Un ángel en alquiler

Capítulo 14 - Recuerdos del pasado

-No puedo esperar a tu Show privado. Me lo prometiste, linda.

Celeste se mordió con fuerza el labio mientras pensaba qué hacer. Su jefe la había rebajado a camarera por tiempo indefinido, lo que implicaba un sueldo mucho más bajo y además, si Thomas dejaba de pagarle por su tiempo, necesitaría otra manera de conseguir dinero para Tati.

-Supongo que si se lo prometí…- dijo con una sonrisa pícara, colocándose su máscara de chica sensual y complaciente. -No puedo negarme…

El hombre con rasgos europeos sonrió satisfecho, con una sonrisa larga y filosa que inquietó a la joven.

Alejó rápidamente sus pensamientos “No es un mal tipo, hasta me ayudó con esos malvivientes” Pensó para sí.

-Espéreme en el VIP, no querrá que le baile así- Bromeó moviendo sus caderas con el delantal puesto.

César rio de una manera que la joven sintió como exagerada y le robó en beso en su mano- No tardez mucho ángel…- ronroneó haciéndola vibrar.- Ya no puedo esperar mucho más-

-Lo mejor se hace desear- ronroneó saliendo de allí mientras se contoneaba.

Una vez que bajó las escaleras y se alejó de la mirada de César suspiró pesadamente y volvió en sí. Hacerse la fem fatale, no era lo suyo.

“Lo que hago por el dinero” Pensó a sus adentros

-¿A donde vas? Tus mesas son las de la terraza- exclamó Danny al verla alejarse hacia la parte traera del bar.

“Mierda” Pensó a sus adentros aferrándose a su delantal, sin voltearse hacia su jefe.

-Danny…- dijo respirando hondo para controlar su deseo de discutir antes de mirarlo a la cara- Prometo volver a mi puesto, pero antes necesito hacer algo…

-¿Algo?- preguntó cruzándose de brazos con una ceja arqueada.

-Pf…- suspiró- Le prometí a un cliente un baile VIP hace una semana, hasta me pagó por adelantado- Mintió.- No puedo negarme ahora.

-¿Te refieres a ese idiota pervertido?- gruñó poniéndose a la defensiva.

-No, no es él- exclamó tragándose sus ganas de corregirlo.

“Thomas no es ningún pervertido, es un buen hombre”

-Su nombre es César Cáceres-

-¿Cáceres? ¿El de CC Motors?

“Vaya… Jamás pensé conocer a una persona tan adinerada, ¿Pero a dos personas adineradas y además de la industria automotriz? Es mucha coincidencia” Pensó.

-Si, supongo que es él…- dijo insegura- Danny, él ya está esperando, no quiero que se impaciente. Solo esta vez ¿Si?- suplicó acercándose a su jefe, colocando sus manos en el pecho de este y mirándolo con sus grandes ojos celestes. Como ella bien sabía hacer para apaciguar a su jefe.

Danny desvió su mirada hacia un costado, incapaz de mantenerla en esos ojos brillosos llenos de inocencia- Está bien, pero si él llega a….

-Sin tocamientos, lo sé- dijo alejándose con una sonrisa- Y si llega a querer aprovecharse, te pego un grito y tu vienes al rescate.

-Espero que lo hagas- dijo preocupado.

-Gracias- besó su mejilla y se alejó de allí apresurada.

Danny tocó el lugar donde la joven había posados sus suaves labios y se quedó allí, pensando en las palabras de Kristal

“No puedes seguir controlando su vida. No puedes comprar a la gente con dinero ¿Acaso no vas a decirle la verdad?”

16 años atrás el pequeño Daniel de 15 años se encontraba con su padre desayunando en uno de sus restaurantes familiares de su gran cadena de comida.

-Daniel, ¿Me estás escuchando?

-¿Eh? Si, padre…- exclamó poniéndose recto como todo niño educado.

-Termina tu comida, no quiero llegar tarde.

-Si, padre.- respondió sin emoción.

Danny comió sin muchos ánimos. ¿Qué más daba? Cuando terminara la comida tendría que volver al instituto donde su padre lo encerraba por todo el día. No veía la hora de volver a casa y poder pasar tiempo con la hija de la empleada doméstica, Kristal. Su única amiga, que estaba segura de que lo era solo porque no tenía más opción.

¿Quién más querría ser amigo de un niño rico y mimado como él?

“Te dije que no niña, no empleamos a menores de edad”

-¿Eh?- exclamó para sí el niño cuando escuchó al gerente del restaurante de su padre hablarle a alguien de manera despectiva.

Danny se volteó hacia el mostrador con curiosidad y se encontró con una pequeña niña, que a simple vista era mucho más chica que él, muy delgada para su edad, con las piernas tan flacas como palitos, el cabello rubio enmarañado y los ojos hundidos por el hambre y la tristeza.

Danny jamás había sentido su corazón estrujarse de tal manera que sintió ganas de llorar.

-P-Pero señor, prometo que no voy a causar problemas, puedo hacer cualquier trabajo, lo que sea- suplicó la niña con la voz quebrada.

-Hijo… ¿Me estás escuchando?- exclamó su padre, sacándolo de su trance.

-Padre ¿No necesitamos más empleados?

El hombre enarcó una ceja- ¿Desde cuándo te importa el trabajo? ¿Por qué esa repentina curiosidad por la empresa?

El niño se mordió la mejilla interna mientras observaba como la niña era rechazada una vez más por el gerente. La niña salió del restaurante cabizbaja. Apenas abrió la puerta del lugar una briza fría la empujó con fuerza y tuvo que abrazarse a su cuerpo para protegerse de la helada de invierno.

Danny salió corriendo del restaurante- ¡Daniel! ¿Qué haces? ¡Vuelve en este instante!

El niño corrió hasta alcanzar a la niña que caminaba temblando y abrazando su cuerpo delgado. Sin decir nada, la tomó del brazo y la arrastró nuevamente al calor del comercio. La jovencita chilló, pero no pudo hacer nada ante la fuerza de un niño bien alimentado.

Antes de que su padre pudiera perseguirlo, el niño ya estaba frente a él con la pequeña aferrada a su brazo -¿Qué significa esto?- preguntó viendo a la niña que estaba igual de confundida que él.

-Quiero que le des trabajo.- sentenció.

-¿Eh?

-Ella pidió trabajo y el gerente la rechazó.

El hombre quiso reír al ver a la niña escuálida y a su hijo con tan hilarante exigencia.




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