Un ángel en alquiler

Capítulo 16 - Vete

-Ahhh Thomas- gimió la joven, al sentir sus dedos rozarla por sobre la ropa interior que comenzaba a humedecerse cada vez más- E-estamos en público- dijo cerrando los ojos y sintiendo el rostro rojo y sudado.

-Relájate, él no nos escucha- susurró al oído de su ángel, pasando su lengua húmeda y caliente por su piel hirviendo.

-Si los escucho- protestó Bruno desde el asiento delantero, sintiendo su propio cuello rojo de la vergüenza. Ya hacía calor dentro del coche, quería larzarse por la puerta y que esos salvajes siguieran con lo suyo. ¡Pero era su maldito auto!

-Thomas- sollozó la rubia, con los ojos entrecerrados y llenos de lágrimas, enredando sus pequeños dedos en la cabellera azabache de su amante.

-¿Mmm?- murmuró mientras saboreaba el cuello desnudo de la joven.

-Y-ya llegamos- exclamó liberando una respiración caliente que humedeció las ventanas.

Bruno salió corriendo del coche apenas se estacionó.- Malditos exibicionistas- exclamó mientras les daba la espalda y encendía un cigarro- Es mi maldito coche- sollozó al ver las ventanas humedecidas desde el interior- Voy a tener que comprarme uno nuevo y prender fuego este- murmuró.

El joven miró hacia alrededor y sintió un escalofrío en su espalda- ¡Maldita sea Thomas! ya sal del coche- dijo asustado. No le gustaba para nada el lugar donde vivía esa mujer.

La puerta del coche se abrió y ambos jóvenes salieron corriendo mientras reían hacia dentro del edificio.-¡Me debes una Thomas!- chilló.

No iba a mentir, realmente sentía envidia por esos dos, ya quisiera ser él quien fuera amado de esa forma. Tiró con desprecio el cigarrillo a medio fumar en el suelo y lo pisoteó con fuerza- Hombres…- murmuró.

-Así no vamos a llegar nunca, Thomas- susurró entre besos contra las escaleras del segundo piso.

-No puedo aguantar hasta llegar al departamento, necesito un peaje de camino- gruñó mientras besaba su cuello y apretaba los pequeños pechos de su ángel sobre la tela.

Celeste se tragó un gemido de placer y se soltó del agarre de Thomas, subiendo varios escalones. Se volteó hacia su amante con una sonrisa pícara y levantó su falda, mostrando su ropa interior- ¿Quieres esto?- ronroneó.

-No sabes cuanto-

-Entonces ven por él- se burló corriendo escaleras arriba, haciendo volar su falta.

Thomas sonrió y se relamió sus labios- ¿No te dije que soy un gran atleta?- Gritó mientras subíamos los escalones de dos en dos alcanzando rápidamente a Celeste que chilló y apenas esquivó los fuertes brazos del joven- Ven aquí Ángel- gruñó atrapándola de la cintura y tirándola al suelo del tercer piso- Creo que no voy a llegar hasta tu piso, voy a tener que comerte aquí mismo.

-¡¿Estás loco?!- Sintió una mordida posesiva en su hombro que la hizo gemir.

-Shh… ¿Quieres despertar a tus vecinos?- murmuró bajando por su vientre hasta el final de su falda- ¿Acaso quieres que nos vean?- Celeste abrió las piernas instintivamente dándole la bienvenida a una mano que rápidamente se deslizó hasta su ropa interior- Creo que no soy el único que no puede más- murmuró corriendo hacia un lado la fina tela, hundiendo uno de sus dedos hasta la mitad- Ya estás toda mojada. Mmmm, que caliente y apretado, todo para mí- murmuró ahogando un gemido de la joven con un salvaje beso que deboró sus labios rojos.

Luego, sacó rápidamente su dedo y se levantó del suelo, dejando hecha un desastre a su ángel- Mira que bien te ves, tan deseosa y desesperada- Se relamió observando sus piernas abiertas, su pecho que subía y bajaba y su boca entreabierta.

-No soy la única- Sus ojos celestes ahora negros bajaron hasta la entrepierna de Thomas donde su miembro grande y grueso se apretaba contra la tela.

Celeste se arrodilló frente a la monstruosidad y levantó su mirada hacia el rostro de su amante. Sus ojos parecían dos perlas negras llenas de deseo. Sonrió satisfecha al ver su rostro que pedía a gritos que lo tocara. Acercó su manos hacia el bulto y lo fresionó con fuerza, haciendo gemir al hombre- ¿Te gusta esto?

-Si…- gruñó cerrando los ojos con fuerza.

Celeste desabotonó el pantalón y bajó lentamente el cierre- Muero por comérmela entera- se relamió cerca de la ropa interior de su amante.

Las fogozas palabras de su ángel llegaron hasta su miembro que latió con fuerza, la ropa interior ya le apretaba, necesitaba ser atendido cuanto antes o explotaría- Por favor…

-¿Por favor que?- dijo pícaramente.

-Por favor… usa esos bonitos labios- tomó la barbilla de su ángel y rozó con su pulgar sus labios húmedos y carnosos- No puedo esperar a que estén alrededor mío…

Celeste entreabrió sus labios y dejó que el pulgar de su amante entrara en su boca. Lo chupó y lamió hábilmente, imaginando que en lugar era su pene, aunque sabía que lo que le esperaba entre las piernas de ese hombre era algo mucho más grueso y caliente. Thomas gimió al sentir su experta lengua alrededor de su dedo- Me estás matando ángel. Ya me estoy cansando de este jueguito.

La joven se alejó del dedo y se acercó una vez más al bulto apretado en la ropa interior, pudo ver en los ojos de Thomas la desesperación. Pero ante su mirada de súplica, se levantó y caminó escaleras arriba, se quitó su ropa interior y se la arrojó a la cara- Te espero arriba- susurró y subió rápidamente las escaleras.

Thomas se quedó allí, con la ropa interior en su mano y su dureza latiendo dolorosamente en su pantalón- Realmente va a matarme- gruñó y corrió detrás de ella.

-¿Qué haces aquí? No te llame…- exclamó César al ver a Bruno en la puerta de su apartamente. Dejó laentrada abierta y caminó hacia su comedor. Bruno sonrió y entró. Esa era la manera en la que su viejo amigo le decía “Adelante, pasa, no te quedes para ahí”

-¿Que no puedo venir a visitarte? Te extrañaba…- dijo con un puchero.

Cesar lo ignoró y se sirvió un vaso de whisky. El otro joven levantó una ceja enarcada- ¿Qué sucede? Antes me hubieses mandado a la mierda solo por decir eso- exclamó sentándose al lado de él en la barra de la cocina.




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