Un ángel en alquiler

Capitulo 6 - Demasiado tarde

-¿Que debo hacer para poder tocarte?- No quiso sonar desesperado, pero no pudo evitarlo- Puedo pagarte lo que desees por una noche en mi apartamento, solos tu y yo
.
¿Que dices?- preguntó deslizándose hasta el suelo por el caño, sintiéndose ofendida por la propuesta.
-Ya sabes... no quiero que el idiota de tu jefe nos interrumpa- susurró el joven apuesto a su oído.
Celeste retrocedió con el ceño fruncido.
-Escucha... yo no soy una prostituta, soy una bailarina, no te confundas- dijo intentando sonar firme, pero no pudo evitar que su voz temblara al final.
El ángel ajó del pequeño escenario y dio media vuelta, dispuesta a irse, sintiendo las lágrimas amargas correr por su rostro que podía sentir que venían directamente de su corazón roto.
"¿Realmente creí que este hombre rico quería algo serio conmigo?"
-Espera ángel…
Thomas se abalanzó hacia adelante y la tomó del brazo, temiendo perderla para siempre. Una sensación de pánico lo abrumó al sentir que la perdería por ser un idiota que no sabía explicarse bien.
-¡Suéltame!- chilló con la voz rota-
-Déjame explicarte- suplicó aun sosteniendo a la joven rubia del brazo.
Celeste estuvo a punto de hablar cuando una voz entrometida llenó el pequeño cuarto junto con un portazo.
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-¿Dónde está Celeste?- preguntó Danny a Kristal.
"Mierda" pensó la joven, que no se inmutó y singuió limpiando la barra con un trapo como si fuera mucho más interesante que mirar a su jefe.
-No lo sé, habrá ido a su camerino a cambiarse luego del show- levantó los hombros fingiendo desínterés.
-No está en su camerino- dijo apretando la mandíbula con fuerza- Kristal... ¿El idiota ese volvió? Te dije que si aparecía me lo hicieras saber...- gruñó.
Kristal tragó saliva pesadamente-¿Porque no la dejas en paz?- exclamó perdiendo la paciencia- Ya no es una niña, esa sabe lo que hace…
-Entonces el idiota volvió- sentenció dándose la vuelta furioso.
-¡Espera Dany! Mierda…hablé de más…
El joven caminó con paso pesado por el pasillo de los privados sintiendo sus puños temblar de la ira, todos se hicieron a un lado sin protestar, podían ver en sus ojos el mismísimo infierno.
Se frenó frente a una de las pocas puertas cerradas y abrió grande sus ojos cuando escuchó la inconfundible voz de Celeste gritar "¡Suéltame!"
Furioso abrió la puerta sin avisar. "¡Se acabó! ¡Me cansé de este idiota" Pensó sintiendo su sangre hervir.
Cuando entró al privado se encontró con ese maldito sosteniendo con fuerza el brazo de su ángel quien lloraba desconsoladamente, tuvo que contener y tragarse su ira para no matarlo frente a ella.
-Se acabó el tiempo- luego miró a Celeste- Que se vaya.
La joven supo que ese "Que se vaya" significaba "O lo sacas tú o lo saco yo a mi manera"
Los ojos lagrimosos y celestes como el cielo de la rubia se giraron hacia Thomás quien rápidamente la soltó del agarre al ver su mirada triste y dolida, como si su toque le quemara.
-Y-Yo...- quiso explicar, pero entendió que estaba de más, no tenía sentido hablar con su ángel en ese momento y menos frente a su jefe quien parecía a punto de arrancarle la cabeza por el malentendido.
Thomás le dirigió una última mirada lastimosa a la joven y salió de allí sin mirar al otro hombre, porque si lo hacía no sabía que no podía contenerse en mandarlo a la mierda por meterse una vez más.
Una vez que la puerta se cerró finalmente Danny suspiró pesadamente, sacudiendo de su cuerpo toda su ira.
-¿Estás bien?- preguntó con un tono más calmado.
-Llévame a casa, Dany- dijo en un hilo de voz.
-Con gusto, ángel.
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Thomas salió furioso del bar, comenzó a caminar por las frías y sucias calles de la ciudad, cabiz bajo y con sus manos dentro de su abrigo de paño negro.
-A la mierda con todo- gurñó mientras marcaba el número de Bruno.
-¿Jefecito?- dijo el joven del otro lado.
-¿Estás libre?
-Para tí, siempre. - bromeó con la voz melosa.
-Entonces llévame a uno de tus tan famosos bares, necesito beber hasta olvidarme esta noche de mierda.
-Oh...- dijo con curiosidad el joven- Ya mismo te mando la dirección.
El joven asintió para sí y cortó esperando la dirección que rápidamente llegó a su móvil. Sin perder más tiempo se subió a un taxi apoyándose en la ventana abierta con los ojos cerrados, deseando que el viaje fuera rápido.
Aún, luego de más de una década, no podía sacarse la sensación desagradable en su estómago al subirse a un automóvil. ¿Irónico no? El CEO de una fábrica de automóviles no podía subirse a uno sin sentir que se moría.
Con el tiempo y mucha práctica había aprendido a soportar el viaje sin desear tirarse por la ventana. Pero nunca había logrado conseguir sentarse en el asinto del conductor, la sola idea de tocar un volante le cortaba la respiración y todo le daba vueltas.
Suspiró pesadamente, deseando estar hundido en el acohol y olvidarse de todo por lo menos por un rato. Olvidarse de que era Thomas de Anchorena el CEO más codiciado y más poderoso, con un estúpido trauma y ahora una debilidad: Su Ángel.

