Sebastián había acudido temprano esa mañana para visitar a su prometida, puesto que solo quedaban dos días para la boda y los Fortunato se esforzaban por mostrar una buena disposición con los Calero y calmar su creciente enfado, debido a que ya se había corrido los rumores en los círculos sociales sobre el cambio repentino en el compromiso, por las travesuras de Sergio Fortunato que dejaron a la Baronesa de Biada con un embarazo deshonroso.
Los Calero se sentían avergonzados, debido a que su buen nombre estaba involucrado en todos aquellos chismes y que arrastraban a su hija a ser objeto de burlas, así que constantemente los Fortunato, eran los que se preocupaban al completo de los preparativos de la boda, para así dar tranquilidad a aquella familia.
La pareja se encontraba sentados en un sofá de un gran salón que tenía las ventanas abiertas, para que la brisa fresca del verano ingrese a aquella mansión, en compañía de Eva y otras sirvientas que le vigilaban, sin lograr escuchar lo que ellos hablaban.
— Sergio me ha dicho, que no asistirá a la boda — comenta Sebastián mirando a la ventana — dice que eso lo destruiría...
Emelina mordía sus labios y presionaba sus manos, dándole una mirada a Eva que estaba sentada a la distancia, a lo que ella le devolvía la mirada dándole una señal de aprobación.
— Necesito decirte algo importante Sebastián
— ¿Ocurre algo? — pregunta mirando preocupado a la joven que estaba sentada a su lado.
Ella da un suspiro y aclara su garganta, puesto que no sabía cómo dar aquella noticia y era mejor ser directa.
— Estoy embarazada
Aquello deja estupefacto a Sebastián, quien parpadea sin poder creer lo que ha escuchado.
— Tú estás... ¿hace cuánto?
— Cumpliré 3 meses en una semana
— Sergio debe enterarse
— No, no puede saberlo — Suplica Emelina
— Pero el padre es Sergio ¿Verdad?
— Si, lo es. Pero que él lo sepa, complicará aún más las cosas... ya tiene suficientes problemas con la Baronesa...
— Pero Emelina, esto es muy distinto y Sergio merece saberlo. Él hará lo inimaginable para que estén juntos.
— Y por eso no puede enterarse. Mi familia le odia y si se enteran que fui de él, mi padre es capaz de retarlo a un duelo para recuperar su honor... está buscando una oportunidad para hacerlo y descargar su rabia contra los Fortunato.
A pesar de que Sebastián pensaba que algo como eso sería imposible, si era verdad que los Calero y los Fortunato, vivirían por siempre en enemistad, puesto que ya la relación entre ellos era tensa, y al enterarse de algo como esto, todo terminaría en caos.
— Tienes razón, esto solo creará conflicto entre las familias — Sebastián le da una sonrisa cariñosa a Emelina — yo me haré responsable por ese niño, le criaré como si fuera mío.
— No quiero que te sientas con una obligación que no te pertenece, no puedo pedirte que...
Sebastián le detiene para que deje de hablar.
— No es una obligación, yo quiero hacerlo. Sé que para ti esto es difícil y no te dejaré que pases por esto sola, y menos si es el hijo que tanto esperaba Sergio.
Emelina trata de contener el llanto, pero este se le escapaba en lágrimas que mojaba sus mejillas
— Por siempre estaré agradecida, de que seas tan bueno y comprensivo — le regala una cálida sonrisa a su prometido.
— Es solo cuestión de tiempo para que se enteren — dice Sebastián con un dejo de preocupación.
— ¿Por qué?
— Porque ambos tenemos el cabello oscuro, ¿qué pasará si nace rubio?... Solo estamos aplazando lo inevitable.
— Ya lo sé. Pero algo me dice que debo estar tranquila y que todo saldrá bien.
Sebastián mira en dirección a las sirvientas, quedando un momento en silencio.
— ¿Qué ocurre? — pregunta Emelina
— Es que no lo entiendo... pero, no es nada — sonreía Sebastián.
— Puedes decirme de lo que sea, ya te conté mi mayor secreto, porque tengo plena confianza en ti — sonreía Emelina de manera cariñosa.
— Es que... siempre hemos estado tan vigilados, no logro comprender en que momento pudieron... bueno... tú y Sergio — dice avergonzado Sebastián — Discúlpame, es solo sana curiosidad... olvida eso...
En ese momento Emelina explota en carcajadas, lo que contagia a Sebastián, lanzando sonoras risas que, les sentaron a ambos muy bien, puesto que hace días, ninguno reía.
...
Ya estaba amaneciendo en la mansión de Víctor Fortunato y el silencio es perturbado, por la llegada de Perla y Jamal, en compañía de dos mujeres.
Súbitamente, Perla ingresa a la habitación de Sergio, quien estaba durmiendo en su cama y lo sacude desde el hombro para que despierte.
— Vamos abajo en la sala, te tengo una sorpresa — responde feliz Perla.
— ¿Qué pasó? — pregunta adormilado Sergio
— Tengo las respuestas que estabas buscando
Diciendo esto Perla camina en dirección a la puerta.
Lo que escuchó Sergio, lo hizo saltar de la cama y correr al lado de su tía, pero ella lo detiene.
— Ay niño, ve a vestirte, no hablaras con esas mujeres en camisón — reía Perla al ver la alegría que se dibujaba en el rostro del muchacho.
Pasado unos minutos, ya estaban reunidos en el salón Sergio y sus padres, mirando interrogante a dos mujeres que estaban sentadas en un sofá, ambas de cabello rubio y nariz achatada, que debían de ser madre e hija. Impresionaba al ver que la menor, tenía un notorio embarazo.
Jamal y Perla, comienzan a contar todo lo que hicieron para dar con estas dos mujeres y la historia de ellas.
Madre e hija provenían de Inglaterra y no hablaban nada más que inglés. Su condición en su país era precaria y vivían de lo que les daba la venta de flores en verano y astillas en invierno, lo que les hacía bordear en la indigencia. Ellas habían solicitado ayuda a las monjas del convento de Sant Bartomeu, cuando la joven quedó en cinta, puesto que el padre la abandonó al enterarse de su condición. En el convento le daban alimentos y le ayudarían en la fecha del parto, además de quedarse con aquel niño para darlo en adopción. Cuando la Baronesa de Biada las contacta, después de buscar a mujeres que tuvieran más de 5 meses de embarazo y que fueran rubias, ella le ofrece un acuerdo en la que les daría una pequeña casa y una pensión, para que las mujeres puedan vivir a las afuera de la ciudad, a cambio del pequeño y su discreción con ese tema.