Un ángel en alquiler

Capítulo 35 - Decepción

Thomas guardó la caja de terciopelo negro en su chaqueta y subió nuevamente a su coche- Ahora si, continúa- le indicó a su chofer.

-Si, señor-

La noche ya estaba sobre la ciudad pintada por las luces de los bares y los boliches del centro. Todos estaban abiertos, excepto uno que estaba con las luces apagadas y las persianas bajas para no llamar la atención. Thomas observó el lugar desde lejos- Puedes detenerte aquí, no quiero levantar sospechar- le ordenó al chofer que se detuvo a unos 100 metros del lugar. Si frenaba en la puerta, su coche sería demasiado llamativo.

El CEO bajó y el coche se alejó calle abajo desapareciendo en el horizonte. Con cuidado, observó hacia todos lados antes de avanzar y mezclarse entre el tumulto de gente. Todas las personas parecían en sus propios mundos, muy ocupados como para prestarle atención. Avanzó entre la gente apretando con fuerza la caja en su bolsillo para asegurarse de que siguiera allí. Estaba cerca, su corazón lo sabía, latía con fuerza en su pecho. No podía esperar para ver el rostro de felicidad de su amada al saber que no le había fallado.

La confianza por estar a tan solo unos metros, hizo que lo tomaran desprevenido. Cuando cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo, dos hombres lo estaban arrastrando hacia la oscuridad y arrojando detrás de un contenedor de basura en un sucio callejón sin luz ni testigos.

Su cuerpo golpeó con fuerza contra el frío suelo y su cabeza rebotó contra la pared. Dos pares de pies lo rodearon entre la pared y el contenedor, dejándolo sin salida.

-¿Qué mierda?- exclamó furioso al saber que había tenido la mala suerte de que dos idiotas quisieran robarle- No tengo tiempo para esto..- gruñó tratando de levantarse cuando un pie lo presionó con fuerza contra el suelo, quitándole el aliento. Otro pie le dio un puntapié en el hígado- ¡Ah!- apenas pudo gritar al sentir el dolor agudo que lo hizo retorcerse contra el suelo. No pudo recobrar el aliento porque las patadas volaron contra todo su cuerpo y juró que hasta lo estaban golpeando con palos y que no saldría de allí sin algunos huesos rotos. Lo único que pudo hacer fue cubrir su cabeza con sus manos y rogar que se llevaran todo sin matarlo.

No podía morir así, no sin ver a su amada una última vez.

-Aléjate de esa perra o la proxima vas a aparecer en el riachuelo con un balazo en la cabeza- dijo una de las voces, para luego escupir su rostro ensangrentado- Deja de complicar las cosas ¿Te quedó claro?.

-¿Q-quien te manda?- murmuró sosteniendo su estómago.

Los pasos se alejaron de él sin darle una respuesta. Cuando supo que estaba solo, finalmente dejó que lo invadiera el terror y el dolor. Su cuerpo comenzó a temblar, su visión se llenó de puntos negros hasta convertirse en completa oscuridad. Su cabeza golpeó con fuerza el suelo y en lo último que pensó, antes de entregarse a la inconsciencia, fue en Celeste y en su rostro de decepción porque una vez más le había fallado.

-Ya te viste al espejo mil veces, créeme, estás hermosa y lista para matar- bromeó Krystal.

Celeste acomodó una vez más su cabello que había peinado cuidadosamente y hecho bucles en sus puntas. Quería estar perfecta, sin errores. Observó su vestido celeste con cristales transparentes en su pecho y acomodó las arrugas de su falda estilo plato. -Quiero que todo salga bien, es un día importante- se excusó limpiando un poco de rímel que había quedado debajo de su ojo.

-Lo es y él te va a amar tengas o no el maquillaje corrido- exclamó su amiga, abrazándola por la espalda admirando el reflejo de ambas en el espejo.- Míranos, ya somos todas unas adultas, quien lo diría.

-Aquí la vieja sos vos- se burló Celeste.

-¡Solo soy dos años más grande!

-Pero ya estás en los treinta.

-Bueno basta, te estás pasando- la empujó dándole una nalgada- Voy a ver cómo está el pollo, si se me quema me muero.

-Gracias por ocuparte de la comida.

-Tu tranquila, ve a sentarte con Tati que Danny y yo nos ocupamos de lo que falta- exclamó con un guiño pícaro.

La rubia sonrió y cuando Krystal se fue se miró una última vez al espejo. Se sonrió a sí misma, tratando de calmarse. -No es tu primera cita.- se dijo a sí misma- Todo va a salir bien.

Realmente deseaba que fuera una noche agradable, que Thomas y Danny finalmente se llevaran bien y pudieran ser una familia ensamblada, extraña, pero feliz. Ahora que Tati estaba bajo tratamiento, todo estaba marchando bien, no más peleas, no más mentiras.

Sonrió como una niña tonta y enamorada y se sentó en la mesa junto aTati que estaba terminando de inflar los globos para la decoración- Te dije que lo haría yo… te va a hacer mal, vas a marearte.

-No pasa nada tía, mis púlmones están más fuertes que nunca.- dijo con orgullo, inflando su pecho.

-No te esfuerces- Celeste le sonrió y apretó con fuerza sus cachetes.

-¡Basta!- se quejó el joven.

-No puedo evitarlo, esos cachetitos me matan, y ahora están rojos y me dan ganas de morderlos.

-Espero que ese idiota venga, no abrí mi mejor vino para nada…- se quejó Danny apoyando una botella exclusiva y añeja sobre la mesa.

-Él va a venir, todavía no es la hora.- exclamó tranquila, atando dos globos juntos.- Por cierto… Gracias Danny, por el esfuerzo, por prestarme el bar y por… estar aquí.

-Lo hago por tí, no por él…- dijo frunciendo el ceño.

-Eres el mejor- dijo sonriendo ampliamente, provocando que las mejillas del hombre se sonrojaran.

-Voy a ver cómo le está yendo a Krys con el pollo- exclamó con las orejas rojas.

-Suficientes globos, Thomas va a venir en cualquier momento, colguemos estos- le dijo a Tati.

—-

Celeste contempló su trabajo con los brazos en su cintura. Los globos y las guirnaldas decoraron las columnas del bar y un cartel, que tati le había ayudado a decorar, se cernía sobre la barra que decía “Felices 6 meses con corazones volando por todos lados”. Luego estaba la mesa con el pollo especial de Krystal en medio, junto a las ensaladas de varios tipos, el vino especial de Danny, las copas de cristal para ocasiones especiales y las 5 sillas alrededor de la mesa.




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