Un Amor Tan Travieso

Capítulo 63

A la semana del nacimiento de Sebastián, se llevó a cabo su bautizo. A diferencia de otros eventos, este fue completamente austero y familiar.

Se sentía en aquel momento que nada podía perturbar la paz de los Fortunato, pero Perla tenía una información de hace tiempo que deseaba ahogar en su garganta, pero sentía que era justo darlo a conocer a Sebastián, aunque eso podría terminar de destruirlo.

— Tía Perla, has estado muy rara últimamente y me preocupa que ahora quieras hablar en privado conmigo — dice Sebastián, sentándose en uno de los sofás de la sala de la gran mansión Fortunato.

— Ya lo sé querido, no sabía si hablar de esto contigo, pero creo que es bueno que te enteres por alguien cercano en un lugar privado, a que te llegue el rumor por otros — responde Perla sentándose al lado del joven — es sobre los coyotes del camino.

Al escuchar eso, inmediatamente Sebastián se levanta del sofá de mal humor, puesto que su sola mención, hicieron florecer aquellos desagradables recuerdos que por tantos meses trató de olvidar.

— No me importa saber que ocurrió con esa gente

— Pero Sebastián... es sobre Loreta...

— Y menos quiero enterarme de esa mujer

Perla queda en silencio por un momento y mira a Sebastián que se aproxima a una ventana para mirar por ella.

— Yo no justifico lo que hizo Loreta, pero tampoco le culpo. Ya sabes que también pase una parte de mi vida en un burdel y algunas jovencitas que éramos huérfanas, tuvimos la fortuna de no tener el peso de una mala familia, como el caso de ella.

Sebastián sigue mirando por la ventana, ocultando su rostro de tía Perla quien hablaba tras de él.

— Cuando vives en un mundo de maltratos y abusos, cuando los que deben de protegerte, solo te usan como un objeto desechable, y solo recibes humillaciones, vives con miedo de todo. Era un sueño para ella el tener por fin la promesa de una vida pacífica, llena de alegrías y de tener la familia amorosa que siempre deseo, debió de estar asustada al saber que todo eso estaba en peligro, quizás no sabía qué hacer y su decisión no fue acertada.

— Eso ya no importa, ella debió confiar en mí, pero no lo hizo, prefirió apoyar a los que eran sus maltratadores, eso no tiene sentido para mí

— Es verdad y es lógico de pensar así. Pero eso lo dices, porqué tú no conoces esa realidad. Has nacido como un privilegiado, en una buena familia que se ama y tienes herramientas que te ha dado la vida, para afrontar las adversidades... pero ¿Por qué juzgas tan duramente el comportamiento de alguien que nunca ha tenido eso y actuó con desesperación? Cometió un error, pero en el fondo de tu ser, sabes que no lo hizo por mala intención, porque cuando se esta tan dañado como ella, es difícil comprender que pasa por la mente de una persona así.

En ese momento Sebastián, solo podía recordar la mirada suplicante y llena de miedo de Loreta, cuando él se enteró que fue parte de ese plan. Un nudo en la garganta se le formó y comenzó a dar suspiros para aliviar la presión que sentía en el pecho para no llorar. Lo que decía tía Perla era razonable y esto creo culpa en él, puesto que le dio la espalda, en vez de escuchar lo que tenía que decir. Nuevamente presiona sus puños y se autoconvence de que alejarse de ella, fue la mejor decisión y ya era tarde para dar marcha atrás.

— Que es lo que querías decirme sobre los coyotes.

— Ya no existen.

Sebastián queda estupefacto y se acerca nuevamente donde tía Perla, para tomar asiento en el sofá al lado de ella, abriendo mucho los ojos al no poder creer lo que escuchaba, mientras ella continúa con su relato.

— Trataron de robar la mansión de un terrateniente en Villa Franca, con el mismo método que lo hicieron en esta mansión, pero tenían un informante que les delató y adentro les estaba esperando la guardia civil cuando atracaron. Mataron a varios y a otros los capturaron para ser enjuiciados. Hasta ahí todo bien, solo que, en los días siguientes, el resto de la banda regreso para cobrar venganza y esa mansión se transformó en un campo de batalla. Los guardias del lugar lograron hacer frente al ataque, pero le dispararon a los sirvientes, a la hija del terrateniente... y también, al informante que les delató. No creo que sea necesario que te especifique quien es ese informante.

—¿Loreta? — pregunta asustado Sebastián.

— Si — Perla da un suspiro para continuar — A los que capturaron de la banda, fueron enjuiciados y fueron fusilados por orden real, debido a sus crímenes.

— Pero ¿Qué pasó con los heridos de aquella mansión? ¿Qué pasó con Loreta? ¿Está bien?

— Solo dijeron que la hija del terrateniente se ha recuperado, pero que algunos de los criados y guardias fallecieron durante el tiroteo. Es lo único que sé. Ya de esto ha pasado 2 meses.

Por un momento Sebastián tenía un impulso incontrolable de llorar, pero vuelve a dar suspiros para evitarlo, presiona los puños sobre sus rodillas y trata de contener su angustia. Perla le acaricia un hombro.

— Quería contarte esto, porque sé que sufres por lo ocurrido con Loreta. Pero ella realmente los protegió de aquello. Esos bandidos fueron muy violentos, temo de pensar que eso pudo ocurrir aquí y tomaran venganza contra ustedes.

— Esta bien tía, gracias por contarme esto — Sebastián le da una corta sonrisa a Perla.

...

A pesar de que Sebastián trataba de actuar con normalidad, la angustia lo mantenía distraído en sus acciones de aquellos días. Habría preferido nunca enterarse de lo que pasó con Loreta, pero él mismo oprimía su corazón para no tener sentimientos por ella, convenciéndose de que él ya había superado todo aquello. Pero entre más se decía que estaba todo en el olvido, más crecía su angustia.

— Dime ¿Qué pasa? — le pregunta Sergio cuando ambos estaban solos en una pequeña sala, luego que Sebastián fuera a visitar a su pequeño ahijado.

— No tengo nada




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.