Un ángel en alquiler

Capítulo 13 - Héroe inesperado

“No puedo olvidarme de nuestra noche juntos”

“Aun recuerdo la forma en que decías mi nombre”

“Esto no va a quedar así, me estás volviendo loco, ángel”

Celeste se tiró en su cama y abrazó con fuerza su celular, girando de un lado hacia el otro. Durante toda la semana, Thomas se había asegurado de que su ángel supiera que su noche juntos había sido especial y no algo pasajero.

-Ya me estoy sintiendo incómoda- exclamó Krystal desde la punta de la cama- Todo esto del amor y lo empalagoso que es me está empezando a dar ganas de vomitar- exclamó poniendo los ojos en blanco.

La joven rió divertira- “Te extraño” “Apenas termine con unas cosas del trabajo voy a ir a verte” “No puedo esperar para probarte una vez más”- leyó en voz alta.

-¡Basta basta! Eres insufrible…- sollozó su amiga- Vamos, vístete que sino, vamos a llegar tarde- exclamó saliendo del cuarto con la cara y las orejas rojas de la vergüenza..

La joven sonrió una última vez a los mensajes que el azabache le había enviado y suspiró.

Todo parecía un sueño, uno muy hermoso del que no quería despertar jamás. Pero a la vez había algo que le preocupaba. Si lo que tenía con Thomas comenzaba a ser algo serio, ya no pagaría más por ella.

¿Cómo iba a ayudar a Tati con sus medicamentos y sus estudios? Pedirle dinero prestado a Thomas no era una opción.

Frustrada, se preparó para ir al bar junto con su amiga. Si tenía que volver a juntar el dinero con sus shows, el de esa noche tenía que ser el mejor de su vida.

Luego de ponerse con su vestido blanco brillante y sus alas, la joven se dispuso a subir al escenario. Mientras se acercaba desde la parte de atrás del telón, el sonido de una música que venía desde el escenario la desconcertó.

-¿Qué?- exclamó confundida, asomándose por las cortinas. Allí, en el escenario, estaba otra chica, bailando y brillando en su horario. ¡El que siempre había sido suyo!

Furiosa caminó pisando fuerte hasta la oficina de Danny, abriendo la puerta sin tocar- ¿Que está sucediendo?- exclamó con fuerza.

-¿A qué te refieres?.- preguntó su jefe, fingiendo no saber qué estaba ocurriendo.

-¡Hay otra chica bailando en mi turno! ¿Acaso me cambiaste de horario sin consultarme antes?

Sin perturbarse, el joven se levantó de su escritorio y sacó de su cajón un delantal negro con las siglas del bar- Has estado muy distraída últimamente y eso ha afectado a tu desempeño en los shows, sabes muy bien que quiero que mis clientes tengan una buena experiencia. No te estoy sacando el puesto- exclamó extendiéndole el delantal- tan solo tedoy un descanso por un tiempo, hasta que vuelvas a ser la Celeste de siempre. Por el momento, puedes atender a las mesas.

Celeste estaba atónita, no podía creer que le estuviera haciendo esto. Quería gritar, patalear, tirarse en el suelo y llorar como una niña chiquita. Sin embargo, se tragó todo y tomó con fuerza el delantal arracándolo de entre sus manos.

-Me preocupas, Cele…- exclamó Danny tatando de acariciar su rostro, pero la joven se alejó.

-Gracias por preocuparte- dijo con sarcasmo, antes de salir de la oficina con lágrimas de impotencia en sus ojos.

-¿Qué pasó?- preguntó Kristal al verla colocándose el delantal en su cintura.

-¿Para que mesa es este pedido?- preguntó tratando de fingir que nada estaba pasando.

-P-para la 12 de la terraza. ¿Segura que está todo bien?

Celeste no respondió y salió de allí con la bandeja de bebidas.

Sería una noche larga, muy larga.

Kristal la observó irse con una expresión maternal en su rostro, sabía que algo había ocurrido, no era idiota, y la respuesta estaba frente a sus ojos, Danny apareció en la barra con una cara de pocos amigos.

La mujer le sirvió un vaso de cerveza y se lo deslizó por la barra- ¿No crees que fuiste demasiado lejos esta vez?- preguntó observando a la otra bailarina que había ocupado el lugar de la rubia.

Danny tomó en silencio la bebida, hasta que se dignó a hablar- Sabes que antes que nada soy su jefe y últimamente me ha causado muchos problemas.

Kristal enarcó una ceja indignada- ¿Desde cuándo te importa el trabajo Danny? Todo este show de jugar a ser jefe fue desde un principio por ella.

-No sé de qué hablas…- gruñó mirando hacia otro lado.

-Ay por favor Danny ¿Te crees que soy idiota? Nos conocemos desde niños. ¿O acaso mi mamá no te cambiaba los pañales ni limpiaba tu cuarto?

-¿A qué quieres llegar con todo esto?- exclamó apretando el vaso vacío.

-Que eres un niño rico Danny, y que no necesitas trabajar, ni menos ser el gerente de este bar de mala muerte. Tenes la vida realizada desde la cuna, pero desde que conociste a Celeste…

-No te atrevas.

-Desde que conociste a Celeste y te encaprichaste con ella hiciste todo lo posible para tenerla siempre cerca tuyo.

-Ya basta…- advirtió levantándose de su silla para irse.

-Danny, no puedes seguir controlando su vida. No puedes comprar a la gente con dinero ¿Acaso no vas a decirle la verdad…?

El joven se volteó furioso hacia la mujer- Si llegas a decirle la verdad, te juro que…

-Si, lo sé, me vas a despedir, no necesito que me recuerdes que solo te importa ella y nadie más, aunque yo siempre estuve para tí…- dijo con dolor.

Danny quiso protestar, pero enmudeció al ver la mirada apagada de su amiga. ¿Desde cuando se sentía así con él? Nunca pensó que realmente se sintiera de esa forma. Sin atreverse a seguir la discusión se dio media vuelta y salió a la calle a tomar un poco de aire y pensar en todo lo que estaba sucediendo.

-Buenas noches muchachos, aquí están sus pedidos- exclamó Celeste con una amplia sonrisa que le dolía. Quería arrancarse la cara, lo que más odiaba de la atención al público era fingir una sonrisa.

-Gracias linda- respondió uno de ellos con una sonrisa filosa, observándola de arriba hacia abajo, relamiéndose los labios.




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