Un ángel en alquiler

Capítulo 34 - Aniversario

Seis meses pasaron. Si, Celeste contó los meses en su almanaque mental. Desde que hicieron el amor en el departamento, que ya habían proclamarado como su lugar de encuentro, la joven había tomado ese día como el primero del resto de sus vidas.

¿Podría decirse que desde ese día se habían convertido en novios? Ella podría decir que sí. No lo habían dicho en palabras, pero así se sentía. Por lo tanto, el día de hoy se cumplían seis meses de noviazgo. Quizás para muchos era poco, pero Celeste nunca había llegado tan lejos en una relación, siempre escapaban mucho antes.

Había que festejarlo y en su último encuentro entre besos y sábanas revueltas, la rubia le había pedido que se reservara el sábado por la noche para encontrarse en el bar de Danny. Al principio a Thomas no le había parecido una buena idea cambiar el lugar de los encuentros. Pero él no era tonto, también había contado los días desde su primera vez en lo de Bruno y sabía que ese sábado se cumplirían los seis meses y había que festejarlo.

Celeste le había prometido que todo sería con discreción, ese día Danny había prometido cerrar el bar temprano para que el lugar fuera solo para ellos y claro, sus amigos cercanos. Sin cámaras, sin miradas curiosas, solo ellos.

“¿Nos vemos hoy a la noche? Espero que no lo hayas olvidado…” Thomas sonrió a la pantalla de su teléfono al ver el mensaje que le había enviado su amada.

“¿Cómo podría? Estoy todo el día pensando en mi ángel. Nos vemos a la noche” El CEO envió el mensaje y dejó su móvil en su mesa de luz. Aún faltaban algunas horas, de todas formas quería tomarse su tiempo para prepararse para su aniversario de seis meses. Quería estar perfecto, porque era un día especial.

Thomas se bañó, afeitó su barba de pocos días, se colocó loción en la piel rasurada para que no se irritara y acomodó su cabello hacia atrás con gel, dejando algunos cabellos rebeldes sueltos para darle un estilo juvenil. Eligió el mejor traje de su guardarropas, ese que usaba solo en ocasiones especiales (hace mucho que no tenía una), se puso sus zapatos negros bien lustrados, su pantalón color negro ceñido a su cuerpo, ese que marcaba muy bien sus glúdeos trabajados que a Celeste tanto le gustaba apretar, su camisa color celeste pálido como los ojos de su amada, con los primeros dos botones desprendidos dejando al desnudo su pecho moreno y su traje negro perfectamente diseñado para su ancha y triangular espalda.

Se miró al espejo y dio su último toque, su perfume importado que Celeste amaba. Desde que había dicho que le encantaba el olor exquisito, se había pedido una caja entera para que nunca le hiciera falta.

-Te ves más guapo que de costumbre.

Thomas bufó al escuchar la voz filosa e irritante de su “Esposa”

-Pensé que ya habíamos hablado de esto- exclamó abotonando su traje y pasando por al lado de Pilar para salir de su vestidor, sin siquiera mirarla a los ojos- Tú tienes tu cuarto y yo el mío, yo no invado tu privacidad, y tu tampoco la mía- sentenció acercándose a su mesa de luz para tomar su móvil y guardarlo en su bolsillo.

-Tengo que venir hasta aquí para poder hablar contigo, o estás todo el día encerrado o no estás- se quejó cruzándose de brazos.

-¿Es necesario que sigas con este papel de esposa celosa y preocupada?- exclamó fastidiado.

-Bien…- dijo la mujer, rodando los ojos.

Si, Thomas se había casado con Pilar hacía tres meses, en una boda privada con muy pocos invitados pero lleno de periodistas y colegas de su suegro. Ambos sonrieron ante las cámaras cuando dieron el sí. Luego de eso, cada uno había seguido con sus vidas como si nunca hubiese habido una boda. Thomas con su empresa y sus fines de semana con Celeste, y Pilar en lo que sea que hiciera que realmente a él no le importaba.

Ya había cumplido con su parte del trato, su padre estaba satisfecho al igual que su suegro, quien había conseguido su puesto de ministro gracias a la gran boda de su hija y el apuesto joven empresario del que todos hablaban. Thomas había querido deshacerse de todo esto desde el momento en que dio el sí, pero ahora tenían un hogar juntos, donde de vez en cuando los periodistas les sacaban fotos entrando y saliendo juntos. Algo así como una pantalla, un estudio de grabación de su falso matrimonio. Tenían que pasar tiempo “Juntos” para que nadie sospechara, aunque casi no se cruzaban y menos se tocaban. La sola idea de tener intimidad con esa mujer le helaba la sangre, le tensaba la piel y le revolvía el estómago. A ella también no podía importarle menos, el CEO sabía que tenía sus amantes al igual que él. Aunque Celeste era mucho más que eso para Thomas.

-Como sea Thomas- dijo con desinterés- Veo que ya estás listo para la cena…

-¿Que cena?- preguntó frunciendo el ceño y por fin mirándola a los ojos-

Pilar enarcó una ceja y se cruzó de brazos- La cena que tenemos hoy con empresarios emergentes del país, ¿Acaso lo olvidaste?- dijo con molestia.

Thomas le dio la espalda y se abotonó las mangas de su traje con prisa- Puedes ir sola, no me necesitas ahí…

-Claro que no te necesito ahí, puedo sola con mis propios negocios- dijo con soberbia- Pero necesito tu presencia para que todos sepan lo enamorados que están los recien casados.- Dijo con sarcasmo- Una familia unida y tradicional es lo que necesito para que esos idiotas acepten mis propuestas-

-Lamento no poder ayudarte con tus negocios- dijo con burla- Pero ya pasaron las elecciones de tu amado padre y yo ya cumplí con mi parte, ahora arreglatelas sola- sentenció saliendo del cuarto.

Pilar lo siguió hecha una furia por la escalera de la casa. Clavó sus uñas en el brazo del hombre y lo giró hacia ella con brusquedad- No juegues conmigo Thomas, vas a venir a la reunión quieras o no…

Thomas se soltó del fuerte agarre y terminó de bajar las escaleras- Es problema tuyo como solucinas esto, yo ya tengo planes más importantes y no pienso cambiarlos por tus caprichos de niña consentida- exclamó acercándose hacia la puerta. En ese momento escuchó la bocina de su chofer personal.




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