En la reunión, el desterrado se llevó una sorpresa, puesto que no sabía que su secretaria era tan amiga de la humana ya que Sabrina estaba ahí, hermosa como siempre, hablando y riendo con Alan, el novio se la humana, así que por lo que miraba, también era amiga de todos los amigos de Alma. No soportaba estar ahí y fingir ser simplemente amigo de Alma pero era eso, o perderla para siempre.
—Ven, siéntate aquí —lo invito, Sabrina con su característica sonrisa.
Se acercó, al menos no era único adulto ahí, bueno, todos eran adultos pero él y Sabrina, eran mucho mayores que el resto. Tomaban un poco de licor, fumaban; unos comían pizza y otros sushi. Alma se acercó al desterrado para darle un abrazo fuerte, no le importo que ahí cerca estuviera su novio y por supuesto aquel gesto lo hacía sentir importante en la vida de ella.
Llegó un momento, donde las tres mujeres comenzaron a hacer y hablar cosas de mujeres. Solo ellas se entendían y se reía haciendo sentir a los dos hombres que salían sobrando, ante tal cosa, el joven humano no tuvo de otra que invitarlo a la terraza a tomar y seguir fumando.
—Me dijo Alma que eres dueño y director del hospital —Indaga el joven.
—Si, así es —aceptó con un matices de humildad en el tono de voz pero sintiendo orgullo por sí mismo, al saber que todo su odio, dolor y poderes, los juntó para salvar vidas y no hacer daño.
—Has hecho demasiado por nosotros, hablo en plural, porque ahora, Alma es parte de mi y me apena pedirte más, pero, necesito hacer mis pasantías y qué mejor, que tu hospital, es el mejor hospital de toda España —el desterrado sonrió por el halago, era verdad, era catalogado como el mejor, pero se había sentido muy lindo, que se lo dijera un joven, así, de frente. Solo que ese joven era quien estaba amando a su amada y también, le pedía la oportunidad de hacer sus pasantías en el hospital—. Ya dejé mi solicitud, pero pues, solo te decía que pues… seria un honor quedar con ustedes.
—Le diré a Alma, que me pase tus datos, para preguntar por esa solicitud y mirar tus notas, y ¿qué carrera es?
—Enfermero pediátrico.
—Que suerte tienes, estamos necesitando personal en ese área, quizá quedes trabajando con nosotros, claro, si no tienes otros planes.
—¡Que! Claro que me quedaría.
El joven verdaderamente se miraba feliz y emocionado. El desterrado lo miraba y pensaba que no podía ser grosero con aquel joven que amaba a la humana, era bueno y trabajador, preocupado y responsable. No podía negarle la oportunidad solo por celos, así que estaba dispuesto a ayudarlo y más aún, si en su hospital necesitaban personal en aquella área, si el joven era bueno en lo que hacía, se quedaría con un buen contrato.
—Se que Daniel te gusta —dijo Alma, al ver que los hombres estaban lejos de ellas y que no podrían escuchar aquella conversación.
—Ya provocaste que Sabrina se sonroja —Valeria dijo a Alma y esta se río mirando que realmente la mujer, estaba sonrojada.
—Si me gusta, es difícil no tenerle ganas a alguien con ese atractivo —admitió la secretaría, en lo que Alma se echó a reír.
—Si —dijo Alma entre risas—. Recuerdos cuando estaba ciega y Valeria conoció a Daniel, dijo algo cómo "dios, parece actor de esos que hacen series de medicina." Y… —suspiro —, cuando yo lo mire, dije: "guau, qué bello."
Todas se echaron a reír. Era innegable el atractivo del Ángel caído, pero no por eso, se iban a dejar ir a sus brazos. Valeria porque estaba en otros asuntos, Sabrina, porque no quería perder la amistad y buen ambiente laboral y Alma, porque valoraba la amistad del cirujano y amaba a su novio.
—Bueno, pero ¿te gusta para novio, o no? Porque podríamos iniciar una misión de conquista para ti —habló Valeria, a lo que Sabrina se echó a reír.
—No, o sea, si pero no, no se, no, mejor no —divagó—, estoy bien así, además, me veo con algunos chicos y… —Sabrina se quedó pensando en que si era o no, adecuado decir lo que sabía a ciencia cierta, ya que ella conocía a su jefe y nunca lo miro sonreír hasta que Alma llegó, pero ahora Alma era amiga del cirujano y aparte de eso, tenía novio, le pareció poco prudente decir aquellos, así que pensaba en que otra cosa decir.
—Y, ¿qué? —cuestionaron, Alma y Valeria al unísono.
—Y de todos modos no funciona, solo terminaría arruinando mi trabajo, no hay que confundir, el amor con los deseos, y pues, yo a él lo amo pero no como hombre, sino, como mi amigo.
Aquello que había dicho, era verdad, así que no tuvo que mentir, solo tuvo que cambiar una verdad, por otra.
—Si, tienes razón —aceptó, Valeria
—Si, es verdad —remarcó Alma.
—Saben —habló Sabrina llamando la atención de ambas jóvenes—, con quién si tengo una extraña relación, con el gato de Daniel.
Todas se echaron a reír pero sus carcajadas fueron menguando al ver el rostro de Sabrina que tal parecía, hablaba en serio.
—¿Cómo? —cuestionó Valeria.
—Es que el gato, cuando llegó al apartamento se Daniel, el gato me mira y me pongo a hablar con él y siento que me escucha, de verdad, ese gato me escucha y me mira como ningún gato lo ha hecho nunca, es que si ustedes lo miraran, es diferente y siento algo en el pecho cada que le hablo.