Un ángel en alquiler

Capítulo 15 - No olvides que eres mía

Thomas no pudo esperar en la entrada del bar a que su Ángel saliera porque el idiota de su jefe había puesto a un grandulón que no le quitaba la mirada de encima. Frustrado, caminó hacia la esquina, cuando se cruzó con el coche de Bruno que justo se había detenido en el semáforo.

-Hola guapo ¿Cuánto por una noche contigo?- bromeó el joven cuando bajó la ventanilla de su coche y se asomó hacia la calle.

-Idiota, déjame entrar- ordenó.

Bruno quitó el seguro y su jefe entró en el asiento del copiloto- ¿Que hacías en la calle a esta hora?

-Solo quédate estacionado aquí hasta que yo te diga- ordenó inclinándose en su asiento sin dejar de ver el bar desde el espejo retrovisor de su lado.

Bruno enarcó una ceja confundido, hasta que entendió lo que estaba ocurriendo- ¿A quien esperas? Pareces desesperado.

Thomas gruñó pero no contestó- ¿Es esa chica tan especial? ¿Por qué no entras y la buscas como una persona normal?

-Me prohibieron la entrada- La confesión hizo reír a carcajadas a Bruno- Debes haber hecho un gran escándalo, que mal que me lo perdí.-Thomas volvió a gruñir sin alejar su mirada del espejo- ¿Por que no le dices que salga? Oh… ¿Ella está…? ¿Está con alguien más?

Por la manera en que su jefe se tensó pudo confirmar que así era. Una sensación de dolor se posó en su corazón. ¿Acaso será César? últimamente no le estuvo contando de sus planes, no desde que había tratado de detener su estúpido capricho con esa mujer. La sola idea de imaginarlo con esa chica le daba ganas de gritar y llorar a la vez.

Los celos lo invadieron, deseaba que Thomas se cruzara con César y le diera una buena paliza para que se sacara de la cabeza a esa mujer. Porque al parecer Thomas no tenía idea de que era César quien estaba con su chica.

-¿Qué vas a hacer con el sujeto que está con ella?

-Sabes bien lo que voy a hacer….

Bruno tragó saliva pesadamente. ¿Realmente quería que Thomas golpeara a César? Estaba muy molesto con él y su estúpido capricho, pero verlo herido. No, es algo que en realidad no podía soportar.

Con disimulo, tomó su celular y le envió un mensaje a César.

Celeste dio su show privado. Cerró los ojos y se concentró en la música y en cómo acariciaba su piel con sus vibraciones bajas mientras giraba alrededor del caño. Quería imaginar que ese baile era para Thomas. Eso la animó, enrojeció sus mejillas y despertó su interior de forma pecaminosa, sintiendo un cosquilleo debajo de su falda.

-Eres…- comenzó a decir el hombre, arruinando la fantasía de la joven- Eres realmente un ángel, no solo eres hermosa, sino que bailas como si no fueras de este mundo.

-Gracias, señor Cáceres- respondió con una amplia sonrisa mientras daba un giro sin dejar de mirarlo- Lo aprecio mucho.

César se reclinó en el sillón y se cruzó de piernas mientras observaba a la joven de arriba hacia abajo, recorriendo con sus ojos rojos cada curva del cuerpo del ángel- Sabes… mereces estar en lo alto, siento que en este sucio lugar, sólo estás desperdiciando tu talento.

-No creo ser tan buena, Señor-

-Conosco algo valioso cuando lo veo, y tú eres un diamante en brunto. Moriría si te dejara pudrirte en este lugar- el CEO sacó de su chaqueta una tarjeta color negra con letras doradas- Ten…

Con curiosidad, Celeste se deslizó fuera del caño y tomó la tarjeta- Además de ser dueño de mi propia empresa automotriz, también tengo una compañía audiovisual que hace nuestars publicidades.

La joven enarcó una ceja con interés.-¿Qué quiere decir señor?

-Querida…- exclamó iclinándose hacia adelante, acercándose a la falda de la joven- Quiero que seas modelo de mis publicidades ¿Que dices? un cuerpo y un rostro como el tuyo haría subir las ventas de mis coches- sonrió de lado.

-Y-Yo… Celeste no sabía que decir, no podía dejar de ver la tarjeta elegante y sofisticada.

-Puedo pagarte muy bien, mucho más de lo que ganarías aquí en un mes y por solo una sesión de fotos ¿Que dices?

Celeste se congeló. ¿El pago de un mes en un solo día de trabajo? Si era un sueño, que alguien por favor la pelliscara.

El sonido del sillón la sacó de su mundo interno. César se acomodó su traje y se acercó más a la joven. Observándola como un escáner humano. Ella no protestó, quizás estaba revisando que realmente fuera una buena idea contratarla como su modelo- Piénsalo ¿Si? Tienes hasta el lunes a primera hora para decidir. Si es un sí, entonces te veo en la dirección de mi tarjeta- exclamó caminando hacia la puerta. El hombre se volteó una última vez, observando la espalda de la joven, que aún estaba congelada observando la tarjeta.

“No está tan mal, tiene un buen culo” Pensó relamiéndose.

-Oh, casi lo olvido- murmuró caminando de nuevo hacia ella, hasta detenerse a pocos centímetros de su espalda.

Celeste dejó de respirar cuando su cliente corrió su cabello hacia un costado. Pudo sentir la respiración caliente del hombre en su nuca que le causó escalofríos.- Te tengo un obsequio, tómalo como un adelanto de nuestro acuerdo- susurró a su oído.

La joven sintió como el hombre colocaba frente a sus ojos una delicada cadena dorada con un dije color celeste que asemejaba el color de sus ojos. Sin permiso, César rodeo la joya alrededor del delgado y blanquecino cuello de la bailarina.

-Recuerda, una oportunidad así no vas a tener dos veces en su vida. - Murmuró soltando el collar contra el pecho de la joven que estaba tensa en su lugar, observando la costosa piedra enfriar su escote.

César salió del VIP, una vez que estuvo en el pasillo, una sonrisa siniestra y victoriosa se dibujó en su rostro.

“Voy a quitarte todo, Thomas, no te va a quedar nada por lo que llorar”

Su sonrisa se borró cuando su móvil sonó y leyó el mensaje de Bruno.

“Thomás está en la puerta del bar esperando a que salgas. Él no sabe que sos vos, pero si te llega a ver… ¿Cuídate si?”




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