Un ángel en alquiler

Capítulo 27 - Me gustas

"Pasaré por ti esta noche”
Celeste sonrió a la pantalla de su móvil. Las últimas semanas ese tipo de mensajes llegaban de forma inesperada en las noches antes de su horario de salida.
Desde que las cosas habían mejorado con Thomas, cada vez que tenía huecos en su apretada agenda, pasaba a buscar a la joven por su trabajo y pasaban una romántica velada juntos en algún restaurante y claro, con postre final en la madrugada.
A veces era en un restaurante que el CEO elegía, otras veces en alguno que ella elegía.
Se iban turnando, como si ambos quisieran entender un poco más el mundo del otro.
-¿Y esa cara de novia?-
Celeste guardó rápidamente su teléfono en el bolsillo delantero de su delantal- Oh, nada. Solo un chiste tonto- mintió.
Desde que había comenzado a “Salir” con Thomas, no había tenido el valor de contarle a su amiga, y menos a su jefe. Por el momento quería que solo fuera algo de ellos, como si todo fuera un sueño perfecto.
Krystal la miró con una ceja alzada pero no dijo nada, cambiando de tema rápidamente. Luego, cuando la atrapara a solas, iba a soltar todo quiera o no- ¿Cómo va el trabajo esta noche?
La rubia bufó fatigada- Los sábados son de lo peor, no para de venir gente.
Su amiga acarició su mejilla con cariño- Yo puedo hablar con Danny para que te devuelva tu horario en el escenario.
-No es necesario Krys…- dijo desganada.
Ser mesera era lo peor, atender a los borrachos, a la gente que se creía más de lo que era, los depravados y por sobretodo los que te trataban como si no fueras nada. Lo único bueno eran las propinas.
Su amiga la abrazó- Sabes que puede ser un cabeza dura, pero debajo de ese caparazón hay un Danny que se preocupa por tí- dijo acariciando su espalda- Ya se le va a pasar ¿Si?
Celeste asintió desganada- ¿Cómo están las cosas entre ustedes?- preguntó sentándose en uno de los taburetes. Por lo menos hasta que no estuviera alguna órden de una de sus mesas, podía descansar un momento las piernas.
-¿A-a qué te refieres?
-Son muy obvios ustedes dos. Se nota que algo pasó, se evitan todo el día-
-No es nada… solo estoy muy ocupada con Tati y esas cosas….- sentenció limpiando la mesa con fuerza.
-Krys….
-En serio, no es nada.
Celeste se mordió con fuerza el labio pero no dijo nada. Se sintió algo culpable por haber estado distante desde que las cosas mejoraron con Thomas.
-Cele, ve, ya terminó tu horario- dijo la mujer con cariño.
-¿En serio que estás bien? Puedo quedarme si quieres, podríamos tener una noche de chicas en tu casa…
Krystal sonrió con cariño- No hace falta Cele, otro día ¿Si?.

Celeste salió apresurada por la puerta de empleados. Allí, en la calle, estaba el coche de su amado, esperándola con el motor encendido. La joven le había pedido a Thomas que no la esperara fuera del coche, aunque había protestado, finalmente cedió y obedeció a su pedido. Lo que menos quería era que Danny y Thomas se cruzaran.
Antes de salir del callejón observó el panorama. No estaba su jefe por ningún lado, se apresuró y entró al coche que aceleró rápidamente.

¿Celeste ya se fue?- preguntó Danny a su amiga.
-Si.
-últimamente se va a horario. ¿Sabes en qué anda?
-No lo sé.
-Krys….
-¿Sí jefe?
Danny se mordió con fuerza el labio y rodeó la barra para estar del mismo lado de Krys- ¿Podemos hablar?
-No puedo, estoy muy ocupada- exclamó sin mirarlo.
-Podriamos hablar después del trabajo, ir a mi apartamento o al tuyo, o ir a cenar algo…
-No gracias, tengo muchas cosas que hacer.
-Krys…
-¿Sí jefe? ¿Necesita algo más?- La mujer levantó la mirada filosa hacia el hombre que sintió su corazón dar un vuelto ante esos ojos fríos carentes de emoción.
Nunca había visto algo así en ella. Siempre había sido una mujer pasional, con fuego en su mirada, Danny quería que le gritara, le insultara, algo, lo que sea. Pero no esa distancia entre ellos que jamás pensó que dolería tanto.
-Está bien- dijo finalmente- Te… te dejo trabajar- exclamó dándose media vuelta y saliendo de allí con mucha confusión.
El hombre no entendía lo que le estaba pasando, pero el trato distante de Krys le dolía y quería que las cosas volvieran a ser como eran.
¿Pero acaso era posible?

