Un ángel cayó

Capítulo 29

El Ángel se sentía tan mal con Alan que ese día que le tocaba despedirlo, no pudo darle la cara, simplemente no podía con la mirada del joven humano acusándolo de poca persona, así que mandó a la jefa de recursos humanos para que se encargara de eso. Con rabia hasta más no poder, Alan llegó al apartamento donde lo estaba esperando Solange, se había quedado ahí y no se había retirado, se quedó con la excusa de que haría comida, pero en verdad, la comida le pidió al restaurante y se había quedado porque sabía que llegaría de esa manera.

—Maldito, es un maldito, me despidió —vociferaba mientras caminaba de un lado a otro por todo el apartamento bajo la atenta mirada de Solange.

—Bueno, casualmente me llamó mi papá diciéndome que urge para el lunes, un enfermero en el hospital de mi ciudad —dijo, ocultaba la gran sonrisa dentro de ella.

Quizá hacer todo eso, no era lo más correcto pero ella no era de ir despacio a como Daniel lo hacía con si humana; la jovencita, Ángel de luz quería que aquello avanzara rápido y lo mejor de todo, es que planeaba reclamarlo ante los dioses en la primera luna llena del año, era la mejor luna llena para reclamar a los elegidos, sin embargo, si se pudiera marcar en cualquier luna o en cualquier momento, ya lo hubiera hecho.

—Bueno, vamos ya, no puedo quedarme sin empleo —dijo emocionado pero también estresado.

Entre el estrés, enojo, rencor pero feliz por su nuevo empleo, comenzaron a empacar todo lo que necesitaban, al menos lo más esencial que era la ropa y unas copas que Alan se negaba a dejar. Estaban sellando las cajas cuando Alan se paró en seco y se puso una mano en el pecho.

—¿Qué? ¿qué sucede? —cuestionó la Ángel.

—¿Será posible que detrás de mi despido, haya estado Alma?

—No, no, no lo creo, sinceramente no —respondió Solange de inmediato.

—Eso espero, porque de Daniel lo podría creer, pero de Alma no lo soportaría.

Había vivido muchas cosas con ella; habían sido los mejores amigos; se habían entendido y se negaba a creer que su exnovia fue tan hipócrita como para decirle por mensaje de texto que todo estaba bien y que después jugaría sucio. "Alma podía ser todo, pero jamás una mala persona e hipócrita, eso no" pensó, reanudando lo que hacía.

—Es nuestro primer bebé —dijo Daniel mientras acaricia la mano de la humana.

Estaban en el apartamento, después del trabajo, pasaron a cenar a un restaurante, compraron helado en un supermercado y al llegar casa, disfrutaban del postre y hablaban del bebé de Sabrina como si fuera de ellos dos.

—Bueno, creo que es de Sabrina, no nuestro.

—No, no, sabrina lo compartirá con nosotros, le daré mi apellido en adopción, ya lo hablamos y está decidido, por ende, tú te cansarás conmigo y serás la madrastra legítima.

La palabra "casar" se quedó resonando en los oídos de la humana. Sería hermoso, sentía deseos de hacerlo pero acordándose de lo rápido que había ido con Alan y lo rápido que todo terminó, no podía darse el lujo de correr a mil millas por horas con Daniel.

—Se habla muy mal de las madrastras —dijo, dejando de lado la propuesta indirecta de matrimonio.

—Tú serás la primera que escribirá la primera novela sobre una excelente madrastra —aseguró el Ángel.

Aquel trato que el Ángel había hecho con Sabrina era de por vida, ese bebe sería suyo legalmente y estaba obligado a ser responsable, también Alma entendía que ya no estaba teniendo intimidades con un hombre sin compromisos, de un día a otro, era un hombre que legalmente tenía a una mujer embarazada y eso no era algo que le asustara, al contrario, era algo que la llenaba de emoción y quería ser parte de esa familia que se estaba formalizando con la llegada de un bebé.

Sabrina no podía ser más feliz, estaba contando con el apoyo de un excelente hombre; su bebé no podría tener un mejor padre que Daniel. En ese momento, tenía frente a ella a dos hombres que, entre ellos no se conocían puesto que ninguno sabía que Sabrina estaba con el otro, o sea, con los dos, sin embargo, tampoco podían reclamar nada, ya que con ninguno de los dos, tenía compromisos.

—Estoy embarazada —soltó de repente—, están aquí, porque ustedes han sido mis dos únicos hombres y ahora estoy en el dilema que no sé de quién es.

Aquello había tomado por sorpresa a unos de ellos, sin embargo, otro estaba bastante sereno.

—Bueno, fácil —respondió, el que mantenía la calma—. Yo no quiero hijos, no debemos hacer ADN, creo que lo más responsable es que te paguemos el aborto, ambos, tú solo preocúpate por tu salud y nosotros pagamos el mejor hospital o clínica, a menos que este desconocido quiera reconocer un hijo del que yo, me niego a tener, si es que es mío.

Aquellas palabras podían sonar crueles, pero ante los ojos de Sabrina eran unas hermosas palabras de respeto y responsabilidad. Nadie podía obligar a alguien a ser padre o madre, los tres tenían todo el derecho de elegir. Sabrina tenía claro que no podía exigirle u obligar a alguien a ser padre, si ella quería ser madre, lo haría sin obligar a alguien a ser padre puesto que sentía que iba contro los derechos humanos. Así a como las mujeres habían peleado por el derecho a elegir, así los hombres también tenían ese mismo derecho, solo que siempre con responsabilidad y él, estaba siendo responsable al ser sincero, hablar de aborto y ofrecer a pagarlo justamente, a media con el otro.



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En el texto hay: fantasia, angeles, amor dolor

Editado: 30.01.2023

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