su matrimonio... te lo juro por Dios…
— Sergio... no es necesario que...
— ... y espero que puedan crear una relación, que les ayude a superar la pena que les ha dejado un corazón roto... ya antes se casarían, creyendo que estaban enamorados... deben retomar aquello...
— Esta bien Sergio... tranquilo
Sebastián abraza a Sergio para que pueda calmarse, ya que podía entender su angustia. Verlo así, era verse reflejado en él cuando Loreta le engaño. El destino era cruel, a ninguno de los dos, la vida les dio la oportunidad estar con la mujer que amaban.
Cuando ambos jóvenes regresaron al salón en donde les esperaban sus padres, Sebastián les informa que él aceptaría el compromiso con Emelina.
Los Calero fueron llamados a la mansión Fortunato, manteniéndose todos dentro del salón, a excepción de Sergio, a quien le recomendaron no estar presente, para que la rabia del señor Calero, no recaiga sobre él.
A pesar de esto, Sergio insistía en que deseaba darle una explicación a Emelina, ya que sabía, le impedirán verla nuevamente, y al menos quería despedirse de su amada, pero Sebastián le recomienda que no lo haga, puesto que esto era un tema sensible y ahora debían convencer a los Calero para que acepten este nuevo compromiso, y su presencia, podría arruinar esa decisión. Sergio desiste de estar presente, ya que él, no cuestionaría lo que le diga Sebastián, puesto que le debía mucho.
Cuando los Calero llegaron esa mañana en compañía de su hija Emelina, todos entraron de manera sonriente a aquel salón, pensando que los Fortunato querían hablarles sobre la boda y afinar los últimos detalles con los invitados, debido a que asistiría la familia real a este gran evento.