Un ángel en alquiler

Capitulo 7 - No te enamores

Celeste ya no sabía que era peor, sus fines de semanas caóticos o sus días de semana solitarios que daban mucho a que pensar.
Ya había limpiado la casa unas 100 veces para distraer su mente y ya nada había que hacer. Frustrada, se acostó boca arriba en su viejo sillón con las piernas contra la pared y su largo cabello rubio cayendo como una cascada hacia el suelo.
“¿Y si adopto un cachorro?” Pensó a sus adentros.
“No no, eso no va a solucionar tu mal de amor” Le dijo la vocecita de su cabeza.
La rubia tomó uno de los almohadones y cubrió su cara con fuerza mientras gritaba con ganas, muchas ganas contenidas.
Primero la salud de Tati, luego el dinero, después aquel joven apuesto que solo quería jugar con ella ¡Y ahora la confesión abrupta de su jefe!
Había pedido tantas veces algo de emoción en su vida sin saber los peligros de pedir algo de manera tan frívola.
-¿Que voy a hacer ahora?-Sollozó.
Luego de varios días después del accidente en el vip del bar y con la mente mucho más despejada, la joven estaba comenzando a arrepentirse de reaccionar de esa manera con Thomas. ¡Él iba a ser su fuente de dinero! Le había prometido a Tati que le ayudaría con sus gastos ¿Cómo iba a resolverlo ahora?
“Tendría que haber dejado mis sentimientos de lado y ceder a sus deseos” Pensó mordiéndose con fuerza el labio.
¿Cuántas veces se había entregado a hombres que le vendían falsas promesas de amor eterno? ¿Y no podía entregarse a uno que le prometía cantidades desorbitantes de dinero?
-Qué estúpida- pensó apretando una vez más el amohadón en su cara.
Varios golpecitos a la puerta de su pequeño departamento la desconectaron de su drama, de un salto atlético, se bajó del sillón corriendo hacia la puerta.
“Quizás es Thomas” Pensó con ingenuidad.
La persona que estaba del otro lado no la decepcionó, por suerte no era su jefe, aun no había tenido el coraje de pensar en su propuesta.
-¡Tati!- exclamó aliviada, haciéndose a un lado para que su hermano del corazón entrara a su casa.
El joven entró con una gran sonrisa en su rostro, aquella por la que Celeste mataría si fuera necesario.
-¿tu hermana sabe que estás aquí?- preguntó arqueando una ceja.
-Aún duerme como un oso- bromeó sentándose en el sillón. Celeste se sentó a su lado y no pudo evitar abrazarlo con fuerza- ¡Qué haces! ¡Ya estoy grande para esto!- protestó sonrojado.
-Siempre vas a ser mi bebé- dijo con un puchero, impidiendo que el joven no tan bebé se soltara de su agarre.
-Bueno basta- protestó- Te traje un regalo.
-¿Un regalo?- dijo sin muchos ánimos- Te dije que nada de regalos… no necesito nada….- La rubia se calló al ver un papel frente a sus ojos- ¿Y esto?
-¡La nota de mi exámen!- exclamó orgulloso.
Celeste sonrió al ver el 10 en una esquina del papel- ¡Te dije que podías! ¡Eres el mejor!- exclamó besándolo en la frente, haciendo que el joven se limpiara bruscamente en la zona.- Te felicito Tati- dijo con una sonrisa más calmada- Pero sabes lo que siempre te digo.
El joven puso los ojos en blanco- Otra vez con eso…
-Sabes que yo quiero que persigas tus propios sueños, no los míos.
-¡Esto es lo que yo quiero!- chilló- Quiero ser el mejor abogado del mundo para sacar a tu papá de la cárcel ¡Ya vas a ver que lo voy a conseguir!- exclamó más fuerte provocando una tos ronca que alertó a Celeste.
-¿Estás bien Tati?- preguntó alarmada mientras corría hacia la cocina por un vaso de agua.
Luego de toser por más de un minuto, con el rostro rojo y las lágrimas corriendo por sus mejillas finalmente pudo calmarse. Pero ahora su respiración tenía un pitido preocupante que la acompañaba.
-¿Qué pasó? ¿Los medicamentos no están funcionando?
El joven desvió la mirada avergonzado- Al final no compré los remedios, con el dinero que me diste pagué una deuda de mi hermana. ¡No se lo digas! ¡Por favor!- dijo desesperado- Le mentí, le dije que lo habían saldado por un subsidio, si se entera me mata…
Celeste no pudo hacer otra cosa más que abrazarlo y frotar su espalda- Tranquilo, no diré nada, te prometo que voy a conseguir el dinero.
-Yo… puedo trabajar.
-No, eso si que no, tú debes estudiar. Déjaselo a la tía ¿Está bien?
-Está bien.
Mientras la joven consolaba a su sobrino en sus brazos no pudo dejar de pensar en la oferta de Thomas.

