Emelina estaba acomodando su vestido, enlazando una cinta que lo decoraba. Ella ya no usaba corsé, para permitir que el pequeño que se estaba gestando, tuviera más espacio de crecer, notándose tímidamente como su vientre estaba aumentando de tamaño.
Apresuradamente ingresa Eva a la habitación de su joven señora, mirándole Emelina sobresaltada, pero no alcanza a preguntar nada, cuando Eva le informa.
— El Señorito Sergio está abajo en el hall, está hablando con su padre... le está suplicando casarse con usted mañana
— ¡¿QUE?! — dice sorprendida Emelina y sale corriendo en dirección a la entrada de la mansión.
Mientras bajaba por las escaleras, podía escuchar los gritos malhumorado de su padre y la voz de Sergio que suplicaba.
— ... no es culpa mía señor Calero, fui involucrado por el macabro plan de la Baronesa y mi nombre fue manchado injustamente... por favor señor, se lo suplico — decía Sergio de rodilla.
— Si usted no hubiera tenido relaciones extramaritales con una noble, jamás habría estado involucrado en aquellos asuntos, así que su reputación, solo la a ensuciado usted y yo no quiero esa porquería en mi familia — respondía Manuel de manera firme.
— Pero señor Calero, aquello fue una relación pasada, ya se había terminado antes de que me comprometiera con su hija...
— Quiero que salga de esta casa, deje de humillar el buen nombre de mi familia. Descarado ¿Cree que cambiar de compromiso es como cambiar de ropa?
— Le juro que jamás tendrá una queja sobre mí, seré un devoto esposo y me dedicaré a cuidar de Emelina
— Valla a contar ese cuento a los niños
— Por favor, señor Calero, permítame ser el esposo de su hija... le respetaré.
— Que se marche bufón — decía Manuel y mira molesto a los padres del joven — Que vergüenza, la escena que me vienen a mostrar y ni siquiera dicen nada, solo permiten que su hijo venga a hacer el ridículo para que los demás sigan murmurando sobre nosotros.
— Manuel, mi hijo es un hombre decente, ha cometido algunos errores. Pero estamos delante de ti para pedirte tu consideración, ya que de eso depende la felicidad de nuestro hijo y estoy seguro que de la señorita Calero también — responde Víctor de manera cortés.
— Eso jamás, yo nunca permitiré eso y menos al mostrar tan poco honor hasta con su propia familia, ya que fueron ustedes los que propusieron a Sebastián Fortunato, para salir de todo esto, pero ahora vienen aquí, a escondida de ellos a romper nuevamente un compromiso. Acaso para ustedes ¿somos su juguete con el cual pueden reírse?
Emelina llega corriendo donde su padre al escuchar lo que estaban hablando.
— Padre por favor, te lo pido... yo lo amo, permítete casarme con Sergio — tomaba de la manga de su padre y también le suplicaba.
Ver a Emelina y escucharla decir que le amaba, le dio nuevas energías a Sergio, que ahora se levanta del suelo y ponía toda su convicción en su suplica.
— Por favor señor Calero, que mi alma se la lleve el diablo si alguna vez defraudó a Emelina. Quiero que tenga la convicción que siempre seré respetable de ahora en adelante.
— Regresa a tu habitación Emelina — dice Manuel molesto a su hija.
— Padre, te lo suplico, permítenos casarnos... no te pediré nada más en la vida que eso.
— Pero que te pasa a ti niña tonta — dice Manuel a su hija ya sin paciencia — No dejare que te cases con un libertino y lujurioso, que quizás con cuantas otras habrá estado, porque después de la Baronesa, escuchamos muchos rumores de aventuras que ha tenido con otras damas.
— Eso es mentira Don Manuel, se lo juro — se defendía Sergio, pero Manuel no le escuchaba.
— Acaso ¿quieres ser por siempre humillada por un hombre que no tiene palabra? tendrás eternamente rondando rumores en tu casa...
— Manuel, no sea injusto con nuestro hijo. Antes de todo este problema, existían una buena relación entre usted y Sergio, nunca él cometió algún acto que le ofenda hasta ahora, pero debe ser razonable y comprender las circunstancias, todos merecen una segunda oportunidad — intervenía Víctor.
— Todos lo merecen, pero no con mi familia — responde molesto Manuel.
— Señor Calero, se lo aseguro, yo jamás...
— QUE TE VAYAS MOCOSO, ANTES DE QUE TE SAQUE A PATADAS... NUNCA DEJARÉ QUE MI HIJA SE CASÉ CONTIGO... NUNCA — Grita Manuel ya sin paciencia.
Emelina comprendía que su padre no cambiaría de parecer y ya la discusión se estaba acalorando nuevamente, así que debía decir la verdad sobre su condición, puesta que esa era la única forma en la que podría casarse con Sergio.
— Padre, yo solo puedo casarme con Sergio, porque estoy...
— SEÑORITA, NO INTERRUMPA A SU PADRE... venga conmigo por favor — interviene Eva, tomando del brazo de su joven señora y arrastrándola, para sacarla de ahí.
Emelina mira a su doncella y ella le lanza una advertencia por la mirada, para que no cometa un acto imprudente, pero Manuel les detiene.
— ¿Tu estas que...? Emelina — pregunta con un tono sombrío Manuel a su hija
— Yo estoy... completamente enamorada de Sergio Fortunato — termina diciendo ella.
— Vete a tu habitación ¡AHORA! — regaña Manuel
Cuando Emelina se marcha, para evitar que su padre siga enfadado, Sergio seguía insistiendo, pero su familia decide sacarlo de ahí también, puesto que Manuel no escuchaba razones y la insistencia del muchacho, solo le enfurecía más.
Para los padres de Sergio, era obvia la reacción de Manuel y no esperaban menos. Era por eso que deseaban acudir solos para hablar con él, de una manera más calmada y tratar de llegar a un acuerdo, pero la presencia de Sergio, su desesperación e insistencia, solo arruinaron cualquier espacio de diálogo que pudieran entablar.
...
Sebastián había llegado con sus padres a casa de su hermano Víctor, luego de que supieran lo ocurrido en la mansión Calero.