Celeste entró a su pequeño apartamento arrastrando los pies adoloridos. Por la angustia, no había tenido tiempo de quitarse su traje de ángel, se había cubierto su cuerpo semidesnudo con la chaqueta de su jefe y nada más.
-Voy a cambiarme, ya vengo- dijo sin muchos ánimos, encerrándose en su pequeño cuarto.
Danny asintió nervioso y comenzó a caminar por la angosta habitación que era comedor cocina y living a la vez. No era la primera vez que estaba allí, desde que Celeste había conseguido independizarse a sus tan solo 18 años, gracias a la paga de mesera que su padre le daba cada mes, la joven había alquilado ese lugar por su propia cuenta.
Luego, él había tomado el mando de los negocios de su padre y había querido convencerla de ayudarla económicamente para poder vivir en un lugar más descente, pero cada vez que sacaba el tema, Celeste se ofendía, con el tiempo había aprendido a no hablar de eso aunque le ponía los nervios de punta el pensar que la joven vivía en un lugar tan peligroso.
Si ya había estado allí cientos de veces ¿porque ahora estaba tan nervioso?
Luego de tantos años de amistad, siempre había sido un cobarde. Desde que ambos eran tan solo dos niños él se había enamorado perdídamente de ella, pero jamás había sido lo suficientemente valiente como para confesarle su amor. Luego, los años pasaron y cada vez se hizo más dificil decirle la verdad.
"Fui un idiota al pensar que ella me esperaría para siempre" Pensó sentándose en el viejo sillón. Desde que ese imbécil había irrumpido en sus vidas, su corazón entró en pánico temiendo perderla para siempre.
"Pero nunca fue tuya"
Sus pensamientos intrusivos fueron interrumpidos por el sonido chirriante de la puerta del cuarto abriéndose. Celeste salió ahora vestida con unos pantalones anchos deportivos y una remera que le llegaba hasta la rodilla. Atrás había quedado la mujer sensual y rompecorazones, pero para Danny era simplemente adorable y perfecta de esa manera. Su pecho se infló de orgullo y amor al saber que ese idiota jamás la vería de esa manera.
-Danny…
-¿Si?- exclamó saliendo del trance.
-¿Quieres algo de beber?- preguntó distraída, llenando de agua su vieja y oxidada pava.
-Claro... lo que sea...- dijo nervioso, frotando sus manos.
-¿Todo está bien?- preguntó la joven, observándolo por el rabillo del ojo- Escucha Danny, si es por lo de Thomas…
"¿Así se llama ese idiota?" Pensó furioso, pero lo dejó pasar.
-No, no es por eso. No fue tu culpa- negó con la cabeza levantándose del sillón- Escucha Celeste... hay algo que he querido decirte hace mucho, mucho tiempo-
-¿Qué es?- preguntó observándolo con sus grandes y redondos ojos celestes que le hicieron temblar las piernas.
Por un momento Danny sintió la necesidad de salir corriendo de allí y hasta huir del país para siempre, sin mirar atrás.
"Si no le dices lo que sientes, ese idiota va a tomar tu lugar" Ese pensamiento fue suficiente para tomar valor y acercarse más a Celeste, tomando sus manos entre las suyas.
Esto sorprendió a la rubia, pero no se alejó.
-¿Danny?
-Celeste... debí decir esto hace mucho... pero he sido un cobarde. Yo.... no necesitas estar con un hombre como él- comenzó a decir- Yo te entiendo mejor Cele, sé por lo que pasaste, te entiendo... entiendo tu dolor- La joven desvió sus ojos claros avergonzada- Conmigo no tienes que fingir... y sé que yo tampoco. Fui un tonto en no confesarme antes…
Celeste volvió a mirarlo fijamente, con confusión en sus ojos.
-Q-que... que te amo Celeste... desde la primera vez que te vi, cuando eras una niña asustada y solitaria buscando ayuda, desde ese momento supe que te amaba…
-Danny…
-Fui un cobarde todos estos años, pero ahora estoy decidido, ya no quiero seguir perdiéndote... ¿Qué dices?- dijo asustado.
Celeste desvió la mirada y suavemente deslizó sus pequeñas manos de las de su jefe y único amigo hombre…
-Danny... yo... no sé qué decir…
-No tienes que decírmelo ahora- dijo desesperado- P-puedes pensarlo.
Celeste asintió con la cabeza, aun sin ser capaz de mirarlo a los ojos.
"¡Tantos años sin decirme la verdad!" Mentiría si en más de diez años ella no sintió cosas por él, había sido su primer amigo, quien la había cuidado y protegido. Pero sus sentimientos por él se habían deshecho en el tiempo, al ver que él nunca la vio de esa forma. ¿Y ahora resultaba que siempre la amo? Era injusto... ¿Por qué ahora?
-V-Voy a pensarlo...- fue lo único que atinó a decir, incapaz de rechazarlo en ese momento.
Danny asintió con felicidad. Por el momento, con eso se conformaba.
-Esta bien Cele...- dijo más relajado, mostrando esa sonrisa de oyuelos que tan loca la había vuelto en su juventud- Será mejor que me vaya- dijo nervioso.
-Si...- exclamó Celeste, escuchando el grito de la pava. Rapidamente le dio la espalda y la apagó pero no se volteó hacia su jefe nunca más, sintiendo el ruido de la puerta cerrarse.
Un suspiro pesado que no sabía que había estado conteniendo salió de sus pulmones.
-¿Por qué ahora?- sollozó mirando la luna a travez de la ventana de su cocina.