No supo cuánto tiempo estuvieron así, abrazados en el sillón que la puerta se abrió de golpe y los sacó de su trance.
-Cele, te dije que cierres con…- Danny se calló al ver a la joven y a Tati en un momento íntimo en la sala- Lo siento…
Ambos soltaron el abrazo y Celeste fingió que tenía una basura en el ojo para ocultar una última lágrima traicionera- Está bien tío Danny, ya me iba, mi hermana va a despertar en cualquier momento y va a querer que le masajee los pies- bromeó para romper la tensión.- ¡Nos vemos en el bar!
Ambos adultos lo saludaron con la mano y lo vieron irse.
-Te traje algo de comida para la semana- finalmente dijo el joven, dejando las bolsas de compras en la mesada. Esperaba que Celeste protestara, que le dijera que no era necesario que la ayude, se sorprendió al ver que no decía nada y aún estaba con la mirada perdida sentada en el sillón- ¿Ocurrió algo?- dijo sentándose en la otra punta del sillón.
-Est Tati…-
Celeste le contó todo lo que estuvo ocurriendo las últimas semanas, no era novedad para su jefe los problemas de salud del chico, lo costosa que era la universidad y las deudas que tenía Kristal.- Yo he querido ayudarla, ya sabes… pero ella siempre se enoja- exclamó el joven.
-Lo sé, eres un buen hombre Danny- dijo Celeste, quizás sintiéndose vulnerable, en ese momento solo necesitaba un abrazo, algo de consuelo. Para su sorpresa su jefe malinterpretó la situación y cuando se quiso dar cuenta ya estaba siendo besada por él. No fue un beso brusco y desesperado, simplemente sus labios se rozaron por unos segundos, pero aún así se sintió fuera de lugar.
-Danny…
-Te amo Cele.
Celeste puso sus manos en el pecho de su jefe, evitando que se volviera a acercar- Será mejor que te vayas…
El joven quiso protestar, suplicarle que no lo echara, pero se dio cuenta que se había propasado, en vez de consolar a su amiga se había aprovechado de ella. Se sintió como una mierda.
-Por favor, cierra con llave- fue lo último que dijo antes de salir.

Thomas mentiría si dijera que los últimos días no habían sido tortúosos para él. Estar en su oficina, entre sus miles de papeles y cuentas habían sido siempre su lugar seguro, pero ahora ni siquiera podía pensar en gráficos o estadísticas sin que la imagen de su ángel se colara por sus grietas.
-¡Jefecito! ¿Estás para una salida after-office?
Thomás ya se había resignado a insistirle a Bruno que tocara la maldita puerta antes de entrar a su oficina, todo lo que le decía le entraba por un oído y le salía por el otro.
Estuvo a punto de rechazar su oferta. ¿Pero qué más da? Luego del trabajo, se iría a su casa a hundirse en la soledad y en la miseria, y prefería hundirse en el alcohol.
-¿A donde esta vez?
La sonrisa brillante de su empleado lo estremeció.

El CEO no se sorprendió cuando Bruno lo arrastró hasta un oscuro pero sofisticado bar al otro lado de la ciudad, al parecer el joven tenía un gusto particular por los lugares donde había mujeres hermosas moviéndose entre las mesas con atuendos brillantes y coloridos que dejaban poco a la imaginación.
-Nos reservé una sorpresita para hoy a la noche.
Thomas se quiso morir, nada que viniera de Bruno era una buena idea. Él mismo lo había llevado a la perdición cuando lo llevó a aquel bar donde conoció a su ángel. Pero el joven azabache no protestó, ya ni siquiera tenía ánimos para discutir con su empleado.
Luego de varias rondas de bebidas blancas que lo dejaron acalorado y más relajado, Bruno lo arrastró para una parte más privada, no muy diferente al bar donde trabajaba la joven. Pasaron sin problemas a uno de los cuartos donde una joven de cabellos rubios y vestida como un ángel los estaba esperando.
Thomas enarcó las cejas sorprendido y miró a Bruno en búsquedas de una explicación.
El joven levantó los hombros sin darle mucha importancia- Simplemente me cansé de ver esa cara de perro mojado y te traje algo para que se te pase- exclamó sentándose en uno de los sillones.
Thomas quiso protestar, mandarlo a la mierda, pero las delicadas manos de la mujer lo llevaron como si flotara a otro de los sillones hasta que cayó en seco sobre el mueble, hundiéndose en los cojines. Sin dejar de clavarle sus ojos negros a la dama, el ángel comenzó a danzar delante de él, dejando olvidado a su amigo, quien observaba divertido la escena desde el otro lado de la habitación.
El joven lo intentó, de verdad que lo intentó, pero por más que tratara de imaginar que esa mujer era igual de magnífica que su verdadero ángel, no podía. Sin querer ofenderla dejó que terminara su baile, pero luego la alejó con delicadeza de su regazo. -¿nos dejas solos, linda?
La rubia se mostró sorpresivamente indignada y se giró hacia Bruno en búsqueda de una explicación. El joven volvió a levantar los hombros sin saber que decir y la joven salió furiosa de allí, no sin antes tomar el dinero que Bruno le dio.
-Wooww Thomas, sí que estás perdidamente enamorado eh…
El CEO se inclinó hacia adelante y cubrió su rostro con sus manos, quizás por el alcohol en sangre, se permitió sollozar una vez más frente a su empleado- ¿Que voy a hacer?
Bruno se mordió el labio con fuerza. Realmente todo era peor de lo que imaginaba, creyó que aquella mujer era un simple capricho más de su jefe, pero ahora caía en la cuenta de que realmente había caído ante sus encantos y eso no era nada bueno. Para nada, no cuando Cesar sabía de su existencia y haría lo que sea para hacer sufrir a Thomas y su ángel de ser necesario.
-Thomas… jefecito… no creo que sea una buena idea lo que estés pensando, enamorarte de esa mujer, va a ser para problema- Bruno se sentía incapaz de decirle la verdad, pero rogaba que el joven entrara en razón. Que volviera a ser aquel jefe sensato que siempre había sido. Antes de que sea demasiado tarde.




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