Un amor virtual

Capítulo 6

Depresión.
Palabra constante a lo largo de mi vida. Sufrí y padecí en carne propia el trastorno mixto de ansiedad y depresión. Me diagnosticaron hace dos años luego de un intento de suicidio. La historia es un poco confusa dado que me encontraba en un pozo depresivo y en estado de trance debido a las pastillas que había consumido. El tema es que no medí la cantidad de antibióticos que había ingerido. Mis padres no eran un factor que me gustaba mencionar, vivía sola desde hacía tiempo y nadie me encontró cuando casi cometo el error de seguir con el intento de quitarme la vida.
Fui yo. Yo me salvé, porque finalmente decidí no hacerlo. Ahí comencé con mi largo proceso de terapia. Psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, pastillas y demás cosas que vienen en conjunto cuando haces algo tan malo como atentar contra tu propia vida.

La cuestión es que sólo dos personas lo sabían. Mi novio y mi amiga. Por esa razón era las dos personas más importantes para mi en ese momento. Por eso me aterraba la idea de los secretos, de las mentiras, no podía ni siquiera con el simple hecho de pensar en perderlos o de que se fueran de mi vida.

No estaba preparada y no lo estaría nunca, pero al menos debía convivir con la idea. Dado que mi novio me engañaba y mi amiga sabía algo y no quería contarmelo. Sabía que ella trataba de protegerme de una forma u otra, pero hubiese querido que me lo dijese sin miedo a que tenga una recaída.

Ellos siempre se preocupaban por mí, por eso cuando desaparecí en mi estado de psicosis por descubrir el engaño, mi novio movió cielo y tierra para ver cómo estaba. Aún así exagero. Sólo fue a mi casa, pero lo valoraba y tenía un espacio muy grande ganado en mi corazón.

- ¿En qué piensas?

Me había olvidado que estaba en plena sesión con mi psicólogo.

- Perdón, estaba divagando.

- Bueno, puedes contarme.

- Tengo algo muy importante que contar, pero todavía no estoy lista para hacerlo. Me da mucha vergüenza.

- Sabes que no voy a juzgarte por nada.

- Aún así, quiero estar lista para poder decirlo en voz alta.

- Claro, entiendo.

Y me fui, evadiendo una vez más contarle lo que estaba pasando en mi vida. Que me había convertido en un fraude.

Pero no era la única.

En cierto punto me puse a pensar acerca de la tan terrible venganza que tenía planeada, y al hacerlo sólo pude darme cuenta de que no hacía más que lastimarme a mí misma sin razón alguna. Debía buscar alguna forma de crear esa venganza que tanto quería y creía que necesitaba. Hasta que finalmente se me ocurrió cómo hacerlo, sin medir si el fin justifica los medios.

Depresión.
Palabra constante a lo largo de mi vida. Sufrí y padecí en carne propia el trastorno mixto de ansiedad y depresión. Me diagnosticaron hace dos años luego de un intento de suicidio. La historia es un poco confusa dado que me encontraba en un pozo depresivo y en estado de trance debido a las pastillas que había consumido. El tema es que no medí la cantidad de antibióticos que había ingerido. Mis padres no eran un factor que me gustaba mencionar, vivía sola desde hacía tiempo y nadie me encontró cuando casi cometo el error de seguir con el intento de quitarme la vida.
Fui yo. Yo me salvé, porque finalmente decidí no hacerlo. Ahí comencé con mi largo proceso de terapia. Psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, pastillas y demás cosas que vienen en conjunto cuando haces algo tan malo como atentar contra tu propia vida.

La cuestión es que sólo dos personas lo sabían. Mi novio y mi amiga. Por esa razón era las dos personas más importantes para mi en ese momento. Por eso me aterraba la idea de los secretos, de las mentiras, no podía ni siquiera con el simple hecho de pensar en perderlos o de que se fueran de mi vida.

No estaba preparada y no lo estaría nunca, pero al menos debía convivir con la idea. Dado que mi novio me engañaba y mi amiga sabía algo y no quería contarmelo. Sabía que ella trataba de protegerme de una forma u otra, pero hubiese querido que me lo dijese sin miedo a que tenga una recaída.

Ellos siempre se preocupaban por mí, por eso cuando desaparecí en mi estado de psicosis por descubrir el engaño, mi novio movió cielo y tierra para ver cómo estaba. Aún así exagero. Sólo fue a mi casa, pero lo valoraba y tenía un espacio muy grande ganado en mi corazón.

- ¿En qué piensas?

Me había olvidado que estaba en plena sesión con mi psicólogo.

- Perdón, estaba divagando.




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