Un ángel en alquiler

Capítulo 26 - Modelo

Un coche de lujo que contrastaba con su barrio se estacionó en la puerta de su edificio, juraba que el último coche había sido color negro, este era Gris como la plata. ¿Cuántos coches tenía Thomas en su haber? Celeste no se animó a preguntar.

-Después de tí- sonrió el joven, abriéndole la puerta trasera.

La rubia sonrió y entró al coche que olía a nuevo. “Una nueva adquisición” pensó fascinada.

¿Cuántos años tendrías que trabajar para poder comprar un coche como este? La joven estaba segura de que quizás unos 500 años y Thomas en tan solo un mes. ¿O quizás días?

Parpadeó con fuerza, quitándose esos pensamientos sin sentido y se giró hacia el joven, dándose cuenta de que la estuvo observando en silencio todo este tiempo. -¿Tengo algo en la cara?- dijo nerviosa, colocando un mechón dorado detrás de su oreja.

El azabache negó con la cabeza- Solo me gusta verte, cuando estás así como concentrada haces una cara muy graciosa.

-¡Ey!- chilló con el rostro rojo de la vergüenza.

-Tranquila, te ves muy tierna cuando lo haces- exclamó apretando una de sus mejillas.

-No soy una niña- protestó haciendo un puchero que Thomas creyó que era el de una niña pequeña- Ya estoy rozando los 30.

-Aun así, sigues siendo más chica que yo- sonrió revolviendo sus cabellos.

Celeste se puso más roja y no admitió en voz alta que, sentirse más pequeña en todo sentido, era algo que la emocionada. Ser cuidada, protegida, eran cosas que nunca había tenido. Siempre se había sentido tan sola en el gran y peligroso mundo.

“¿Acaso tengo algún completo de papá ausente?” pensó a sus adentros.

-Ahí estás otra vez, con esa cara graciosa- dijo divertido.

-¡Ey!- chilló ofendida, volteándose hacia la ventana. Miró la gran ciudad, atrás habían candado los viejos edificios agrietados y manchados de humedad. Ahora todo era lujo y mucho, pero mucho ruido. Ya estaban cerca, y no podia hacer que Thomas se estacionara en la puerta de CC Motors, sería una locura. Lanzarse a los lobos. -Puedes dejarme aquí- exclamó tratando de sonar lo más convincente posible.

-¿Está cerca de aquí? ¿Por qué no te dejó en la puerta? así me quedo más tranquilo.

“¡Maldita sea Thomas! ¿Por qué eres tan bueno? Así es más dificil” Sollozó a sus adentros.

-¡Sisi! ¡Está cerca! Pero aquí está bien, es que… tengo que hacer unos trámites antes. De aquí para allá- dijo sonriendo lo mejor que pudo- Señor chofer, aquí está bien.

-Pero….

El coche se detuvo y Celeste se inclinó hacia Thomas plantándole un rápido beso que lo tomó por sorpresa- ¡Gracias por traerme! ¡Hablamos luego!- exclamó saliendo del coche antes de que pudiera decir algo más.

La puerta se cerró y la joven caminó hacia la vereda, se volteó a ver el coche justo cuando Thomas bajó la ventanilla- ¡Me avisas cualquier cosa! ¿Está bien mi ángel?

Celeste sintió que se le ponían rojas las mejillas de la vergüenza, la gente que pasaba la miraba divertida y otros molestos por el escándalo- ¡Si si! ya vete me haces pasar vergüenza- Thomas sonrió y cerró la ventanilla, no sin antes darle un último guiño que la sonrojó aún más si fuera posible.

“Este hombre… quiere matarme”

Celeste caminó las 10 cuadras que faltaban para llegar al imponente edificio. Había mentido, en realidad no estaba cerca, pero así era mejor. De esa manera no había forma de que sospechara.

Finalmente y con el corazón golpeando con fuerza en su pecho y el sudor en su frente, llegó al lugar tan solo 5 minutos antes. Entró por las grandes puertas de cristal y caminó con sus últimas energías a la recepción. No se sorprendió al ver a otra mujer en la mesa, César había dejado bien en claro que no toleraba las faltas de respeto en su compañía. Aunque la recepcionista había sido una perra con ella, Celeste no podía evitar preguntarse si había conseguido otro trabajo en ese tiempo.

-Buenos días, bienvenida a C.C. Motors ¿En qué puedo ayudarla?

“Bueno, por lo menos esta chica me trata como un ser humano” Pensó aliviada.

Celeste sonrió ampliamente y la saludó de vuelta- Tengo una cita con el señor Cáceres, tengo una sesión publicitaria- dijo con orgullo.

“¡Mi primer trabajo!” No es que el otro no haya sido un trabajo descente. Pero este uno sin que Danny fuera su jefe ni con Krystal cubriendo todos sus errores. Era su primer trabajo conseguido por su propia cuenta y eso la enorgulleció.

“No puedo esperar a contarle a papá” Pensó sonriente.

-¡Oh sí! Celeste Matínez ¿Verdad?

-¡Si!

-Puedes pasar al piso, el señor Cáceres y el equipo ya está esperándote.

Wouuu jamás se había sentido tan importante. Sin querer hacerlos esperar más, asintió con la cabeza y se apresuró a subir al ascensor que, mientras ascendía lentamente, su corazón latía más y más fuerte por los nervios.

¿Y si lo hacía mal? ¡No! no podía pensar en el fracaso.

“Recuerda por quienes haces esto” Pensó con mucho más valor.

El ascensor se abrió y se encontró con un largo pasillo. La recepcionista no le había dicho que puerta debía tocar. Pero cuando en una de ellas vio una placa que decía: “Estudio fotográfico” supo que ahí era.

Tímidamente tocó la puerta que se abrió de golpe y consigo el bullició de la gente y una docena de personas caminando de aquí para allá que la abrumaron.

-¿Celeste?- dijo un joven que la miró con una ceja arqueada.

-Si.

-¿Dónde estabas nena? ¡Vamos! Debo maquillarte… - exclamó tomándola del brazo.

La joven se dejó llevar hasta una mesa llena de paletas de colores, labiales de todo tipo y una gran cantidad de brochas. ¡Era su sueño! Ojalá tuviera todas esas sombras y brillos.

-¿Lindas no?

-Me encantan…- dijo con los ojos iluminados- Es el paraíso.

El joven rió- De todas formas, el señor Cáceres me pidió un maquillaje más sobrio, estilo angelical. - dijo poniendo los ojos en blanco.




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