Un ángel en alquiler

Capítulo 11 - ¿Cuál es tu nombre?

Cesar Cáceres CEO de la empresa CC Motors se encontraba aguardando en la sala de reuniones del despacho del candidato a ministro de economía. Su alianza con el señor Mitre y su casamiento acordado con su hija menor era su as bajo la manga que tenía preparado para destrozar a Anchorena Motors, la empresa de su enemigo.

“Seguro ni lo ve venir” Pensó con una sonrisa filosa de victoria dibujada su rostro.

-¿Señor Cáceres?- exclamó su futuro suegro ingresando a su sala de reuniones junto con su equipo de abogados y contadores que siempre lo acompañaban. Aunque el robusto político era intimidante, el joven castaño no se dejaba doblegar, ya estaba acostumbrado a persuadir a peces gordos como él. Así era como había subido en la escala social.

-¡Señor Mitre!- exclamó falsamente, levantándose de su asiento para estrechar ambas manos efusivamente con las del futuro ministro- Un gusto volver a verlo, hace tiempo que no nos cruzamos.

El hombre no sonrió, mantuvo su mirada dura imperturbable- He estado muy ocupado últimamente, ya sabes… Las elecciones están a la vuelta de la esquina.

-Ya veo ya veo, el puesto ya es suyo- dijo sonriente- Permiso- exclamó sentándose nuevamente- Le agradezco que me haya hecho un hueco en su apretada agenda-

El hombre no contestó, en cambio, observó su reloj de muñeca con impaciencia. César supo que no podía perder más tiempo, tenía que ir al grano.

-Verá… Como habíamos quedado la última vez, quería reconfirmar la participación de mi empresa en su campaña política, sabe usted que CC Motors es de gran renombre en la Argentina y le vendría muy bien en su imagen- Exclamó César- Además… ¿Qué mejor que su hija llegue a nuestra boda en mi coche lujoso último modelo? Todavía no salió al mercado, ¡sería un boom!.

El hombre observó en silencio a su equipo de trabajo, esto inquietó a César, que se removió incómodo en su asiento.

-¿Sucede algo señor Mitre? Sabe bien que los temas de la boda no deben ser un problema para usted, con su hija Pilar podemos encargarnos de todo….

-Sobre eso- exclamó duramente- Su oferta fue interesante, no voy a negarlo, que mi hija menor se case con usted sería una buena alianza….

-Claro que si, no se va a arrepentir y cuando gane el puesto de ministro….

-Sin embargo, voy a tener que rechazar su oferta.

La sonrisa victoriosa de César se borró de su rostro dando lugar a una expresión incrédula- D-disculpe señor Mitre, creo que no escuché bien.

-Lo que oíste Cáceres, se cancela la boda- exclamó levantándose del asiento, junto con sus hombres.

El CEO se sintió abatido, percibiendo la amargura nacer de su corazón. No es que realmente amara a esa mujer, es más, nisiquiera la había visto más que la cantidad de dedos en una mano y no le podía importar menos. El amor no era tan relevante como el poder, y el casamiento era el acuerdo perfecto. Si pudiera aliar su empresa con un político ya nada lo detendría.

¿Entonces qué carajo estaba pasando?

-S-Señor… ¿Podría saber cuál es el motivo? Sea cual sea el problema yo…- dijo nervioso- ¿Es por la campaña?

-Ya cerré trato con otra empresa, y sería descortés que no casara a mi hija con el hijo de ellos, usted sabe… formalizades.

Un extraño presentimiento oscuro e infernal comenzó a hervir en su interior. Su mandíbula se tensó y la vena de su cuello se infló por la ira contenida- ¿S-se puede saber con quien?

-Con el hijo menor de los Anchorena, ellos fueron muy generosos con su oferta- sonrió por primera vez en toda la reunión. Luego se dirigió hacia la salida- Nos mantendremos en contacto, quizás para futuras alianzas. Quédese el tiempo que quiera en mi sala, mi casa es su casa- sentenció cerrando la puerta y dejando la habitación pesada y silenciosa, con un César a punto de estallar.

Sus puños temblaron de la impotencia. Esta vez era personal.

A la mañana siguiente, Celeste se arrepintió de no haber cerrado las cortinas, la luz matutina la golpeó con fuerza, molestándo su descanso reparador.

¿Pero a quién quería engañar? anoche en lo único que pensó fue en que Thomas la embistiera contra el respaldo de la cama y le hiciera ver estrellas.

La rubia sonrió pícaramente, escondiendo su rostro en la almohada. Aún sentía algo de dolor, pero no era un dolor molesto, sino un recordatorio de lo bien que lo había pasado, como hacía mucho que no lo hacía.

Se giró hacia el otro lado de la cama y sonrió aún más al ver la espalda hancha y triangular de Thomas descansando plácidamente, con la respiración pausada. No pudo evitar acercarse a esa espalda fornida y hundir su rostro en su columna vertebral sintiendo el embriagante aroma del sudor masculino que tanto la volvía loca.

El sonido de su celular la sacó de su ensueño, puso los ojos en blanco y con fastidio se volteó hacia su mesa de luz y tomó su móvil.

“Espero que estés mejor Cele, estoy yendo con el desayuno”

Celeste leyó y releyó el mensaje una y otra vez.

-Mierda mierda- exclamó sentándose de golpe. Danny estaba viniendo a su casa. Llegaria en cualquier momento-

Intentó llamarlo varias veces para decirle que no hacía falta, pero su jefe nunca contestó.

En pánico, se giró hacia Thomas que ni se había inmutado por su escándalo.

“Si Danny llega a enterarse…Si nos llega a encontrar así…” pensó preocupada.

-Thomas…- susurró sacudiendo su hombro- despierta por favor.

“Por dios es como un oso invernando” Pensó con ternura pero a la vez preocupada.

-Thomas… ¡Thomas!-

Con el último grito, finalmente el azabache se levantó de golpe, con los ojos muy abiertos mirando hacia todos lados- ¿Qué pasa?- preguntó con los puños cerrados en pusición de ataque.

-¡Tienes que irte!- exclamó la joven buscando las prendas del joven por toda la habitación arrojándolas hacia él que no entendía qué estaba pasando.

-¿Que sucede?- preguntó aún adormilado mientras atrapaba las prendas en el aire.




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