Un ángel en alquiler

Capítulo 25 - Corazones rotos

Thomas sintió un rico aroma que hizo rugir su estómago entre sueños. Por un momento pensó que estaba soñando, que todo lo que había ocurrido la noche anterior había sido una de sus crueles fantasías y que despertaría una vez más en su pent hause frío y solitario, demasiado grande para una sola persona.

La voz de su ángel le hizo saber que todo era real.

-Thomas… despierta, ya está el desayuno- El joven gruñó fingiendo molestia y se cubrió el rostro con la sábana.

Celeste puso los ojos en blanco y sonrió. Lentamente se acercó hacia el gran bulto que había robado su cama, sin esperarse que Thomas saliera de entre las sábanas y la tomara entre sus brazos.

-Ahora eres mi presa- bromeó aferrándose a su cintura mientras besaba su cuello como si quisiera comérsela.

-¡Thomas!- chilló riéndose con fuerza. -Me haces cosquillas- dijo con la voz aguda, su cintura y su barriga eran zonas sensibles y cualquier toque la hacía reír.

-No voy a soltarte- dijo escondiendo su rostro adormilado en la nuca de la joven.

-Se va a enfriar el desayo. Me esforcé mucho en hacerlo…- dijo en un puchero.

Thomas la soltó suavemente. Si algo no quería, era decepcionar una vez más a su ángel. Si ella se había esforzado en hacerle un desayuno, entonces él se comería hasta la última migaja- Cambié de opinión, debo admitir que tengo mucha hambre.

Celeste sonrió satisfecha y salió de la cama- Entonces te espero en la cocina ¡No te tardes!- exclamó saliendo del cuarto.

Thomas se quedó embobado mirando hacia la puerta hasta que se dio cuenta de que todo ese tiempo había estado desnudo. Buscó rápidamente su ropa interior que estaba tirada muy lejos de la cama.

Mientras se ponía la prenda sonrió al recordar la noche anterior- Tranquila bestia- le dijo a su pene, que ya comenzaba a ponerse duro con tan solo recordar a su hermoso ángel desnudo debajo de él.

-¡¿Y?!- exclamó Celeste con impaciencia, sacándolo de sus fantasías calientes.

-¡Ya voy!- dijo saliendo del cuarto- Es que no encontré mi… Ah- Su camisa blanca, muchos talles más que Celeste, estaba sobre su pequeño cuerpo desnudo, dejando sus hermosas y suaves piernas al descubierto- ¿Quieres matarme?- dijo sintiendo que se le cortaba el aliento.

Celeste rio divertira y sirvió el desayuno en dos platos sobre la barra.

Thomas se sentó al lado de la rubia, tratando de no penetrar su piel desnuda con su mirada- Gracias por el desayuno…- dijo sintiendo el exquisito aroma.

-Primero lo pruebas y luego ves si me agradeces de verdad, seguro sabe insípido, no soy muy buena en la cocina.

Thomas tomó un bocado grande, llenándose del sabor salado y bien condimentado- Bueno… eres mejor que yo, eso está claro- dijo con la boca llena- No sé ni hervir un huevo-

Ambos rieron y comieron la mayor parte en silencio. No habían palabras, los dos recordaban lo que había pasado anoche. El sexo claro, pero por sobre todo recordaban la confesión de Thomas.

-Entonces… ¿Cómo está Tati?- preguntó finalmente el CEO.

El rostro de Celeste se iluminó y Thomas quiso que así fuera siempre- ¡Bien! Ya empezó con el tratamiento de…. Ah. no recuerdo como se llamaba, déjame buscarlo.

El joven la observó atentamente, realmente no le importaba el nombre del tratamiento, pero verla fruncir el ceño, con la lengua hacia un costado profundamente concentrada en su celular, era algo que no sabía que había necesitado todo este tiempo.

En un momento, el rostro de la joven cambió a una mirada desconcertada que rápidamente intentó borrar, pero ya era demasiado tarde. Los ojos de Thomas miraron la pantalla del móvil, en una noticia amarillista con un título tan grande que le hizo doler la cabeza.

“¿EL HEREDERO DE A.M. MOTORS CONFIRMA COMPROMISO CON HIJA DE MINISTRO?”

Debajo del título, una foto de Pilar tomando con cariño la mano del joven en lo que parecía una velada romántica en un restaurante exclusivo.

Celeste bloqueó rápidamente el celular y lo dejó boca abajo en la mesa, incapaz de mirar a Thomas a los ojos.- ¿Por qué lo haces?- se animó a preguntar.

El CEO suspiró derrotado, sabía que esta conversación era necesaria aunque le doliera a ambos- Yo… Me mudé a la Argentina hace algunes meses. En realidad nací en los Estados Unidos aunque no he pisado mi tierra natal desde hace más de diez años.

-¿Por qué?

-Mi padre me envió a Europa para que estudiara, practicamente viví allí.- Suspiró, recordando lo asustado que había estado solo en un país desconocido- Mi padre me dio la oportunidad de manejar una nueva sucursal de la empresa solo en Argentina aunque bueno, había algunas trampas- dijo incómodo- Como el compromiso con… ella.- dijo odiando nombrarla- Es la hija del futuro ministro, como decía en la nota, es un hombre muy poderoso que podría pisotearme si quisiera- sonrió decepcionado de sí mismo.

-¿No puedes simplemente decir que no? ¿O hablar con tu padre?

Thomas rió con ironía- No conoces a mi padre… podré ser su hijo, pero solo soy un acuerdo más, una manera de lograr sus deseos. Además…- Thomas buscó una imagen en internet- Este sujeto…

Celeste tuvo que contener su sorpresa al ver el rostro de César Cáceres en el móvil- ¿Quién es él?- fingió no conocerlo. Claro que sabía quien era.

-Una piedra en mi zapato- dijo con molestia- Siempre fue un problema para mi empresa, se la pasa tratando de hundirme. Otro motivo por el cual debo cerrar este trato- dijo refiriéndose al casamiento.

La conversación incómoda se terminó de golpe cuando el celular de Celeste vibró contra la mesa.

Ambos corraspearon y miraron para diferentes lados- Yo…. Lo siento- dijo la joven, tomando su móvil y bajándose de la banqueta.

-C-claro- respondió el joven. Mirando cabizbajo su plato semivacío.

“Maldición” Protestó a sus adentros. Hace tan solo unas semanas no le hubiese importado en lo más mismo complacer los deseos de su padre con tal de aplastar a César y demostrarle su familia que era capaz de manejar la empresa sin que metiera sus narices. Pero ahora todo se había ido por la borda. De repente, no sabía qué hacer.




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