Un amor virtual

Capítulo 8

Simplemente no podía respirar, no podía pensar, no podía hacer nada, todas las funciones de mi cuerpo parecían apagadas.

Apagada, esa es la palabra. Luego de que mi novio me confesó que estaba enamorado de alguien más no podía articular palabras, ni siquiera tenía fuerzas para llorar. La realidad es que el revés o daño colateral como quieran llamarlo había salido demasiado mal. Qué digo mal, fue un fiasco.

En un momento dado recobré la orientación espacio temporal que también pensé haber perdido y me di cuenta de que continuaba al lado de mi novio en aquel banco de madera.

-¿Estás bien?

Me preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

- No, sólo quiero ir a casa.

- Las cosas entre nosotros no estaban bien, lo sabías, era cuestión de tiempo para...

-¿Para qué? ¿Terminar?

- Si...

- Pues veo que encontraste la ocasión perfecta.

Me miró confundido. Y luego me preguntó

-¿De qué hablas?

-Nada, sólo olvídalo.

Hubo un silencio en el que pareció que miles de almas en pena pasaron junto a nosotros. Aún así todo estaba en mi imaginación.

- ¿No me vas a preguntar de quién se trata?

Dijo para romper el silencio entre nosotros.

- Creo que ya sé de quién se trata.

- ¿Cómo?

- Que si, que ya sé de lo que hablan sobre ti. Y sara.

- ¿Sara? ¿Quién te dijo eso?

Dijo y luego reflexionó en silencio sobre sus propios dichos.

- Bueno, ya sé quién te dijo, tu amiga.

Esto lo dijo con un tono que rozaba lo despectivo, haciendo énfasis en las palabras “tu amiga”.

- No tengo nada que ver con Sara. Se trata de otra persona.

Fue ahí cuando me di cuenta, cuando todo cayó sobre mi como un balde de agua helada. Estaba enamorado de alguien que no existía, de alguien irreal producto de mi venganza. Esto era mucho mejor de lo que esperaba, pero aún así una parte de mí se sentía terrible por todo.

No sabia cuál sería mi próxima jugada, pero debía ser rápida, y romperle el corazón como él lo había hecho conmigo, no me demoré en pensamientos vanos y finalmente le dije. 

- Tengo que irme

- Adiós.

Y me fui sin mirar atrás, esperando que no me siguiera, para mi buena o mala suerte no lo hizo.




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