Un ángel en alquiler

Capítulo 23 - Una advertencia

-Después de tí- exclamó caballerosamente Danny, abriendo la puerta del restaurante para que Celeste pase delante de él.

La rubia observó el lugar maravillada, era hermoso, con una iluminación cálida y acogedora. Mesas de algarrobo que combinaban con la madera de los techos y las paredes, y hermosos ventanales desde donde se podía apreciar el río que pasaba por el puerto de la ciudad. Claramente era una vista excepcional, reservada para los que podían pagar un lugar como ese.

-¿Hermoso verdad?- exclamó su jefe caminando detrás de ella.

Celeste debía reconocer que no había sido mala idea distraerse un poco y ese lugar parecía ser perfecto. Sus ojos cargados de curiosidad se movieron hacia las mesas, todos parecían personas de clase alta, pero no notaron su presencia, cada uno estaba metido en sus propios asuntos y eso la tranquilizó.

Excepto por algo, o más bien alguien.

Al principio solo fue una extraña sensación en su estómago cuando atravesó el umbral de la puerta, pero culpó a su angustia y lo dejó pasar. Luego fue como una energía intensa, alguien que la observaba en la penumbra del lugar. Sus ojos se movieron con una extraña sensación y su aliento se cortó al ver los ojos negros de Thomas con una expresión de sorpresa en su rostro. Como si lo hubiesen pillado haciendo una travesura.

No tuvo que preguntarle qué estaba haciendo allí, ella misma fue testigo de la espalda descubierta, la cintura estrecha y el cabello rojo y brillante de una mujer sentada delante de él. Con ellos, una botella de vino vacía, dos copas de cristal y sus manos tocándose en el centro de la mesa.

Apenas sus miradas se cruzaron, Thomas alejó su mano del toque provocativo de aquella mujer desconocida pero que claramente era de su estátus. Una mujer rica, y hermosa, porque no tenía que verla a la cara para saberlo.

Aunque el CEO intentó fingir que no había estado tocando a aquella mujer, ya era demasiado tarde, el corazón de Celeste se había roto en mil pedazos.

Danny se frenó en seco, porque Celeste lo hizo primero y casi se estrella contra ella. Estaba a punto de preguntarle qué estaba sucediendo, si acaso el lugar era demasiado y mejor deberían ir a un lugar de comida rápida o a algún camión de la calle cuando entendió que estaba pasando.

Por sobre el hombro de la rubia, encontró la mirada del idiota de De Anchorena mirando fiajmente a la joven como si fuera un fantasma. Estuvo a punto de hacer un escándalo, tomar a Celeste de la mano y sacarla de allí. Cuando cayó en la cuenta de que no estaba solo, sino con una mujer. ¡Una mujer guapa y joven y que seguro era su cita!

No pudo evitar que en su rostro se dibujara una sonrisa victoriosa.

Los ojos negros de Thomas se movieron hacia detrás de Celeste, encontrándose con Danny quien se estaba burlando de él, mostrándole que había ganado. Porque él no podía levantarse de su asiento, correr hacia Celeste, explicarle lo que estaba pasando y luego llevársela consigo. No, no cuando estaba con la hija del ministro. No cuando estaba frente a cientos de personas que serían testigos. No cuando un paparazzi estaba tomando todos y cada uno de sus movimientos. No podía destruir toda su vida en segundos. La decepción de su padre, la sonrisa victoriosa de César y Celeste siendo atacada por la opinión pública lo mantuvieron congelado en su lugar.

-Cele ¿Todo bien?- preguntó fingiendo no saber qué estaba pasando- Nuestra mesa está por allá.

Celeste pareció salir de su transe y se giró con sus ojos bien abiertos hacia su jefe- Eh… si- dijo.

Danny sonrió amigable y le extendió su brazo para que ella lo rodeara con su suyo. Así lo hizo, se aferró a su brazo y se dejó llevar a su mesa mientras mantenía su mirada en un punto fijo a lo lejos, porque si lo miraba otra vez, o si esa mujer la observaba, lloraría ahí mismo como una niña chiquita a la que le habian arrebatado su dulce favorito de las manos.

Thomas vio como Celeste pasaba por al lado suyo sin mirarlo. Como un ángel caído del cielo, como una presencia celestial inalcanzable. La brisa de su cuerpo, el aroma de su perfume y la tensión entre ambos le quitó el aliento por un segundo. Pilar observó todo en silencio, tratando de no hacer un escándalo. Desde que los ojos de su prometido se alejaron de ella sabía que algo no andaba bien. Supo cuál era el problema al ver pasar a una mujer a quien no le quitó la mirada hasta que salió de su rango de vista.

La mujer sonrió divertida, no solo porque de seguro era una amante a la que tuvo la mala suerte de cruzarse en su cita. Sino porque claramente la mujer no era de su target. Aunque intentara parecer que tenía dinero con su vestido celeste de tiras finas y suelto sobre su delgado cuerpo, Pilar sabía qu era de segunda mano, al igual que sus zapatos y su horrible bolso.

Así que su prometido estaba enamorado de una cualquiera, quizás una prostituta, quizás una empleada doméstica de su padre. Quien sabe… alguien que no tenía apellido, lo cual no era competencia para ella.

Danny y Celeste se sentaron en una mesa alejada, pero no tanto como para que ambos pudieran girar su rostro hacia un costado y ver la espalda de Thomas y el rostro de aquella mujer pelirroja.

Celeste no queria girar su rostro. No, no quería revelar la identidad de esa mujer, ver lo hermosa que era, que se convirtiera en una realidad en su mente.

Tomó el menú y se escondió detrás, leyendo las opciones sin leerlas.

Danny la observó con curiosidad, pero no dijo nada del tema- Hay muchas cosas interesanmtes en el menú…- dijo leyendo en voz alta las opciones.

Pero Celeste no estaba escuchando, solo podía oír el latido fuerte de su corazón llorar en sus oídos. No podía creer que siquiera había pensado que tenía una posibilidad con él.

Pues claro, cómo un hombre como él, dueño, no solo de una empresa multinacional, sino también dueño de un apellido importante, proveniente de una familia adinerada y con etiqueta, pudiera siquiera considerarla a ella como su pareja.




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