Capítulo 1

Los días posteriores habían sido duros. Todo el tiempo volvían a mi mente fragmentos de la conversación con Vanesa. Y sólo podía pensar en que mi novio estaba engañándome. Me lo imaginaba con miles de chicas en diferentes tipos de situaciones, no hacía más que torturarme a mí misma.

Nadie sabía qué me pasaba, no me atrevía a hablar con ninguno de mis amigos, no contestaba el teléfono y no abría mis redes sociales para nada. Pasé dos días sumergida en mis pensamientos, sin saber qué decisión tomar al respecto. Miraba el techo blanco de mi habitación y sólo deseaba fundirme con el ambiente o desaparecer.

- Desaparecer no soluciona las cosas. No me gustan esos pensamientos.

En el estado de ensoñación que me encontraba no recordaba haber dicho la palabra “desaparecer”, no era algo que a mi psicólogo le gustase oir, mucho menos después de la última vez que la dije.

- Es que no veo otra solución.

Dije, tratando de justificar la elección de mis palabras.

- Eso no soluciona nada, crea más problemas y ambos lo sabemos.

-...

Mi silencio indicaba miles de palabras que quería decir y no podía, palabras que estaban atravezadas en mi garganta como un clavo ardiendo.

- Me gustaría que me cuentes qué decisión quieres tomar con respecto a tu relación. Sé que fueron días difíciles, pero no puedes quedarte acostada llorando. Tienes que avanzar.

- Lo sé, pero es que es tan difícil doctor.

- Sea lo que sea que decidas hacer voy a apoyarte, lo sabes ¿verdad?

- Si, pero aún no sé qué hacer.

- Nuestro tiempo por hoy se acabó, pero te espero la próxima semana y espero verte mucho mejor, con metas, objetivos y muchas ganas.

- Gracias, nos vemos pronto.

La terapia fue una gran ayuda en tiempos difíciles, pero ahora sentía esa presión por avanzar. Y lo peor de todo es que no estaba segura de si quería avanzar o cómo debería hacerlo. Tenía miles de pensamientos encontrados y no podía ordenarlos ni pensar con normalidad.

Llegué a mi casa sumida en una nube de caos y subí a mi habitación con la idea de que una siesta me ayudaría a sentirme mejor.

Estaba acostada con las manos sobre mi estómago y de repente mi celular vibró. Era un mensaje de mi novio.

-Camino a tu casa.

Salté de la cama y miré en todas las direcciones. Era él, estaba en camino y yo no había tomado una decisión al respecto. Es más no había hecho otra cosa que lamentarme y llorar abrazando a mi almohada.

Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que él llegase y en ese momento me odié. Me odié por no poder pensar con claridad, por haber desperdiciado mi tiempo y no haber pensando en qué le diría al verlo de nuevo. Pero por sobre todo esto, me odié porque estaba nerviosa y a la vez emocionada de volver a verlo.

El timbre sonó de repente, irrumpiendo el silencio que habitaba la casa. Me quedé inmóvil sin saber qué hacer. Pero luego del segundo timbre me decidí a abrir la puerta.

- Hola, estaba preocupado por tí, no sabía a quién más preguntarle. No te conectas hace tiempo, no respondes llamadas ni mensajes.

Tomó mis manos entre las suyas y me miró con ojos llenos de preocupación.

A pesar de todo el enojo que traía conmigo no podía evitar fijarme en el tono dulce con el que me hablaba, de verdad estaba preocupado por mi.

- Lo siento, es que no me sentía bien y necesitaba unos días para pensar en algunas cosas.

- ¿Cómo has estado?

- Bien, durmiendo mucho. No hacía falta que vengas, estaba a punto de responder los mensajes.

- Es que quería asegurarme que estabas bien.

- Lo estoy.

- Aún no estoy seguro de ello. Pero te creo. Me gustaría sacarte a pasear y a tomar aire fresco, te vendría bien. ¿Qué dices?

Una parte de mi quería gritarle y decirle que se fuera, que no necesitaba aire fresco sino explicaciones acerca de todo lo que pasaba por mi mente. Pero otra parte me pedía que le siguiera la corriente para ver hasta dónde llegaba para sostener la mentira en la que había convertido nuestra relación. Decidí hacer de cuenta que nada había pasado y continuar la relación a pesar de no estar complemente segura de cómo lidiar con lo que sentía.