Sebastián y Loreta, decidieron que su boda sería un día sábado al atardecer, para no llamar la atención de una sociedad inescrupulosa. Deseaban celebrarlo pronto, para que no existan contratiempos que hicieran posponer esa boda.
Invitaron únicamente a la familia Fortunato, además de tío Jamal y tía Perla, que eran también parte de la familia.
A pesar de que Sebastián acudió con todas sus ilusiones y esperanzas a casa de sus padres para darles la invitación, no tuvo esta noticia una buena acogida por parte de ellos.
— CLARO QUE NO. TE LO PROHÍBO — Grita Agustín al escuchar la noticia que le estaba dando su hijo. Él tenía esperanzas de que Sebastián había recapacitado y había abandonado a la pelirroja para regresar a casa con ellos.
— No te pido autorización papá, ya tomé una decisión — responde en voz baja Sebastián, presionando sus manos en señal de nerviosismo — Solo esperaba que te alegrará por mí y compartan conmigo mi felicidad.
— Como podríamos compartir contigo ese momento, si vemos que estar arruinando tu vida — refutaba Agustín.
Celenia se mantenía en silencio, con la mirada fija en sus rodillas al estar sentada en un sofá de aquel salón, escuchando como su hijo se casaría en dos días con aquella muchacha que tanto lo lastimó.
— Padres, a ustedes no les permitieron vivir juntos a causa de las apariencias, sufrieron y fueron infelices, hasta que pudieron formar una familia — volvía a insistir Sebastián esperando compresión de parte de ellos — Eso mismo le ocurrió a mi hermano Víctor y por ese motivo escapo con Amelia, para ser feliz con quien amaba. Si ya han perdido en su oportunidad a un hijo por un amor frustrado, algo que ustedes también han vivido en carne propia ¿Por qué no pueden comprender mis sentimientos?
— Que atrevimiento comparar a Amelia o a tu madre con esa mujer.
— Sebastián — interrumpe Celenia — Entendemos que cuando se está enamorado, no se escuchan razones y se ciega a la realidad ¿Cómo puedes creer que un matrimonio así durará, si ya no tienen confianzas?
— Si la tenemos madre. Entender sus motivos no me hace olvidar lo ocurrido, solo comprender por qué lo hizo
— Aun eres muy niño y te falta madurar en esas cosas. Toma un poco más de tiempo, sus vidas ahora serán muy difíciles, todos murmuran sobre ustedes y ya sabemos que les han expulsado de varios lugares.
— Nuestro matrimonio será este sábado, no lo pospondremos. Espero contar con mis padres ese día — concluye Sebastián, levantándose del sofá, en señal de marcharse, al comprender que no les haría cambiar de parecer.
Rápidamente se levanta Agustín y lanza una advertencia a su hijo, en señal de desesperación.
— Te desheredaré, si no desistes de aquella decisión, lo haré. Esa mujer jamás será parte de nuestra familia y es un deshonor que sea miembro de los Fortunato, no merece llevar ese apellido.
Con una sonrisa triste, Sebastián le contesta a su padre.
— Quizás yo tampoco merezco llevar ese apellido — los ojos de Sebastián se inundan de lágrimas — Perdóneme, por no ser el hijo que ustedes querían... realmente lo lamento, pero les agradezco la vida que me dieron, fui muy feliz con ustedes.
Sin decir nada más, Sebastián se da la vuelta y se marcha rápidamente, para que sus padres no le vean llorar.
— Sebastián... espera — dice rápidamente Celenia, pero ya su hijo había cerrado la puerta tras de él, así que se dirige a su esposo — Agustín, no lo hagas, no quiero perder a nuestro hijo.
— Ten calma, recapacitará. Él no nos abandonaría por una mujer como esa, pero de seguir con su empeño de casarse, entonces que se marche y se gane la vida como pueda — responde Agustín molesto, apretando la mandíbula y marchándose también del lugar.
...
En una pequeña iglesia a la salida de la ciudad, fue él matrimonio de Loreta y Sebastián. A pesar que el lugar era pequeño, se sentía el frío del vacío, puesto que solo había seis asistentes adultos y el pequeño Sebastián. Agustín y Celenia no acudieron, pero a pesar de no tener a sus padres ahí, Sebastián era feliz, al ver a Loreta con un modesto traje de bodas, pero hermoso en su sencillez, acompañado de decorado de flores en su cabello, lo que daba la inspiración de una primavera en el bosque.
A punto de finalizar la ceremonia, llega apresuradamente Celenia, cubierta con una capa y toma asiento en una de las bancas al lado de Amelia. El verla que había llegado, embargó de dicha a la pareja que ahora, estaban recibiendo las últimas bendiciones.
Jamal había organizado un banquete en su mansión, para celebrar el matrimonio de Loreta y Sebastián, pero en aquella fiesta, no acudió Celenia, ya que no deseaba tener más problemas con su esposo Agustín, quien estaba muy sensible por aquel tema.
...
El tiempo transcurría y ya el palacio Fortunato-Calero estaba listo para ser ocupado por sus nuevos dueños. La mudanza trajo alegría al joven matrimonio, puesto que tenían muchas esperanzas en un futuro que se veía brillante para ellos y su pequeño hijo que, cada vez era más grande y ya a sus seis meses de edad, emitía ruidos para demostrar su descontento o alegría.
Por su lado el matrimonio de Loreta y Sebastián, se mantenía tranquilo, pero él notaba como su esposa, al pasar los días, era más callada y triste, con un semblante angustiado, producto del encierro en aquella mansión, ya que tenía miedo de salir a la calle.
Los padres de Sebastián no volvieron a hablar con él, a pesar de que ya pasaron cuatro meses desde la boda.
Cada vez la situación se estaba haciendo más insostenible, ya que la discriminación social, el perder el apoyo de sus padres y la depresión por la cual estaba atravesando su esposa, hicieron que Sebastián tomara una drástica determinación por el bien de su nueva familia.
— ¡NO! — gritan al unísono Sergio y Víctor.
Se encontraban en una cena familiar en el nuevo palacio Fortunato, en donde el matrimonio informa que, dentro de una semana, partirían a las Américas, con el propósito de llevar el control de las embarcaciones de tío Jamal en los puertos de Colombia. Hace más de un año atrás, aquel puesto lo había aceptado Sergio, para escapar de ver a Emelina casada con Sebastián, pero él giro del destino, hacía que ahora él tomará ese cargo.