Celeste entró al coche y se abalanzó sobre el CEO, besándolo con mucho amor. Luego se alejó solo unos centímetros, aún en su espacio personal- Hola…- susurró.
-Hola…- dijo el hombre, casi sin aliento- No me canso de esto- Bromeó.
-Eres…- dijo golpeando su hombro- De lo peor.
Thomas rió y la envolvió con sus brazos atrayéndola una vez más hacia él- Es que me encanta…- dijo haciendo un puchero- Uno más…
Celeste puso los ojos en blanco y luego lo besó.- ¿A dónde vamos esta vez?
-Sorpresa- dijo guiñándole el ojo.
-Odio las sorpresas- protestó- Vamos, dime.
-No, vas a tener que esperar-
-Te odio-
-Eso no es cierto-
Ambos rieron y continuaron el viaje besándose con cariño.
Cada vez que se despedían, luego de una cita y una larga noche de pasión, Celeste sentía que le arrancaban una parte de su ser. Lo extrañana tanto que sentía que se moría, pero no quería decirlo, no quería asustarlo. Así que esperaba paciente a su próximo mensaje para su nuevo encuentro.
A la joven no le importaba a donde fueran con tal de que sean solo ellos dos. Pero cuando el chofer de Thomas estacionó en un playón amplio y vacío en pleno campo nocturno, lo observó con confusión- ¿Dónde estamos? ¿Vas a asesinarme?
Thomas rió divertido- Ven, sal- dijo bajando del coche y abriéndole la puerta a su amada- Cuidado, que hay mucho viento- le advirtió colocándole su propia chaqueta en su pequeña espalda.
Celeste se abrazó a sí misma y miró hacia todos lados con confusión. No había nada en ningún lado a la redonda. Solo ellos y el coche- No entiendo, ¿esto es algo de ricos que no entiendo?
Thomas rió más fuerte y abrazó a su amada para cubrirla del viento- Solo espera.
Celeste obedeció y hundió su rostro en el pecho fornido de su amante que emanaba un calor y un aroma que la volvía loca. No le importaría estar allí en sus brazos para siempre.
De repente el ruido del viento fue reemplazado por el sonido de un motor en los cielos. Los ojos celestes de la rubia miraron hacia el cielo nocturno, donde un helicóptero se cernía sobre ellos.
Celeste observó boquiabierta como el helicóptero estacionaba majestuosamente a unos metros de ellos.
-¿Vamos?- preguntó Thomas, tomando su mano.
La rubia no dijo nada y se dejó llevar hacia el armatoste. Una escalera bajó, Thomas subió primero y le extendió la mano- ¿Lista?
Celeste entró al pequeño transporte aun confundida- ¿Estás bien?- Pregúntó preocupado cuando el helicóptero comenzó a tomar vuelo en el cuelo- Soy un idiota, hice todo esto y no te pregunté si le tenías miedo a las alturas- Celeste apretó con fuerza la mano del hombre- ¿te sientes bien? ¿Quieres bajar?
La joven negó con la cabeza y observó por la ventana como todo se hacía más y más pequeño debajo de ellos. A lo lejos estaba la brillante ciudad de Buenos Aires que nunca duerme. Poco a poco se fueron acercando hacia los grandes edificios que parecían de juguete desde su altura- Estoy bien, es solo que…
-Dime Cele- dijo preocupado.
-La última vez que volé fue cuando era tan solo una niña- exclamó observando desde la ventana. Thomas podía ver su reflejo melancólico en el cristral- Ese día lo odié, no quería subir a ese avión- exclamó apretando la tela de su pantalón- No teniamos opción. Con mi papá, tuvimos que volver a la Argentina y…. vi este mismo paisaje cuando estábamos por aterrizar y lo odie…
-Cele….- dijo acercándose a ella, acariciando su mano con cariño.
-Pero ahora es diferente…- dijo suavemente, con la voz emocionada- En ese momento no me había dado cuenta de lo hermosa que era la ciudad.- Se volteó hacia Thomas y sonrió.- Gracias…
Thomas quería preguntar por ese recuerdo, porque habían vuelto a la Argentina, en donde habían estado antes y porque su niña pasada estaba triste. Sin embargo, algo en los ojos brillosos de su amada le dijo que lo dejara así. Se acercó más a ella, si es que eso era posible, y pasó su brazo por los hombros de la joven atrayéndola a su pecho con cariño. Besó sus cabellos y ambos observaron el hermoso paisaje en el horizonte- .
-Gracias, enserio- dijo aferrándose a su pecho.
-Me alegro que te gustara, quería compartir esta vista contigo. Solo es como… Algo triste, pero contigo es romántico.