Luego de una incontable cantidad de copas, la lengua de Thomas se aflojó y le contó todo lo que estaba pasando con Celeste y el idiota de su jefe.
Bruno escuchó en silencio, no quería interrumpir a su amigo/jefe. Jamás lo había visto así, tan sentimental, tan desaliñado y abriendo su corazón vulnerable.
No tenía idea que tenía esa mujer, pero estaba cambiando a Thomas.
-Siento algo por ella... pero no sé qué- sollozó contra la mesa del bar.
-¿Amor quizás?
-No lo sé... nunca he sentido amor antes.
-¿Sientes lo mismo por ella que por todas las mujeres con las que te has acostado?
-¡No!- exclamó ofendido- No es lo mismo, yo jamás pensé en ella así... Fue un error haberle propuesto eso... es solo que estaba desesperado, temía perderla.
Bruno asintió pensativo.
-Deberías hablar con ella Thomas, decirle lo que sientes...
-¡Cómo puedo decirle lo que siento si ni yo lo sé!-
-¿Quizás comenzando por unas disculpas?
Thomás levantó su vista inyectada de sangre por el alcohol hacia su amigo.
-¿Una disculpa?- gruñó molesto- Simplemente no es lo mio.
Bruno bufó poniendo los ojos en blanco- Y ahí está otra vez el ogro de mi jefe. Cuando quieras darte cuenta de que esa mujer te flechó, va a ser demasiado tarde, amigo.




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