Un amor virtual

Capítulo 4

Luego de hablar por tres días de forma constante, finalmente se atrevió a decir lo siguiente.

- Debo decirte que eres increíblemente hermosa.

Dentro mio cargaba una constante lucha interna, por un lado mi plan marchaba sobre ruedas, pero por otra parte moría de celos.

- Exageras, pero gracias. Nunca me habían halagado de esa manera.

- Creo que la que exagera eres tú. Siendo así de linda mo creo que nadie te lo haya dicho nunca.

Sentía la charla demasiado rutinaria, pero debía seguir la corriente. Fingir ser otra persona resulta mucho más agotador de lo que parece.

- Sólo un par de veces.

- Seguro tienes novio.

Comencé a titubear.

- De hecho no. Y ¿tú?

- No no. Tenía, pero eso fue hace tiempo.

Las ganas de llorar se apoderaron de mi en ese momento. El masoquismo tiene ciertos niveles y yo incursionaba en él cada vez más. Dolía, no podía negarlo, porque era algo que ya sabía, que una amiga de confianza me había revelado. Pero aún así dolía confirmarlo.

- ¿Estás ahí?

- Si, perdón. Me quedé pensando en algunas tareas y cosas por hacer.

- ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

- Siempre hago deportes.

Era una completa mentira, odiaba hacer deportes, era lo que menos me gustaba, el psicólogo insistía constantemente en que debería hacer actividad física, pero yo me negaba rotundamente a hacerlo.

- ¿De verdad? Yo igual.

- Y amo salir a correr o simplemente caminar en el parque.

- Me leíste la mente. Sería una cita perfecta.

- Claro, sólo basta una buena compañía.

- Deberíamos salir alguna vez.

Deberíamos salir alguna vez. Deberíamos salir alguna vez. Deberíamos salir alguna vez.

Una y otra vez esto se repetía en mi mente. No le importaba en lo más mínimo el hecho de tener novia o estar en una relación conmigo. Yo no importaba. Dolía, quemaba, ardia con la intensidad de mil soles irradiando sobre mi cuerpo.
No sabía si quería continuar, pero no quería que él sospechara que se trataba de un perfil falso. Así que continué, pero al menos por ese día había tenido demasiado.

- ¿Cómo has estado?

- Bien.

- ¿Sólo bien?

-...

- ¿Entonces podemos tomarlo como un avance?

- Yo yo no diría eso.

- Entonces dime.

- Sólo estoy atravesando cambios y decisiones y da miedo y duele.

- Todo lo que duele antes, luego resulta favorable.

- Supongo que es un buen consejo.

- Me gustaría verte más seguido. Las sesiones de una semana a veces no creo que sean suficientes.

- ¿Por qué no? ¿Estoy haciendo algo mal?

- No, claro que no. Sólo hay algo que aún no me queda claro y siento que lo estás ocultando, pero voy a darte tu tiempo.

Sentí miedo porque él había descubierto mi secreto. Me conocía mejor que nadie y eso es algo que debe temerse.

- Nos vemos pronto.

Continúe hablando con mi novio desde el perfil falso cada día, al despertarme y al acostarme.
Nos contábamos cosas, secretos y sentía que lo conocía de nuevo de una forma más verdadera. Se había vuelto un juego demasiado enfermizo pero lo sentía como una necesidad. No sabía con lo que estaba tratando, pero estaba a punto de aprender que el fuego quema demasiado.




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