Celeste rio contra su pecho y cerró los ojos, sintiendo su embriagante perfume y los latidos relajantes de su corazón.- Me gustas Thomas…-dijo sin siquiera pensarlo.- Me gustas enserio- Sintió que un peso se soltaba de su cuerpo. Ella quería decir más, mucho más, pero no quería asustarlo.
Sintió que Thomas se removía debajo de ella, soltando el abrazo.
“Mierda, la había cagado”
-Yo… no sé porqué dije eso.- sonrió nerviosa. Deseando abrir la puerta del helicóptero y lanzarse al vacío para no tener que escuchar el rechazo por parte de su amado.
-También me gustas… mucho.
Celeste abrió sus ojos con incredulidad. ¿Acaso había escuchado bien? Sus pupilas zafiros se movieron hacia las oscuras del hombre. En el cielo, en la noche oscura se veían aún más hermosos, como un ángel caído.- N-No tienes que decir eso…- dijo con inseguridad
Thomas tomó sus manos temblorosas entre las suyas y clavó sus ojos penetrantes en los suyos- Lo estoy diciendo en serio, no lo digo a la ligera- dijo con seguridad- Fui un tonto por no decirlo antes, pero…
-¿Tenías miedo?
-Si….
-Yo también- dijo la joven- Tenía miedo de que me rechazaras.
-Yo también- respondió el joven, sonriendo divertido.
-¿Cómo puedes tener miedo a que te rechacen?- preguntó confundida- Yo puedo tener ese miedo, no soy nadie y no tengo nada que ofrecer, pero tú… eres increíble-
-¿Te refieres a todo esto? ¿Al helicóptero, los coches, el dinero?
Celeste asintió aún confundida- podrías tener a cualquier mujer, si yo te rechazara tendrías a 10 más…
-Exacto- dijo seriamente- Podría tener a todas, a quien quisiera.
Celeste bajó la cabeza con tristeza.
-Pero solo te quiero a tí… Ese es el punto. Temía perderte, temía que mi dinero o mi poder fueran el problema- rió incómodo- He salido con muchas mujeres, pero siempre fue por dinero, por poder, por fama… Pero contigo… a tí, no te importa el dinero. Lo que te importa es tu familia y lo que puedes hacer con él para ayudarla- dijo apasionado- Eres diferente Celeste, y no quería perderte si decía las cosas apresurado, no quería ahuyentarte.
Celeste rió con las mejillas coloradas- y yo pensé que yo te iba a ahuyentar a tí… yo…- dijo borrando su sonrisa- Aun no puedo creer que esto esté pasando, que me vieras a mí entre tantas…
-No te preocupes, yo voy a demostrarte lo que vales- dijo besando su frente con cariño- Eres especial, mi ángel y no puedo creer que seas mía…
-Lo soy, soy tuya.- exclamó con la voz más grave y sedosa.
-¿Solo mía?- exclamó acercándose más a la joven- ¿Soy el único?- dijo con la voz oscura.
-El único- respondió mordiéndose el labio con impotencia- ¿Porque no vamos a otro lado?
-¿No quieres hacer el amor en las alturas?
-¡Estás loco!- exclamó riendo divertida, golpeando su pecho.
Thomas rió y comenzó a darle besos en todo su rostro- Me gustas, me gustas, me gustas- repitió una y otra vez.- No me voy a cansar de decirlo.
El helicóptero se estacionó en una gran H en la terraza de un edificio. Ambos bajaron y el aparato se fue, dejándolos solos en el manto nocturno y la ciudad debajo de ellos brillando como pequeñas hormigas luminosas.
Thomas se acercó al borde.- Cuidado- dijo la joven, nerviosa, menteniéndose lejos.
Thomas miró la ciudad y luego el cielo, sonriendo ampliamente- ¡¡Me gusta!!- gritó.
-¡¿Qué haces?!- gritó Celeste- ¡Ven aquí!
-¡¡Me gusta Celeste Martínez!!- gritó con fuerza, levantando los brazos.
-¡Estás loco!- sonrió Celeste.
-¡Yo! ¡Thomas de Anchorena! ¡Me gusta Celeste Martinez!- gritó con fuerza.
Celeste se acercó hacía él y sin asustarlo lo agarró desde atrás de los hombros, tirándolo lejos del borde- ¡¿Te volviste loco?!- protestó aferrándose a él en el suelo.
-Si, loco por tí- rió rodando y dejando a Celeste debajo de él, boca arriba- Me vuelves loco Celeste Martínez, no sé qué me estás haciendo, pero no dejes de hacerlo- susurró besándola apasionadamente.
Celeste gimió en el beso y sintió que rápidamente se calentaba.- ¿Crees que alguien nos verá?.- dijo con los ojos negros llenos de lujurio.
-Y me dices a mí que estoy loco- exclamó besando el cuello delicioso de su amada.




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